Por Matías L. Marra. Encasillar en un único género a Mati Zundel resulta imposible, pero en un primer acercamiento genera la pregunta: ¿qué es esta música electrónica… combativa?
Basta con observar la lista de bandas que se presentarán en el próximo Cosquín Rock, con ir a un boliche, o simplemente prestarle atención a ese que pasa con la música de su auto a todo volumen, para deducir que no hay nada nuevo en el ámbito musical en nuestro país.
Desde principios de la década anterior, en el ámbito mainstream* no se ha producido nada que pueda pensarse como nuevo, sino más bien una reversión más de una fórmula que ya ha funcionado.
Es por eso que para ir a la búsqueda de lo nuevo, eso que caracterizaba a los jóvenes de hace ya algunas décadas, es necesario hacer una investigación más exhaustiva. Lo nuevo está siendo producido por abajo, entre la cumbia, la música electrónica, y el folklore.
Mati Zundel es un músico argentino, que lanzó en 2012 su excelente disco Amazónico gravitante, editado por ZZK Records. Lagartijeando, como se hace llamar también Zundel, se hizo mayormente conocido con su video Señor Montecostez. [http://www.youtube.com/watch?v=NbUfQpF3PFA]
Allí está gran parte de la esencia de Zundel y su Amazónico gravitante: la relación entre lo andino, el campo y la ciudad. Esta relación opera como diálogo constante al interior de las canciones y en la globalidad del disco.
Luego de una introducción que remite a la atmósfera particular del título del álbum, el primer tema es “El Alto de La Paz”, que canta el montrealés Boogat. Llama la atención que luego de haber escuchado algo más cercano a la fiesta, todo gire a lo completamente combativo. Boogat canta sobre quemar la bandera blanca, la bandera de la rendición.
No resulta casual que el disco empiece con esta canción, que es casi una declaración zapatista. Desde El Alto de La Paz, desde las tierras más altas de Nuestra América, bajan nuestros orígenes y nuestro presente particular, a dar la lucha y quemar la bandera blanca.
Y así comienza el viaje gravitante, con la canción “Por el pueblo”, que narra un viaje. Al viajero de la canción, el sueño perdido le agarra la mano. Hay un mañana, un futuro, en el que suenan instrumentos autóctonos, la base electrónica, y la noche. Se mezcla la instancia máquina de la ciudad y el folklore.
Zundel transpone la situación de baile del folklore al presente. Esto se potencia en “Aero Tinku”, un tinku en el aire donde resiste lo que puja por no morir y Zundel trae al presente. En Amazónico gravitante está la reivindicación del pasado de manera activa, a la que suele referir el mismo músico. Eso es lo combativo en Zundel, independientemente del contenido de las letras, que van en la misma dirección. En Zundel el combate está en el rescate de la música que estaba perdida en locaciones específicas.
La música de Mati Zundel se va tejiendo como capas complejas que se repiten en la canción. El ya tradicional beat electrónico ha sido desplazado para que lo que se repita sea el sonido tribal, el sonido amazónico.
Frente al estancamiento del mainstream, Amazónico gravitante es un disco lleno de discurso y renovador. Mati Zundel es un punto de giro en la música argentina, de esos de los que no hay retorno.
*Mainstream: corriente principal, música de moda.