Por Agustín Bontempo
En la jornada de ayer se disputó una nueva edición del segundo clásico de fútbol más importante del país, entre Racing e Independiente. El resultado fue de 1 a 0 para la Academia con gol de Diego Milito de penal ante más de 50 mil personas que colmaron el cilindro.
“Los clásicos son partidos aparte”, suele ser la frase más común que se escucha en torno a este tipo de encuentros. La previa puede ser leída desde dos miradas. La favorable a Independiente es la que dice que el Rojo le llevaba 23 partidos de diferencia en el profesionalismo a su rival, lo que demuestra que a Racing le cuestan, y mucho, estos clásicos. Por parte de la Academia, ser el actual campeón del fútbol doméstico, estar entre los ocho mejores equipos de América disputando la Copa Libertadores y enfrentando a su rival, ascendido del Nacional B a mediados del año pasado y de mal pasar en el torneo local. Pero, los clásicos, siempre son particulares y así se presentaba el duelo de Avellaneda.
El partido fue parejo, aunque mostró a un claro y merecido ganador. Racing triunfó bien, pero sin sobrarle mucho. Los iniciales 30 minutos del primer tiempo mostraron a una Academia muy parecida al campeón: profundo, atacador, peligroso. Hasta el minuto 23, en el que Milito convirtió el único gol del partido desde los doce pasos después de una clara infracción de Victor Cuesta, casi todo era del conjunto conducido por Diego Cocca. Luego, Independiente logró recuperar el balón y ser superior en el juego, aunque no pudo trasladar esa diferencia a una situación clara de gol.
Además del gol, otros dos datos son relevantes y podrían haber cambiado la historia. A los 12 minutos, Marcos Acuña convirtió un gol que hubiese sido la apertura del marcador. El mismo fue correctamente anulado. Cerca del final, a los 43 minutos, el mismo Acuña debió haber sido expulsado producto de un fuerte pizotón sobre Tagliafico.
El segundo tiempo fue todo de Racing. Mayor tenencia, asociación en ataque, contragolpes. Saja, con la seguridad de siempre. Una defensa bastante sólida, un mediocampo que jugó al ritmo de Luciano Aued y el temible dúo ofensivo, con un Gustavo Bou que juega cada vez mejor y el Príncipe Milito que volvió a tener una gran actuación luego del bajón producto de su lesión en la rodilla. Incluso, al minuto 21 Camacho convertía lo que hubiese sido el segundo gol de la Academia pero el tanto fue correctamente anulado por posición adelantada.
Por su parte, Independiente nuevamente volvió a ser más que sus resultados. En esta magra racha de 7 paridos sin conocer la victoria, el Rojo mereció más puntos de los que tiene. Varias veces superó a sus rivales pero la falta de fineza a la hora de definir y un juego defensivo que no da garantías, hace que pierda puntos. Si pensamos en las opciones de gol, Racing podría haber triunfado por al menos dos goles más pero en el juego eso hubiera sido injusto. Por eso, el resultado refleja la diferencia entre ambos equipos dentro del campo.
A la hora de tener la pelota, los diablos lograban conectar pases, abrir la cancha, pero el último toque o los disparos al arco siempre fueron desviados, y cuando no, Sebastián Saja cerraba las puertas.
Además de los goles perdidos por el elenco académico, el dato más resonante del segundo tiempo fue la expulsión del capitán de Independiente, Federico Mancuello, que debió dejar la cancha luego de un patadón a los 44 minutos.
Por estas horas, se discute la continuidad de Jorge Almirón quien, preso de este fútbol que pondera los resultados más allá de los proyectos -incluso si el torneo tiene 30 equipos y solo dos descensos-, está en el ojo de la tormenta aunque su elenco suele hacer buenos juegos.
Por otro lado, luego de esta gran y merecida victoria, Racing ya piensa en la vuelta frente al Guaraní de Paraguay por los cuartos de final de la Copa Libertadores de América.