Por Matías L. Marra, desde Mar del Plata. Seguimos reseñando películas que forman parte de la amplia programación del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Sucesos argentinos
Sucesos argentinos fue el primer noticiero argentino, que era producido para ser exhibido en los cines, antes de cada película.
Recientemente el Museo del Cine e INCAA TV iniciaron un proceso de restauración y digitalización de los capítulos del noticiero (así como de otras tantas películas, dieciocho de las cuales son exhibidas en el festival). Dada la importancia cultural que implicó desde su primera edición en 1954, hubo algunos capítulos de Sucesos argentinos dedicados al festival.
Los capítulos son exhibidos al comenzar las proyecciones. Así, con el particular estilo del narrador, vemos llegar a Buenos Aires y posteriormente a Mar del Plata a las estrellas del cine de la época, las vemos ir a ver un partido de pato, comer asado campero (el narrador menciona cómo la etiqueta es corrida para comer unas costillitas con la mano), bailar, entre las tantas cosas que hacían las estrellas –nunca las vemos en el cine…-. No podía faltar, por supuesto, el General Perón que presidía los actos.
Cativeiro (Cautiverio, Portugal, 2013)
El cine portugués se las trae. Continuando el ciclo España alterada, programado por Cecilia Barrionuevo y Marcelo Alderete, este año se hace un foco en Portugal.
Cativeiro forma parte de esta sección (así como Gambozinos que reseñamos ayer, que integra un programa de cortos) que presenta un panorama de la actualidad del cine de la península ibérica en el que conviven muchísimos estilos y abordajes, y que merecen la atención de quienes creemos en la búsqueda constante de lo nuevo.
Con recursos del cine documental de observación, André Gil Mata retrata los últimos días de su abuela. Cree que a pesar de que ya no pueden comunicarse como antes por su pérdida de audición, hay un momento, cuando él llega a la casa, en la que ella le sonríe y responde que todo está bien, aunque no sepa bien qué le preguntó él en realidad.
Cativeiro expresa el amor en una de sus formas más puras, donde la memoria es la forma más elevada del querer. Los registros de su abuela, en sus infinitas formas (Gil Mata se hace preguntas sobre los formatos audiovisuales), no podrían ser si no fuera por el amor que está depositado sobre las imágenes.
Incluso Cativeiro podría no existir. Finalmente una película es un objeto más. Pero Gil Mata confía tanto en sus imágenes que su abuela vivirá para siempre. El cine siempre es tiempo presente, y esos registros de su abuela se harán siempre aquí-ahora en cada proyección, y en cada espectador que pueda sentir aunque sea un poquito de todo el amor que hay en Cativeiro.
Los cortos de María Cañas
María Cañas iba a formar parte de España alterada el año pasado pero los programadores no pudieron contactarla porque le habían hackeado el email. Es un dato interesante para conocer a una de las directoras (y perdón por usar una palabra tan obvia) más irreverentes del cine actual.
Completamente alejada de la industria, produciendo muchísimo desde los márgenes, María Cañas hace un cine en el que convive un fuerte peso teórico (Foucault, Bakunin, Kulechov, García Pelayo) que es trasladado de manera muy compleja al video.
Cañas afirma hacer videomaquia. Los toreros tauromaquia, ella videomaquia. Su cine no es una piedra que es una película, es una bomba en la Casa Blanca, en el despacho presidencial si queremos ser más precisos. Cañas es una terrorista del video, y hasta considera como grado máximo del artista el anonimato (la clandestinidad, digamos).
Sus películas son complicadas. Pero esta provocación a todo desde convicciones es muy valioso. Cañas retoma la tradición de los grandes realizadores de cine experimental. Invitamos a los lectores a ver sus cortometrajes, que se encuentran online para ver gratuitamente. (“Por favor clickee el ojete/Please click the glory hole” dice la página para ingresar al menú).
“Renovarse siempre o la muerte”, dijo Cañas antes de presentar sus cortos. Nos hace pensar en lo de siempre: que viejos jóvenes, que jóvenes viejos, y esas cosas.