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    Sin categoría

    El fútbol necesita pibes “atorrantes”

    9 mayo, 201412 Mins Read
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    El fútbol necesita pibes “atorrantes”

    Como cada quincena, otra nota más del enorme Dante Panzeri. Esta vez, buscando las razones de por qué ya pocos pibes juegan en los potreros y de lo que significan esos espacios históricos del fútbol. Esta nueva entrega, siempre de la selección realizada por Matías Bauso.

    Revista Así 18/05/65

     

    Proliferan las “villas miserias”.

    Aumenta el analfabetismo en la Argentina.

    Hay mayor pobreza.

    Disminuye la riqueza.

    Aumenta la deuda exterior.

    Todos estos anuncios, frecuentes en las páginas de la prensa diaria del país en los últimos 15 años, pueden servir como argumento negativo de la teoría que hemos de sostener en esta nota acerca del fútbol.

    Pero por las dudas, juzgue usted primero lo que vamos a decir acerca del fútbol en la Argentina y utilice después, para negar nuestra conclusión, aquellos cinco argumentos que le damos en contra de nuestra propia teoría.

    Escuchaba, noches pasadas, la audición de radio Rivadavia, de José María Muñoz.

    Se exponían en ella, necesidades de contribución de más elemento humano para el fútbol, a través de una más intensa actividad futbolística en el interior del país, recordándose que “La Capital ya no tiene potreros para producir jugadores”.

    Y me quedé pensando:

    –¿El fútbol de potreros ha decaído porque no hay potreros o porque hay menos chicos que van al potrero?

    Fui recorriendo mentalmente el movimiento de ayer y de hoy en los potreros que me son más familiares en la ciudad de Buenos Aires y su respectivo “cinturón” boquense. Y “vi que ahora veo” menos, muchos menos, chicos jugando allí que antes. Los potreros están siempre. Los chicos están menos… a pesar de estar el potrero.

    Después “me fui”, mentalmente, al interior del país.

    Los que hemos sido provincianos, y los que siendo ahora “porteños” seguimos viviendo mucho en la provincia argentina, sabemos que en el interior del país HUBO Y HAY POTREROS DE SOBRA.

    Y en esos potreros HUBO chicos y hay menos chicos… a pesar de que los potreros están siempre.

    Luego pensé otra cosa:

    –Se habla mucho del fruto del potrero trasladado al fútbol del estadio, pero… ¿qué jugador llegó hecho de algún potrero? ¡Ninguno! ¡Jamás ninguno!

    El potrero es y ha sido el recinto DONDE SE MAMA EL FÚTBOL.

    Pero el potrero, usado para hacer jugadores después de la edad lactante del fútbol… es el recinto DONDE MÁS SE NUTRE DE DEFECTOS EL JUGADOR DE FÚTBOL.

    Volví a “irme” al interior, con el aval que creo me acuerda el conocer a la vida provinciana mucho más que muchísima gente que dirige el fútbol desde Buenos Aires, y me hice otra pregunta:

    –¿Los grandes jugadores provincianos que tuvo el fútbol de Buenos Aires no se hicieron todos en los clubes, mucho más que en los potreros, de sus provincias? ¿Los trajeron por haberlos vistos “ignorados” en algún potrero provinciano o porque eran ya ídolos en menor escala dentro de sus pequeñas ciudades o pueblecitos?

    No; cuanto provinciano crack de fútbol llegó a Buenos Aires, lo hizo por haber acreditado primero EN LAS CANCHAS de su provincia que era capaz de ser crack en las canchas de Buenos Aires.

    Luego “volví” a la Capital Federal para formularme otra pregunta:

    –¿Qué gran jugador “porteño” de primera división SE HIZO en los potreros y no en las divisiones Inferiores de los clubes que hacen jugar EN CANCHAS a sus muchachitos de corta edad?

    Y por último, “me fui” a las naciones de más densa población que la nuestra, que TAMBIÉN produjeron algunos buenos jugadores de fútbol:

    –¿Cómo hizo Europa para producir futbolistas, siendo que en Europa no hay potreros (NI TAMPOCO DIVISIONES INFERIORES) desde hace muchísimos años?

    Esta pregunta la dejé sin respuesta… porque en Europa solo ESTUVE pero no la conozco en la medida social, económica y cultural que a mi propio país. ¿Tendrán potreros escondidos a la manera de los rusos sus grandes secretos espaciales?

    En definitiva, volví a la Argentina.

    Y pensé en todo aquello sucintamente expuesto al comienzo:

    …más Villas Miseria.

    …más analfabetismo.

    …más pobreza.

    …menos riqueza.

    …más deudas.

    Y digo que pensé en todo eso porque, no obstante, conocer todos esos problemas como cualquier argentino que anda por la calle y lee diarios… CREO QUE HAY QUE DISTINGUIR ENTRE CÓMO VIVE LA ARGENTINA Y CÓMO SE VIVE EN LOS CENTROS DE POBLACIÓN DE DONDE SALEN LOS JUGADORES DE FÚTBOL.

    Si vemos aumentar el número de chicos lustrabotas que andan por las calles, y el de chicos que golpean a nuestras casas pidiendo una limosna (fenómenos socioeconómicos que parecían haber empezado a desaparecer en Buenos Aires), es porque “algo pasa” en contra de un mejor vivir de los niños argentinos.

    Pero al margen de lo indudablemente cierto de ese episodio calle-hogar, yo creo que no es menos cierto que la población, ENCARGADA DE PONER CHICOS EN LOS POTREROS PROFÚTBOL, VIVE HOY MUCHO MEJOR QUE HACE 15, 20, 30 años.

    No sé si come mejor. No sé si se viste mejor. No sé si tiene más dinero. No sé, con certeza, lo que ocurre en esos índices de vida-familia.

    Pero sí estoy seguro de una cosa: LOS PADRES DE 1965 TOLERAN EN MUCHA MENOR MEDIDA EL BANDIDAJE COTIDIANO DE SUS HIJOS, AUNQUE SEAN POBRES.

    El analfabetismo crece EN EL PAÍS. Eso también es cierto.

    Pero en los grandes centros poblados encargados de “producir jugadores de fútbol”… también es seguro que cada día hay menos padres indiferentes a que sus chicos vayan al colegio, o a que ambulen por las calles y potreros.

    Aunque el rigor socioeconómico de muchos hogares aumenta, aunque muchos padres y madres se desvinculen de sus hijos durante ocho o diez horas diarias, han mejorado considerablemente en relación a hace unos años LOS MEDIOS Y LA CONCIENCIA QUE HACEN AL CUIDADO Y EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS QUE OTRORA APRENDÍAN A MAMAR EL FÚTBOL EN EL POTRERO. La afirmación se circunscribe a la vida en los centros de mayor población. Y allí afirmo que al chico de 1965 le es mucho más difícil estar tres horas en el potrero, que cuanto a los chicos de 1930 nos resultaba factible estar seis, ocho y también diez horas en “el campito”. En LA ESCUELA DE APRENDIZAJE DEL ARTE DE ENGAÑAR CON UNA PELOTA EN LOS PIES.

    No creo vivir en un planeta extraterrestre si afirmo que hoy, al chico de la ciudad de Buenos Aires (con mayor razón al de Añatuya o Pozo del Molle) LE ES MUCHO MAS DIFÍCIL HACERSE “LA RABONA” QUE A SU ANTECESOR DE HACE 20 o 30 AÑOS.

    Y de allí que pregunte:

    –¿El potrero produce menos jugadores de fútbol porque no hay potreros o porque hay menos chicos que van al potrero aun donde están los potreros?

    Me quedo con la segunda alternativa.

    Esa alternativa es, insisto, un índice fragmentado de una realidad nacional que no discuto, en cuanto a que los argentinos somos día a día un país más pobre.

    Pero a cambio de ese reconocimiento de mi parte, quisiera que se me ayude a la recepción de aquel razonamiento, reconociendo que riqueza es una cosa, en este caso, y maneras de vivir en familia en 1965 es otra cosa que, aunque dependiente de la riqueza o la miseria, en este caso tiene un agente de prioridad llamado COSTUMBRE.

    La COSTUMBRE de una familia en estado de indigencia del año 30, era admitir que sus hijos podían escapar a la obligación de ir al colegio. Que podían educarse en la calle si la familia no podía educarlos en el orden.

    La COSTUMBRE de esa misma familia en el año 1965, no admite que su hijo se eduque en la calle. Mal, o bien, ese hijo ya tiene un control que antes no tenía.

    Otra referencia: la generalidad de los padres “de antes” consideraban cumplida su obligación educacional de los hijos en el 6º grado primario. Solo un núcleo de privilegiados o “pudientes”, consideraba esencial el ciclo secundario.

    Hoy, aun la familia pobre, considera insuficiente el límite del sexto año primario.

    Yo empecé a trabajar a los 13 años porque mi madre no podía pagarme estudios mayores. Estoy seguro que hoy, en aquella misma situación, mi madre me mandaría a seguir estudiando.

    Aquellos pibes veíamos así abierto, mucho más fácilmente, el camino del potrero, si nuestra pasión era el fútbol.

    Los pibes de hoy, que también se apasionan por el fútbol, verán mucho más controlado ese camino. Y de hecho mucho más restringido.

    Hay una economía social siempre precaria… PERO HAY OTRA COSTUMBRE DE VIDA.

    Y que me perdone el fútbol: UN MEJOR COSTUMBRE DE VIDA.

    Diría más: LOS PADRES DE HOY SON MEJORES PADRES QUE LOS DE ANTES. Dicen que afectivamente no lo son. Yo hablo FUNCIONALMENTE. SOCIALMENTE. En esos dos aspectos son mejores… EL FÚTBOL SE PERJUDICA CON ELLO.

    “El Arte de Engañar”

    Insistiré mil veces: EL FÚTBOL ES UN ARTE DEL IMPREVISTO.

    ¿Y qué exige el arte del imprevisto llevado a una actividad como el fútbol donde el éxito o la frustración del hombre dependen del acierto o el error en el intento de engañar al hombre?

    ¡Exige dominar el arte de engañar!

    Que es esencialmente la ley básica del fútbol: GANA EL QUE MEJOR ENGAÑA. En un sentido grato, en una forma placentera, ingeniosa, pero que no por eso altera el sentido mismo de la actitud de ENGAÑAR.

    ¿Quiénes son y quiénes fueron los maestros del arte de engañar con una pelota en los pies?

    ¡Casi siempre -en su gran mayoría- hombres que fueron muchachos, y antes chicos, de bajas extracciones sociales, de vida no precisamente ordenada, de educación insuficiente, de cuidados paternos muy descuidados, chicos “bandidos”, envalentonados, con desparpajos, con correrías mezcladas de travesura y hasta ciertas formas de delincuencia precoz (robar naranjas, saltar cercos prohibidos, burlar a la policía, etc.)!

    Es sintomático: DE NINGÚN CHICO NO TRAVIESO SURGIÓ ALGUNA VEZ UN JUGADOR DE FÚTBOL GENIAL. Y, viceversa, muchos buenos jugadores nacidos para jugar bien al fútbol, no fueron totalmente cracks como futbolistas porque algún rasgo ético, educacional, o de pudor, les impidió ser “un poco sinvergüenzas” COMO TIENE QUE SERLO EL CRACK DE FÚTBOL. En todo crack es menester la suficiencia del “pillín”.

    Recuerdo tres nombres en este momento: Ernesto Lazzatti, Bruno Rodolfi, Oscar Basso.

    Los tres fueron buenos jugadores que en alguna medida se malograron como grandes jugadores… “por no ser un poco atorrantes”.

    La nómina de los ejemplos opuestos es kilométrica.

    Corbatta, “El Chueco” García, Pedernera, Moreno, Benítez Cáceres, Bernabé Ferreyra, Pelé, Néstor Rossi, Pontoni, y varios cientos de jugadores como ellos… FUERON CRACKS PORQUE NACIERON CRACKS Y PORQUE TUVIERON LA CUOTA DE DESPARPAJO QUE VA IMPLÍCITA EN EL ATRIBUTO DEL CRACK.

    Tuvieron “el bandidito adentro” cuando chicos.

     Tuvieron “el ángel” capaz de inculcar talento e ingenio para “engañar”, cuando grandes.

    Tuvieron el germen de TRAVESURA que se necesita para jugar bien al fútbol, ya de chicos como de grandes, porque el fútbol bien jugado no es tal sin la cuota de travesura que significa hacer ir una pelota donde el adversario ni la espera, donde el adversario no quiere, o donde el adversario no la puede alcanzar. El fútbol ES TRAVESURA DESDE EL MOMENTO QUE ES ARTE DE IMPREVISTOS. Y sin un germen de chicos traviesos, es difícil germinar un fútbol de aquella estructura mental.

     Del mismo modo, sin una vida infantil un tanto disipada para la travesura… el fútbol puede perder gérmenes de nutrición humana. Los está perdiendo. Los ha perdido. Pero no por falta de potreros. Sí, por menos chicos dispuestos o autorizados en el nivel familiar a la incursión hacia la travesura.

    Bien se dice, con cierto son de alarma, que “la juventud está agarrando para la música y otras cosas, y cada vez se aleja más de fútbol”.

    Es verdad. Y eso es fruto de una vida familiar, de una orientación paternal, sin duda mejor orientada actualmente que cuando hace unos años, en el llamado y siempre impreciso “antes”.

    Lo que por mi parte podré lamentar, por lo que resiente al fútbol mismo. Pero que de ninguna manera puedo lamentar si, como parece, todo eso puede disminuir el atractivo del fútbol, pero mejorar en alguna medida al hombre y la sociedad. Como que es cierto que el futbolista-hombre de hoy es mucho mejor persona que el futbolista-hombre de ayer. En todo sentido: higiénico, aseado, cultural, educacional, civilizado.

    Los asados de Montaño y Vairo con el piso parquet de la habitación donde vivían, parecen cosa inaudita para la actual generación de futbolistas.

    Y el pedirle el pañuelo que el linesman usaba como banderín, limpiarse con él la nariz y devolvérselo… es cosa que ya no haría “El Monito” Deambrosi si le tocara jugar en 1965. “El ambiente” ya no lo permite. En esa época lo admitía. Hoy puede ser un crimen el fusilamiento de un ladrón y hace 100 años era el más justo ejercicio del derecho.

    De todo lo cual extraería esta conclusión: EL FÚTBOL NECESITA DE CHICOS “ATORRANTES”. Cuando su cuota disminuye, el fútbol pierde y la sociedad gana.

    Pero repito: el fútbol no muere como está muriendo por falta de potreros, sino por falta de chicos que puedan ir a ellos como iban antes.

    Además, aun con menos chicos en la germinación del potrero, sería caer en una GRAN MENTIRA si dijéramos que el fútbol de ahora muere en esa primera instancia, puesto que los menos chicos que aún corren por los potreros siguen MAMANDO el fútbol con la misma libertad de creación e ingenio que antes, y las mismas astucias para entrar en el dominio de la pelota. El fútbol muere en la instancia siguiente a esa germinación: empieza a morir en el club, en la etapa siguiente al potrero, donde tradicionalmente al chico llegado del potrero se le limpiaban los defectos de que venía nutrido de los “picados”; pero en la que ahora se empieza a aturdir, confundir y anular la creación espontánea de ese chico… CON TÁCTICAS Y ESQUEMAS.

    Creo que el fútbol, como el boxeo, alcanzaron su más alto esplendor en la más aguda vigencia de la vida económicamente miserable para los candidatos, niños y hombres, que eran llamados a nutrir sus filas.

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