Por Gabriel Casas
El periodista (deportivo), reflexiona sobre la conmemoración de ¿su? día. Una excusa para repasar el oficio del periodismo (a secas), los motivos por los que se celebra en ese día y la ética que atraviesa la profesión.
Extrañamente –o no–, el 7 de noviembre está “decretado” como el día del periodista deportivo. No sé bien por qué los periodistas deportivos debemos celebrar también un día aparte del resto de los colegas de otras ramas de la profesión. Y peor es que esta fecha coincida con la creación del programa radial La Oral Deportiva –hace más de ochenta años– de José María Muñoz, el relator oficial cómplice de la última y más sangrienta dictadura cívico-militar que enlutó tanto a los argentinos.
Soy periodista deportivo desde hace 15 años en gráfica y trajiné varias redacciones. Además, coincidí en el trabajo diario en eventos de todo tipo con muchos a los que se podría denominar PDP (periodistas deportivos puros), especializados en fútbol en la televisión, la radio y la gráfica. Ellos mueren por la primicia, por jactarse de sus fuentes (¿por qué legalmente podemos ocultar nuestros informantes si muchas veces se dicen cosas sin chequear o, peor, directamente mentiras? ¿Es ético eso?), por no cultivar el compañerismo o el respeto entre colegas. También por intentar hacerse los compinches (para no decir sobarles el lomo) de los verdaderos protagonistas para tener exclusividad de notas. O, peor, por defender los intereses de sus patrones, antes de preferir llegar a la verdad.
Ahora, especialmente en televisión, hay un show del periodismo deportivo futbolístico. Por algo un profesional como Horacio Pagani, que tenía más de 30 años de escribir para el diario Clarín casi en el anonimato popular, se hizo famoso por sus rabietas en la pantalla “boba” en escasas temporadas. Además, como hay que llenar tantas horas de aire en la tele o en la radio, entonces conocemos la vida y obra de los protagonistas –incluidas las intimidades– del mundo de los deportes.
El periodismo es otra cosa
Por suerte, también en la profesión, compartí trabajo y aprendí de colegas que siempre lucharon por otro tipo de periodismo, distinto al que vemos y se consume habitualmente. Pablo Llonto fue mi maestro en ese sentido. Además de periodista deportivo (trabajó en los diarios Clarín, La Razón, las revistas El Gráfico y Un Caño, en diversas radios y canales de TV), Llonto es abogado y representa ad honórem a familiares de desaparecidos por la dictadura militar.
Por todo lo mencionado, el único día del periodista que celebro es el 7 de junio, por la creación en 1810 de La Gazeta, el primer diario argentino. Y como para demostrar el porqué de semejante decisión, les dejo las palabras de Mariano Moreno, su fundador: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con quien miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Aires”.