El 2019 estuvo marcado en la región, por la irrupción en las calles, en los parlamentos y en los debates en redes sociales, de los movimientos feministas que se organizaron con la estrategia de la construcción de una unidad transversal y la articulación con sectores en lucha para evidenciar a la sociedad política, interpelar a los poderes patriarcales y exigir a las instituciones de Estados y gobiernos capitalistas- neoliberales y extractivistas, demandas coyunturales y reivindicaciones históricas.
Por Laura Salomé Canteros
En Argentina la coyuntura se vio dominada por las elecciones y del resultado nada escapan los feminismos: por primera vez gobierna el país una fórmula presidencial a favor del derecho a decidir. Es que en mayo, en el día de acción por la salud de las mujeres, la presentación del Proyecto de #AbortoLegal volvió a llenar las calles tras su rechazo, un reclamo que seguirá en campaña hasta que sea Ley. Por otro lado, el juicio que marcó una era llegó a su fin y la condena contra Cristián Aldana significó que el #YaNoNosCallamosMás de las pibas se escuche en los Tribunales porque están construyendo mundos mejores para todxs.
Así lo evidenciamos, para nosotres y para el resto de los movimiento sociales, en el 34 Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries, que se realizó en La Plata en octubre. Un pacto multitudinario para un feminismo sin fronteras, una base fundamental para que el 25N la marcha se posicione en solidaridad con otras hermanas y en contra del Golpe de Estado en Bolivia, una expresión que hizo más que derrocar un presidente legítimo: revitalizó el desprecio de las clases altas contra las mujeres de pollera y consolidó al poder a fundamentalistas religiosos.
En Ecuador y en Chile, los feminismos acompañaron las insurrecciones campesina y estudiantil. La represión de parte del Estado -asesinatos, torturas, violaciones, privaciones ilegales de la libertad- generaron los lazos sociales y lo que comenzó como un estallido se fue transformando en un proceso de lucha por la vida digna. Y ojalá en un proceso de cambio profundo. En México, el aborto fue Ley en Oaxaca y la rebelión feminista ante la cobardía del odio machista nos recordó que nos cuidamos entre nosotras. Porque “el violador eres tú” y lo señalamos hasta en el conurbano.
Un pañuelo verde recorre Nuestra América interpelando en nombre de las que no pueden hacerlo. Reclama otras ciudadanías, vida digna y defensa de la tierra y el agua, que se nos escuche ante lo evitable, el reconocimiento de la soberanía sobre nuestros cuerpos- territorios. Así asistimos a la condena de los autores materiales de nuestra compañera Defensora, Berta Cáceres en Honduras y a la liberación tras la lucha de Evelyn Hernández en El Salvador, una presa política de la decisión del Estado de perseguir a las mujeres pobres. También a la excelente elección que realizó Thelma Cabrera en Guatemala, una luz de esperanza para los pueblos indígenas en un país secuestrado por el pacto de corruptos.
En 2019 construimos esperanza, unidad (también rabia), participando de los conflictos sociales que batallan contra el fascismo, la derecha y el neoliberalismo como modelos de odio y exclusión. Para el 2020 la pregunta es clara: ¿se animarán los feminismos a ir por todo en la región?