El cronista fue a Obras el sábado a ver a la Delio Valdez en un Obras que fue una fiesta de diez mil personas. El regreso de Ivonne, los hits para bailar hasta que duelan los pies y la idea de que cada persona importa en esta banda cooperativa que rompe los moldes.
Por Gabriel Casas / Foto: Delio Valdez oficial
Mi amiga Nuria, a la que conozco hace más de 25 años, una noche hace dos años me hizo escuchar a la Delio Valdez. Enseguida me encantó. Y bailamos su música cada vez que podemos desconectarnos. Cuando dejamos de hacer equilibrio.
Me mostró los videos de muchos recitales de la Delio tanto acá en la Argentina, como en diferentes países. Cumbia colombiana. De la buena. Un grupo con muchxs integrantes, que funcionan como piezas de un mismo reloj. Y con una Ivonne a la que le había perdido el rastro tras su paso por Bandana.
Siempre me gustó la cumbia. Las Palmeras, La Mona, Leo Mattioli, Gilda, Damas Gratis, Karina la Princesita, etc. Voy seguido a un bar en el que no ponen cumbia, ni cuarteto. Y me encanta la música que pasan ahí de rock y pop nacional e internacional. Sin embargo, la cumbia me tira. No es como a muchxs, que solamente se enloquecen cuando la pasan en los casamientos o en los cumpleaños. La bailo adónde sea. Y es un estilo sencillo de bailar.
Pero volvamos a la Delio porque este sábado llegué a Obras media hora antes a buscar mi acreditación. Tone, la encargada, me preguntó si prefería platea o campo. Sin dudarlo le respondí que campo. Es que además de tener que escribir esta nota, tenía que sentir la esencia en el lugar popular, bailando a la par de todas y todos. Tres personas que conocí ahí, me encendieron, y me entregué a la fiesta.
Apenas empezó el recital, me di cuenta de que las diez mil personas que bailaban ahí conmigo sabían las letras de todos los temas. Y se produjo el ida y vuelta con la banda.
La gran explosión fue en el tercer tema cuando apareció Ivonne. Volvió tras tener a su hijo, en esta última fecha de la gira de verano. Ella brilla. Su voz penetra todos los sentidos y le pone el cuerpo a cada letra y cada nota musical.
La Delio divide las apariciones de sus estrellas cada tres o cuatro temas. También de algunos invitados. Y así dejan que así vaya transcurriendo el show. La aparición de Black Méndez es el otro momento de éxtasis. Cuando sale y reparte flores al público. El único problema es el sonido. Cuando presentan los temas y explican lo que sienten de estar en un templo como es Obras, no se escucha bien. Y la multitud se lo hace saber a los gritos. Pero la música sí se escucha a la perfección y eso es lo que importa, después de todo.
En el final, la canción más esperada era “Inocente”, un himno del grupo a esta altura. Es como si hubiese sido hecha para Ivonne. Ella sabe cómo llevar a la gente al clímax. También con “Cumbia sobre el mar”, el otro emblemático.
Se encienden las luces y uno se va feliz. Cansado de bailar, pero también satisfecho de tanto disfrutar gracias a esta banda cooperativa que sabe cómo trabajar en equipo y animar las almas y los corazones.
Camino por la Avenida Libertador y pienso que ojalá, la próxima vez, lo pueda disfrutar con mi amiga Nuria.