Por Mariano Bruno/ Foto por Gustavo Pantano
Una crónica del búnker naranja del FPV en lo que fue una jornada que, desde el comienzo, se vivió con sabor a derrota.
Para cuando llegamos al búnker de campaña de Scioli ya el clima era nublado. El místico Luna Park colmado de militancia de otras instancias electorales le dio paso a un espacio reducido del hotel NH Bolívar con la presencia sólo de la prensa.
En un lugar tan chico con un escenario improvisado donde no entraba un alfiler, los cronistas y cámaras se peleaban por tener el mejor lugar. Otros intentaban buscar el verdadero espacio donde hablaría Scioli pensando que eso era solo una antesala. Mientras, ante los colegas que pedían voces de funcionarios para llenar sus espacios, prensa del sciolismo explicaba que los invitados aguardaban en los pisos del hotel ingresando previamente por el estacionamiento. La designación de las habitaciones seleccionada a escala del poder era: el 7º piso para Daniel Scioli y su familia, el 6º para el candidato a vice, Carlos Alberto Zannini, el 5º piso para gobernadores y 4º para intendentes. Algún ingenuo preguntaba si podía subir para buscar voces. El resultado siempre fue negativo. La consigna respetada a raja tabla por los integrantes del FPV en el bunker era consensuada: bajaría alguien cada 30 minutos para dar resultados.
“La militancia superó a nuestro espacio político”
Muchos medios y cero militancia parecía ser el destino del bunker. Las pantallas en Plaza de Mayo para seguir los resultados y las palabras de Scioli invitaban a la militancia a sumarse al aguante.
Para las 17:20 minutos y a menos de una hs del cierre de los comicios, el NH era hermetismo puro. El ambiente era desolador. Caras tristes y poca palabra. Los primeros resultados se esperaban para las 19:30 horas. Los únicos que se hacían presentes eran más periodistas. Los cercanos a Scioli explicaban a curiosos que recién 19:30 horas estarían los primeros números y ya anunciaban que ese primer resultado daba ganador a Macri. Pero tranquilos, que era sólo 20 % de los votos y que había que ver de dónde eran. “No es lo mismo, Buenos Aires es todo” decía un integrante de Prensa de Scioli afirmando, quizá sin saber, la poca federalización del país.
Para las 18:02 hs, todos los medios daban ganador a MM con boca de urna. Fue ahí cuando la primera declaración oficial se hacía presente. El Jefe de campaña de Daniel Scioli, Alberto Pérez daba play al cassette: “Gran satisfacción de la jornada. No hubo hechos para lamentar”. Y agregó que esperaban “los resultados oficiales, hay que ser prudentes”. En sintonía con la campaña afirmó que “ganó la democracia”, eran las frases preseleccionadas del jefe de gabiente de Daniel Scioli.
Al finalizar y ante el reclamo de la prensa por sus escuetas palabras, promete a alguien hablando cada media hora. “18:30 hs, en unos minutos” pero todo parece perdido, para las 19 horas un integrante de Prensa de gobernación dice en los pasillos: “perdimos”.
Para las 19 horas, pasaba recién una hora del cierre de los comicios, más que caras largas se veían caras de preocupación. A la prensa audiovisual que daba pase constante a los cronistas en el bunker no le quedaba otra que repetir y estirar con la poco información que tenían. Los de TV pública resistían el frente asegurando que aún faltaba mucho y que no había datos oficiales. Cuando se apaga la cámara el periodista a cargo de esa salida me mira y me dice que “todo está perdido, que sea lo que tenga que ser con el canal”.
En ese instante el actual titular de la Anses, Diego Bossio, se hace presente en el escenario entre los ruidos de los disparos de las cámaras y los camarógrafos que se agolpan y pelean por el único espacio libre en ese pequeño lugar. Era el segundo elegido para calmar la inquietud de la prensa. Play lado B del cassette:“La democracia hoy ha sido fortalecida, hay que tener prudencia, falta mucho”, cerró. Para ese entonces los datos oficiales estaban empezando a ser revelados en la página oficial dispuesta para cargarlos. Con el 1.24% de las mesas escrutadas, Macri se imponía por 6 puntos y los números arrojaban 53% a 47%. Bossio concluía con un mensaje entre alentador y a la vez pesimista. “Hoy se escuchó la voz del pueblo. Vemos una muy buena elección del FPV”. Algo que no sería errado hacia el final del día con los resultados definitivos.
Para cuando llegó Scioli al edificio, la tendencia se mantenía ya con el 3% de las mesas escrutadas. El próximo en exponer la cara frente las cámaras fue Marangoni, el titular del Banco Provincia y amigo intimo del ex motonauta. No hubo cambios en el speech pero ya con el 10% de las mesas escrutadas y con una diferencia mucho mas abultada: casi 10 puntos de diferencia. Con frases como “Esperemos, aún falta mucho. Este resultado no es definitivo” alimentaba a la prensa quien posiblemente hubiese sido el titular del Banco Central si Scioli hubiese triunfado.
Para esa hora, pasadas las 20 de la noche, el Obelisco comenzaba a colmarse de las señoras de siempre con canticos promovidos por el relato y los titulares de Clarín, “la gente festeja con banderas de Argentina”. “Que país horrible horrible” escucho de un periodista que pasa por detrás mío al percibir que leo ese titular. Otros discutían la amplia diferencia (se mantenían los 10 puntos) y trataban de dilucidar los errores de campaña y los últimos años de Cristina Kirchner a cargo del ejecutivo en un análisis desesperado. El nombre de Randazzo fue susurrado. Quizá ilustrando una realidad futura y aunque no pasó a mayores, La Cámpora resistía en Plaza de Mayo algunos golpes de la Federal.
Para las 21.30 la derrota no sólo era inminente, el resultado era irreversible: 10 puntos con más del 50% de las mesas escrutadas. Fue en ese momento que el candidato por el FPV, Daniel Scioli, se hizo presente en el escenario junto a su familia y equipo. La cara de su hija Lorena, con los ojos hinchados y el maquillaje corrido por las lágrimas, lo decían todo. Sus primeras frases fueron de aliento y esperanza, fiel a su estilo. Luego vino el reconocimiento sabido y al mismo tiempo, el peor esperado: “Ya lo llamé al ingeniero Mauricio Macri para felicitarlo”. Las lágrimas se hacían presente entre el poco público que no era prensa. El resto era silencio. El gobernador continuó con sus palabras finales como candidato a presidente. Con un cierre de reconocimiento hacia la militancia que lo esperaba en la Plaza, quien será en pocos días sólo el licenciado Scioli dijo: “Mi espíritu es de colaboración, para defender a los más humildes, a los trabajadores, a la clase media y las conquistas de estos años. Quiero agradecerles el acompañamiento a quienes le han sacado tiempo a su familia y a su trabajo. La militancia superó a nuestro espacio político”.
El gobernador bonaerense suele resaltar que durante su vida se ha sobrepuesto a muchos momentos difíciles. Ahora deberá enfrentarse a la necesidad de superar la derrota electoral, sin poder territorial ni legislativo. Quizás su última participación en política. El búnker quedó vacío rápidamente tras las palabras de derrota. Los periodistas se fueron antes que el candidato. Ya no quedaba más para ellos en ese lugar. La pequeña sala del NH Hotel ahora parecía más grande. Las pantallas con las leyendas Scioli Presidente iluminaban el recinto y quedaron en el piso algunos de los libros sobre su vida que alguien había olvidado o abandonado a propósito. Todo un relato de la historia.
Sin embargo, en la Plaza de Mayo el ambiente era otro. La militancia cantaba extasiada entre lágrimas: “Che gorila, che gorila, no te lo decimos más, si volvemos a los 90, qué quilombo se va a armar” cantaban contra el presidente electo.
A pocas cuadras, en el obelisco, el clima era otro. Había pantallas de colores con la leyenda “Gracias” o “Ahora más juntos que nunca”, pibes con bermudas de colores cantaban enardecidos: “Argentina, sin Cristina”. Bocinas, globos y el confeti macrista de siempre ayornaban la fiesta. Entre sonrisas agresivas, algunos bromeaban con lo que parece ser se viene en nuestro país: “Vamos a echar a todos los vagos”; “se les acabó el curro, ahora van a tener que agarrar la pala”.
En un balotaje inédito en nuestro país y que deja muchas preguntas, votaron 25 millones de personas. Macri será presidente sólo por algo más de 700 mil votos porque el candidato de Cambiemos finalmente ganó por el 51,4 por ciento de los votos. La segunda vuelta deja como resultado un presidente y dos países distintos.
Mientras se sigue sin romper el maleficio: un gobernador de la provincia de Buenos Aires aún no puede ser presidente. Por el contrario, se repite la fórmula de 1999, un jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se convierte en primer mandatario de la mano de alianzas con otros sectores. La diferencia que quién ganó ahora representa lo que comenzó con una junta vecinal con el apoyo de los radicales y en la anterior, se trató de un radical con apoyo de los representantes de los mercados quien había ganado las elecciones. Sí comparten otra cosa: ambos tuvieron una gestión parecida en la Ciudad.
Ya con el resultado final, en las redes sociales comenzaron a ser tendencia los pedidos de recuento de votos con denuncia de fraude porque, supuestamente, se subieron los telegramas con irregularidades. El lugar más sospechado era Córdoba, donde el macrismo se impuso por algo más del 70 por ciento. Es que al final del día la diferencia se achicó significativamente a sólo 3 puntos con casi el 99 por ciento de las mesas escrutadas. Esa sería la última actualización del sitio oficial de carga de datos.
La mayor diferencia que se dio en un recuento de votos en nuestro país es de 0,36 por ciento. Scioli sumó 300 mil votos en el escrutinio definitivo del 25 de octubre cuando necesita más de 700 mil. El sueño de revertir el resultado mediante el recuento de votos parece ser sólo un espejismo. La realidad es que a partir del 10 de diciembre la especulación financiera gobernará el país, y no hay consuelo entre los herederos del kichnerismo que ahora, por primera vez, serán llamados “oposición”.