Por Leandro Albani / Foto Oskar Hernando
La actual crisis económica mundial, el avance del agronegocio y los transgénicos, la histórica lucha campesina en todo el mundo y las propuestas de la Vía Campesina Internacional para impulsar modelos de producción y de vida que rompan con el actual sistema de consumo, fueron algunos temas abordados por Unai Aranguren, miembro del Comité Coordinador de la principal articulación de organizaciones campesinas a nivel global.
-¿Cómo es la situación actual del campesinado en Europa?
-En Europa el campesinado representa solo el 3% del activo. La crisis se está aprovechando para reducir mucho más los derechos de los campesinos y de las personas en general. Hay una crisis climática, energética y social, sobre todo en el sur de Europa, y los estados han perdido sus soberanías. Los lobbys económicos están diciendo qué medidas tienen que tomar los países: bajar las jubilaciones o desahuciar casas que quedan en manos de los bancos. Ante esta situación, el campesinado tiene una resistencia fuerte. Esta crisis sirve como oportunidad para que muchos jóvenes que están en las ciudades y se han quedado sin trabajo, pero tienen acceso a un pedazo de tierra, puedan empezar un proyecto de autoempleo en el campo. Vemos cada vez más que hay jóvenes que se están planteando, por necesidad y para salir adelante, volver al campo. Ahora mismo somos uno de los pocos sectores que está generando empleo.
-¿Cómo es la presencia de los agrotóxicos y los transgénicos en Europa?
-Europa es uno de los continentes que más ha empujado la producción y la venta de agrotóxicos en el mundo. Varias de las empresas más potentes están en Europa y en Estados Unidos. Gracias a la presión de los ciudadanos hemos conseguido que algunas empresas se hayan tenido que cambiar de sede a otros países porque en Europa la presión era muy alta. Pero todavía siguen intentando darle una vuelta de tuerca más y ahora están planteando una nueva revolución verde. Hablan de la agricultura climáticamente inteligente, entonces venden un paquete de semillas modificadas, de abonos y pesticidas modificados que van a ayudar a que las semillas se acoplen mejor a un medio climático cambiantes. Ese cambio climático es la consecuencia de que el sistema capitalista está acabando con todos los recursos del mundo. El cambio climático es una consecuencia de que el sistema no funciona, por eso planteamos cambiar el sistema. Para eso, planteamos que la alternativa política es la soberanía alimentaria, que es el derecho que tienen los pueblos a volver a decidir qué queremos comer y cómo queremos producir. Necesitamos acceso al agua, a la tierra, a las semillas y necesitamos gestionar nuestro territorio. Además necesitamos políticas públicas que acompañen para avanzar en la soberanía alimentaria y hacer frente a las estrategias capitalistas que intentan vendernos productos que dicen que son inteligentes. Para nosotros lo inteligente es la agricultura campesina que se ha hecho toda la vida.
-¿Cómo es la propiedad de la tierra y el agua en Europa?
-No son tan grandes los espacios de los latifundistas, por lo cual allá lo llamamos el Estado del minifundio. Hay muchas pequeñas parcelas a las que son muy difíciles acceder, porque desde Europa se está financiando y ayudando a esas pequeñas parcelas porque los productos no tienen un coste real, entonces si produces un litro de leche estás perdiendo dinero. Europa te ayuda con un dinero para esas hectáreas y obtener materia prima barata para poder exportar a otros mercados y acapararlos. Es una práctica de dumping que denunciamos. Sí estamos viendo que en algunos lugares hay agresiones hacia la tierra. Se ha puesto bastante de moda el tema de la extracción de gas y el fracking, entonces hay muchas regiones que están luchando contra esa práctica. Los Tratados de Libre Comercio (TLC) que se quieren firmar entre Europa y Estados Unidos van a abrir la puerta a ese nuevo tipo de agresiones hacia la tierra. Ahora hay unos tribunales arbitrarios que lo que quieren es que bajen las leyes para poder aprovechar y explotar mucho más la tierra y los bienes que tenemos.
-¿Cuál es la situación campesina en África?
-Las situaciones a nivel mundial son muy parecidas. En África y en Asia también está pasando algo muy parecido con el tema de acaparamiento de tierras, pero en algunos lugares la situación es mucho más dramática que en Europa, porque ya no son las empresas sino también los estados del norte los que están intentando acabar con los recursos. Hay estados como China que están tratando de entrar y meter el morro en África y en Asia para intentar competir a nivel mundial dentro del libre mercado. Los compañeros de África están muy concientizados de que uno de los ejes es la defensa del territorio y de los derechos humanos y las migraciones. Ellos están viendo que la mayoría de los jóvenes africanos no tienen alternativas y están tratando emigrar para países de Europa y cómo evitar eso. Algunas campañas que están haciendo son sobre que es posible ser joven y vivir en África. Están planteando alternativas ligadas a pequeñas producciones, a la venta local y a modelos agroecológicos. Algunos lugares como Senegal o Mali están consiguiendo que los jóvenes se queden luchando en sus tierras.
-¿Cómo podrías describir la situación del campesinado en Palestina teniendo en cuenta que es un territorio ocupado por Israel hace 60 años?
-Hace unos meses unos compañeros estuvieron en Palestina con una delegación de solidaridad, porque campesinos de Europa fueron y estuvieron compartiendo con los campesinos palestinos. Cuando estamos hablando sobre el acaparamiento de la tierra o sobre la privatización de los bienes, estos casos en Palestina se multiplican por cien. Vieron cómo campesinos a los que se les había destruido en un año tres veces sus plantaciones y cada vez que cultivaban se la volvían a destruir. Esta es una manera que tiene el gobierno israelí para que esos campesinos dejen de serlo y pasen a ser refugiados o abandonen esas tierras. Pero los palestinos y las palestinas tienen la convicción de que esas son sus tierras y quieren seguir trabajándolas, y a pesar de que sigan destruyendo sus olivos, sus huertas y sus fincas, tienen la fuerza de saber que van a seguir trabajando para defender sus derechos a la tierra, al agua, a las semillas y a los conocimientos. Pero ahora no tienen esos derechos asegurados.
-Hace más de 10 años en América Latina surgieron diferentes gobiernos progresistas y de izquierda. ¿Qué política se da Vía Campesina ante estos procesos que no están exentos de contradicciones con respecto a la tierra y su utilización?
-En Vía Campesina es un debate continuo cómo desde las políticas públicas se puede favorecer el avance de la soberanía alimentaria. El avance es muy grande cuando las políticas públicas acompañan. Estamos analizando y trabajando para que diferentes gobernantes, que pueden ser aliados estratégicos y puntuales, avancen en esas políticas públicas. Hay países que han introducido dentro de sus constituciones el concepto de soberanía alimentaria y hay muchos que llevan años haciendo reformas agrarias. En Cuba hemos visto cómo cuando las políticas públicas acompañan, y cuando un país tiene la necesidad, como Cuba, de producir su alimentación porque está bloqueada, cómo han avanzado hasta conseguir en pocos años el 80 o 90 por ciento de toda su producción. Ahora mismo ellos son autosuficientes y han conseguido una gran parte de la soberanía alimentaria y sobre todo lo han hecho en procesos agroecológicos. Es posible que cuando toma esa determinación el país vuelva a recuperar esa soberanía que en la mayoría de los países los productos llegan de cualquier parte del mundo y los que producimos en nuestros países los mandamos a otra parte del mundo, y en ese intercambio de mercancías el campesino y la persona de a pie nunca gana, solo ganan las multinacionales y las trasnacionales que hacen negocios con las mercancías.