13 años es un tiempo suficiente para que algunas cosas cambien e incluso vuelvan a su estado inicial. 13 años es un tiempo suficiente para que algunas cosas ocurran por primera vez y para que otras se repitan. 13 años después seguimos prendiendo la radio, como su hijo Gustavo aquella noche, y soñamos con la respuesta a esa pregunta que hace 13 años no dejamos de gritar: ¿Dónde está Julio López?
Por Lucas Jiménez*
“López cenó con su mujer y su hijo. Como era su costumbre desde aquella noche de 1976 en que una patota parapolicial se llevó a su marido y la dejó sola con sus dos pequeños hijos, Irene tomó una pastilla para dormir y se acostó. Gustavo se fue a su habitación. Estaba recién separado y no andaba bien, así que se encerró en su cuarto a escuchar por radio el partido que Gimnasia jugaba de visitante con Banfield en el insólito horario de las 9 de la noche por la séptima fecha del fútbol local.
López se quedó solo, levantado, mirando Fútbol de Primera por televisión. Aquel domingo Boca había empatado 0 a 0 con Godoy Cruz, pero celebraba con una vuelta olímpica la Recopa que acababa de ganarle al San Pablo, en Brasil, y le realizaba un homenaje al nuevo técnico de la Selección Nacional: Alfio Basile. Le gustaba el fútbol y era fanático de Boca. Aunque estaba nervioso por el juicio, se entretenía.
Irene dormía cuando él entró al cuarto, abrió su lado de la cama y se dio cuenta de que le sería difícil pegar un ojo. Quizá durmió un poco.
Es lo último que, aún sin certezas, puede saberse sobre él.”
Fragmento del libro de Miguel Graziano-En el cielo nos vemos. La historia de Jorge Julio López
El 18 de septiembre de 2006 es uno de los días más tristes desde la vuelta de la democracia en Argentina porque nos revivieron todas las pesadillas. Nos dimos cuenta que siguen ahí agazapados y que si no luchamos día a día por la memoria, la verdad y la justicia siempre pueden hacer que el pasado se pegue una vuelta por el presente con consecuencias terribles.
“Me parece algo terrible esa situación, su desaparición, que no tiene que ver con la historia de un solo hombre, sino con muchísimas cosas que suceden. Y que pasan seguramente también en otros lados, pero uno piensa en Argentina, porque es el país de uno. La verdad es que este tipo de hechos son realmente terribles. Y ya no deberían pasar más”, opinó un tal Lionel Messi sobre la desaparición del albañil en la revista La Garganta Poderosa en 2011.
La noche del 17 de septiembre de 2006, sin saberlo, mi atención estuvo en el mismo lugar que la de Gustavo López, uno de los hijos de Jorge Julio. Por aquellos tiempos no había partidos los domingos a las 9 de la noche porque a las 10 empezaba Fútbol de Primera que tenía el monopolio de los goles. No sé porqué ese domingo fue distinto. Banfield debía jugar a las 9 contra Gimnasia de La Plata. Pero el partido empezó 9 y media por una demora del micro que trajo al conjunto visitante al sur del Conurbano. El encuentro terminó 11 y media, más la salida de los hinchas visitantes, yo y toda la gente de Banfield nos fuimos casi a las 12 de la noche del estadio Florencio Sola, bordeando el 18 de septiembre fatídico.
A la distancia Gustavo habrá apagado la radio masticando bronca por un opaco 0-0 que marcaría lo que sería el torneo de ambos equipos. Ellos dirigidos por Pedro Troglio empezarían el tobogán que terminó en el 0-7 en el clásico con Estudiantes. Nosotros despidiendo viejas glorias como el Archu Sanguinetti y recibiendo jóvenes promesas como Darío Cvitanich. Mientras Gustavo y yo rogábamos por un gol que nos alegre el domingo, Julio López festejaba frente a la pantalla la Recopa recientemente obtenida por el Boca de Basile, que se despedía ante su gente para ir por su revancha en la selección argentina.
El fútbol nos cobijó a los 3 con su gran abanico de opciones:empates, trofeos, despedidas. Esa noche estuve mentalmente en el mismo lugar que Gustavo y quizás vos viste el mismo programa de televisión que Julio, el último programa de televisión que vio Julio López antes que los mismos de siempre lo secuestraran por segunda vez.
Hoy es 18 de septiembre pero de 2019. Fútbol de Primera ya no existe más, los partidos fueron transmitidos en una época por canales de aire y ahora volvieron a manos privadas. Como en 2006 Gimnasia está atravesando una situación futbolística complicada. Su último lugar en la tabla y los 11 puntos que lo separan del último equipo que se estaría salvando del descenso, son muestras claras de que irse a la B (hoy Torneo Nacional) es una posibilidad concreta.
El Lobo ya pasó otras veces por esta situación apremiante. Antes del último descenso en 2011 recién había bajado de categoría en 1979. A Julio López “lo habían liberado hacía poquito. Había estado secuestrado entre octubre de 1976 y junio de ese año. Lo habían torturado en el Pozo de Arana, uno de los centros clandestinos de detención a cargo del represor Miguel Osvaldo Etchecolatz. Enterado de la situación deportiva del Lobo, optó por acompañar a los suyos al desenlace de una campaña magra. Eligió el silencio ante el desconsuelo tripero. Lo consoló como pudo a su hijo Rubén frente a la impotencia de no poder evitar su sufrimiento. Después de haber visto de al lado la ejecución del plan sistemático de exterminio implementado por la dictadura, perder la categoría no parecía tan serio”, aporta un fragmento del texto “Jorge Julio López, estampa de entrenador” de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino.
Por otra parte, en Banfield el domingo pasado volvió Javier Sanguinetti, pero ya no como jugador, sino como ayudante de campo de Julio César Falcioni. Boca, que ese domingo jugó su primer partido en la historia contra Godoy Cruz, lo enfrentaría muchas veces más y el Tomba sería el escolta del último torneo local que ganó el Xeneixe en 2018.
El primer campeonato de Primera División que ganó Boca jugando en la Bombonera fue en 1940. Para el xeneixe jugaba un defensor, o como se lo denominaba en esa época, un half izquierdo o derecho, llamado Arcadio Julio López. Boca se lo había comprado a Ferro a cambio de una tribuna de madera y 410 sillas-plateas. Jorge Julio López tenía 11 años cuando en su Boca campeón había un tocayo suyo jugando.
El albañil, que tenía 77 años cuando fue secuestrado por segunda vez, no pudo ver que Basile duró poco en la selección. Además de Coco entre septiembre de 2006 y septiembre de 2019 en ese banco vimos pasar a Maradona, Batista, Sabella, Martino, Bauza, Sampaoli y ahora Scaloni.
Justamente Maradona, hace poco más de una semana, pisó el Bosque para ser presentado como técnico de Gimnasia. Lxs hinchas triperxs se aferran a la ilusión de que el Diego lxs ayude a salir de los puestos de descenso directo. No es el primer ídolo que Boca y Gimnasia comparten. Beto Márcico y Guillermo Barros Schelotto seguramente formaron parte de horas de elogios futboleros compartidos entre el bostero Julio López y sus hijos triperos Rubén y Gustavo.
Diego Armando no pudo contener las lágrimas al ver el estadio Juan Carmelo Zerrillo explotado. “Hoy me sentí en el cielo cuando todo el estadio gritaba ‘Diego, Diego’”, expresó en la conferencia de prensa. Al día siguiente en una entrevista en Fox Sports reconocería que no pudo contener las lágrimas porque cuando estaba en el túnel se le apareció la imagen de su mamá. Doña Tota falleció en 2011 y Diego la despidió con una carta que cerraba con un “¡Nos vemos en el cielo mamá!”. Desde el cielo lo vieron. Doña Tota y Julio López.
“Algún día volverá, le gustaba ser peón. No se halla por acá ya ha de haber una ocasión. Mientras tanto al escuchar por la radio un chamamé él remonta un sapukay. Es su modo de volver.”
El cielo del albañil-Teresa Parodi/Antonio Tarragó Ros
*Publicada originalmente en Lástima a nadie, maestro