Por Diego Fina. La selección argentina visita a Bolivia en el Hernando Siles por las eliminatorias sudamericanas, con el recuerdo fresco de la última goleada sufrida en los más de 3600 metros de La Paz. El entrenador Alejandro Sabella cambia esquema y nombres en busca de un buen resultado.
Cada vez que se aproxima el viaje a suelo boliviano el foco se sitúa en el factor de la altura. No se hace referencia a los jugadores, formación y presente futbolístico de los locales, sino a ese plus que les brinda el hecho de estar acostumbrados a competir en condiciones atípicas para la mayoría de los mortales. Llegar mucho tiempo antes para aclimatarse, arribar sobre la hora del partido; son muchas las teorías implementadas, pero lo cierto es que cuando la pelota comienza a rodar las pulsaciones van a mil y, en algunos más y en otros menos, el cuerpo padece las condiciones naturales de La Paz y sufre la falta de oxígeno.
Como dijo Marcelo Bielsa años atrás, no se debe subestimar a la altura pero tampoco hay que sobrevalorarla. La primera de las premisas se vio reflejada en Diego Maradona y los resultados fueron elocuentes: 6 a 1 y derecho a los libros de historia. Pero además del aspecto físico, el factor psicológico también juega. El hecho de tener un excesivo respeto puede resultar contraproducente para los protagonistas, al regular y administrar de sobremanera el rendimiento por temor a quedarse sin piernas prontamente. Las estadísticas son elocuentes, aunque no garantizan nada. La Argentina sólo logró tres victorias en ocho presentaciones visitando a Bolivia, en el ‘65, el ‘73 y el 2005, esta última con José Pekerman como entrenador.
Ante este difícil desafío, Sabella ideó un minucioso y viejo conocido plan estratégico con un 5-3-2 en la alineación, demostrando su versatilidad en la conducción técnica. La idea de juego debe pasar por ciertos puntos clave. En primer término la tenencia de la pelota como bandera, jugar al pie y con pases cortos, priorizando que la que corra sea la pelota y no los jugadores, evitando el uno contra uno en los espacios y los pelotazos largos que atentan contra el físico. Hay que defenderse con la redonda. La duda es saber si los jugadores tienen las características para llevar adelante esta tarea. La falta de Fernando Gago es vital en este aspecto. Su reemplazante Ever Banega en parte puede suplir su ausencia a base de su buen pie y visión, asociándose con Lionel Messi, aunque el crack del Barcelona tiene a la velocidad como una de sus características principales. También será todo un reto para Ángel Di María salirse del libreto, sabido profundo y vertical, y para Rodrigo Palacio, quien atraviesa por un gran momento personal e integrará la delantera con Messi. El posible equipo: Romero; Peruzzi, Garay, Basanta (o Domínguez), Campagnaro, Clemente Rodríguez; Banega, Mascherano, Di María; Messi y Palacio.
Ahora, qué hacer cuando no se tiene la pelota. Será determinante poder cubrir todo el campo y tener un equipo corto. No permitir los desbordes y cubrir las bandas, no dejarse comer las espaldas. Por otro lado evitar las faltas cerca del área considerando la tendencia de los bolivianos a rematar al arco y sabiendo de la violencia que toman los disparos (realmente la pelota no dobla, o al menos lo hace tardíamente como dijo Sabella). Manejar el ritmo del partido, no meterse atrás y ser criterioso al momento de tomar decisiones resultará crucial para los jugadores argentinos, por ejemplo ante la posibilidad de contragolpear, que tampoco debe ser una prohibición.
Parece una ironía. Pero en un lugar donde la falta de oxigeno es moneda corriente, la albiceleste puede conseguir un poco más de aire en su lucha por clasificar al Mundial de Brasil 2014. Enfrente tendrá principalmente a un rival que ya se cobró muchas víctimas: la altura de La Paz.