En diálogo con Daniel Ricardo Calvo, coordinador del taller de Periodismo y Comunicación del Frente de Artistas del Borda, recuperamos la historia de la institución, del confinamiento, del maltrato y del abandono hacia quienes institucionalmente no son aptos para la sociedad.
Por Iván Barrera y Ana Paula Marangoni* | Fotos de Darío Cavacini
¿Qué situaciones de abandono viene atravesando el Borda desde antes de la pandemia? ¿Cuál es la situación actual?
El hospital viene teniendo situaciones de abandono desde sus orígenes. Es una institución con un pasado muy negro en relación con los métodos que utilizaban. Antes del chaleco químico, como nosotros llamamos a los medicamentos que se utilizan en los padecimientos mentales (en exceso, porque se sobremedica), se empleaban otros métodos totalmente crueles, tales como el electroshock, los manguerazos de agua fría, atar pacientes a la cama o celdas de aislamiento. Métodos propios de los manicomios de todo el mundo que se trasladaron al José Tiburcio Borda.
Con el comienzo de los grandes laboratorios y de la medicación de forma masiva, comenzaron a aplicar grandes dosis para mantener en un estado catatónico a los usuarios. El Estado de abandono es en todos los sentidos: la comida siempre fue terrible; la ropa que se les da viene de donaciones que por supuesto son usadas, no son a medida y no se adaptan a las personas. Si uno no tenía un aspecto de loco al ingresar, a partir de la ropa y el calzado se transforma en uno. Las condiciones internas son pésimas, a las 19 horas se les da a los usuarios la medicación junto con la cena, y su jornada queda terminada.
El abandono también corresponde a la familia, o a los amigos y conocidos. Es un tema complicado porque es fácil decir que la familia te abandona, pero todas las personas que están en los manicomios públicos son pobres y pertenecen a grupos familiares muy pobres, son familias que viven en el tercer cordón del Gran Buenos Aires o en las villas de la Ciudad. Entonces, trasladarse hasta el hospital hoy por hoy lleva un costo en el pasaje al que tienen que sumarle el llevarle algo al internado, un alimento, gaseosa, cigarrillos. Todo eso involucra un gasto que es muy difícil sobrellevar, más en este tiempo.
A su vez, está el tema de que las familias tienen sacralizado el uniforme blanco del doctor, el cual significa una súper autoridad, una voz autorizada; y si el doctor le dice que va a estar mejor, que ese es el lugar adecuado para ese padecimiento, confían ciegamente. Hace un tiempo, uno de los médicos habló con la madre de un usuario y le dijo que le iban a hacer un tratamiento. Se lo explicó en términos científicos, pero se trataba de sesiones de electroshock, y la madre lo autorizó por desconocimiento total de lo que implicaba.
También está el abandono de la sociedad, la estigmatización. Una persona que está o pasó por un manicomio es considerado un descarte de la sociedad, alguien que no produce, que no sirve para el sistema, que no vota. Está ahí amontonado como un resabio de la sociedad. Eso es estigmatizante. Cuando uno sale, busca trabajo y se enteran de que pasó por un manicomio es como si llevase un sello en la frente que lo va a llevar por toda la vida. Lo mismo que pasa en las cárceles.
La situación actual no difiere mucho del pasado. Esta solo se agrava por la situación del COVID. Los usuarios internados siempre padecieron una situación de abandono, de confinamiento o aislamiento; paradójicamente, hoy toda la sociedad está viviendo parte de lo que ellos experimentaron siempre. Aislados en un servicio, en un pabellón, en un manicomio, aislados de toda su familia. Ahora es todo más grave porque antes contaban con organizaciones sociales que trabajaban dentro del hospital pero que siempre fueron ajenas al mismo -el cual nos estigmatiza por estar supuestamente en contra de los saberes psiquiátricos; para ellos deberíamos estar presos por uso indebido de la medicina-. El hospital considera que son los únicos que tienen el saber para el tratamiento de padecimientos mentales.
Ahora todo se agrava por las medidas: tener que andar con barbijo, lavarse con alcohol en gel, que es lo que recomienda el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad. Pero hoy en el Borda no hay esos elementos, no hay barbijos, no hay jabón, no hay alcohol ni en gel ni líquido, no se cuenta con insumos. Esa es otra forma de abandono, que no solo sucede con los usuarios internados, sucede con todos los profesionales que trabajan dentro de los manicomios. La enfermería, las y los médicos, psicólogos, el personal de limpieza, de cocina, no cuentan con los elementos básicos. Un enfermero que debería tener un barbijo cada 2 horas. -que es su tiempo útil- tiene que usarlo por una jornada de hasta 12 horas. Los elementos de higiene y limpieza los tienen que proveer ellos. Los pedidos han sido constantes por parte de los profesionales y de quienes trabajan en el hospital. La consecuencia inmediata es que el COVID haya entrado en el Borda así como entró en las villas. Estos casos no son solo de usuarios, sino también de médicos, enfermeros y enfermeras.
¿Quiénes son lxs locxs?
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¿Qué responsabilidad tiene o debería tener el gobierno de la ciudad?
El GCBA tiene desde el año 2000 una ley de salud mental que es la 448. Esta ley es de una época donde todavía no había llegado la horda amarilla, en tiempos de Ibarra, era una ley progresista. Fue la primera ley que defendía los derechos de las personas internadas en los manicomios. Nunca se respetó esa ley y nunca se puso en práctica lo que aconsejaba, que era que los derechos de las personas internadas sean respetados y que tuviesen una salida cuando son externados, acorde para su vida. Que tengan vivienda, trabajo, cooperativas.
Cuando asume el macrismo la máxima responsabilidad que tuvo fue el 26 de abril de 2013, cuando a las 5 AM por el portón trasero ingresaron 400 efectivos de la policía metropolitana -hoy Policía de la Ciudad- con enormes topadoras y derribaron el Taller 19. Un taller protegido, en el cual se enseñaban oficios como carpintería y herrería a los internados para que tengan una salida laboral. Había un gran grupo de personas que enseñaba el oficio con mucho cariño, un grupo que fue totalmente disgregado. Entraron con las topadoras y tiraron abajo todo, las computadoras, las maquinarias, todo. Fue una jornada trágica. Todo esto produjo una gran rebelión en las personas que estaban trabajando en ese momento. Llamaron a compañeros, vino muchísima gente y cuando se juntó un número considerable de personas, comenzaron a disparar balas de goma indiscriminadamente y a lanzar gas pimienta y lacrimógeno. Fueron atacados los compañeros internados, periodistas, gente de los gremios, políticos, y un mundo de gente que fue a manifestarse. 4 trabajadoras y 1 trabajador fueron llevados a la comisaría, donde permanecieron 5 horas esposados. Al día de hoy siguen con la causa por desacato a la autoridad.
En cuanto a la alimentación, los beneficios de la población de los manicomios son nulos. El GCBA terceriza todo: la comida la hace una empresa privada, la seguridad es de una empresa privada y la limpieza la hace otra empresa. La responsabilidad del GCBA es cuidar estos ciudadanos. Lo que pasó el viernes 22 cuando una jauría de perros atacó a un interno que terminó falleciendo, es una responsabilidad de la que tiene que responder legalmente el GCBA. El CELS había advertido la existencia de las jaurías y ellos las negaron. Ellos lo evaden fácilmente: se llevan esos perros al Pasteur y ya deben estar encerrados en jaulas o muertos.
La responsabilidad de ellos es total, son los responsables directos. Dentro del Borda había una cárcel hasta el 2010 la cual estaba a cargo del SPF para personas inimputables para la ley, aquellas que no tienen discernimientos. Como es una persona altamente peligrosa para el servicio penal se constituyó esa cárcel, la que se reproduce en el hospital Moyano. Ellos van a tener que pagar legalmente por la muerte de este usuario. El CELS en el informe Vidas Arrasadas detallaron las violaciones a los derechos humanos que existen: violaciones, vejaciones, torturas, celdas de aislamiento, personas desnudas, personas aisladas sin comida y sin acceso a la luz solar. En el Moyano hubo personas en celdas de aislamiento durante años.
¿Ven un panorama posible para resolver esta situación?
El panorama posible es un poco la desilusión. La ley 26.657, ley nacional que se promulgó en 2010 y se debía comenzar a implementar en 2013 nunca lo hizo por intereses económicos enormes, como son los de los laboratorios y la burocracia sindical ligada a los laboratorios.
Las organizaciones sociales trabajamos en la reinserción de esas personas. Trabajamos para que vuelvan a tener una identidad propia, la identidad que fue borrada, su nombre y apellido fue transformado en una historia clínica. Como dice Alfredo Moffat “los espejos no existen”, están prohibidos, el reloj te lo quitan y el DNI te lo quitan. A eso hay que sumarle la sobremedicación y el padecimiento mental, el cual no mejora, por el contrario, empeora. Hay personal que pone la mejor voluntad, con las mejores intenciones, ayudan a los usuarios como si fueran familiares, festejan los cumpleaños, las fiestas, el fin de año, hacen lo imposible. Gente que gana muy poca plata, que vienen de lugares muy lejanos y en este panorama arriesgan su vida.
El panorama está dado desde la propuesta de las redes en la desmanicomialización, el fin de los manicomios, instituciones tan arcaicas que no deberían existir más. Transformar los centros de atención de padecimientos monovalentes a que todos los hospitales tengan un área de salud mental, como hay un área de traumatología o de ginecología. En los CESAC debería existir una atención primaria. Los hospitales están estallados y boicoteados por el GCBA, con personal muy mal pago, a los que tenés que ir a las 3 de la mañana a buscar un número. Se debe terminar con el manicomio y que las personas tengan otra salida para su externación. No se enseñan profesiones, son liberados a su propia suerte. A partir de los talleres de externos es que solamente vuelven a socializar. Esas personas deben socializar, deben encontrarse en grupos, en colectivos donde socializar.
Las obras artísticas deben salir del hospital al exterior, tienen que tener una estética de excelente calidad. Tienen que llevar una denuncia de lo que está ocurriendo. Nosotros hicimos una obra por tres años en el ex Olimpo y estábamos todos de negro. Cuando nos ovacionaban y se acercaban a nosotros nos preguntaban cuáles eran los locos. La respuesta es “¿Cuál para usted es un loco?”. Esto genera un resquebrajamiento dentro de la estructura, cuando sale esa denuncia. Las denuncias repercuten.
¿Cuáles son las demandas urgentes?
Las demandas urgentes están basadas en el cumplimiento de la Ley 26.657 de Salud Mental. No en sus preceptos legales, sino en la conformación de medios para que las personas puedan reinsertarse en la sociedad. A través de las casas de medio camino, los alquileres compartidos, pago de hoteles, a través de subsidios habitacionales. No apuntamos sólo a lo individual sino a lo colectivo, que puedan vivir juntas. También un programa de integración comunitaria que el FAB creó junto a compañeros y compañeras del Moyano y gente del MOI que consistía en pasar de vivir en hoteles a Cooperativas de Viviendas de BA y GCBA. Lo importante es que se integren organizaciones sociales, políticas y barriales, que en sus cooperativas de vivienda acepten a personas externadas que no tienen donde vivir. Esto lleva un trabajo muy fino. Cuando en las asambleas les decías a los compañeros de las cooperativas que iba a ir a vivir con ellos unas personas de un manicomio les generaban miedo. Es un miedo ancestral de las personas, ¿los locos van a venir a vivir con nosotros? Que es lo mismo que pasó con las cooperativas de viviendas cuando les otorgaron los lugares y los vecinos se enteraban que iban a vivir ahí. La idea social es que viene gente peligrosa. Hay que romper con esa idea. Los externados que están viviendo en las cooperativas son los más queridos, porque están cumpliendo al día con el pago de las cuotas del Instituto de la Vivienda y con el trabajo voluntario, de ayuda mutua. Ellos lo cumplieron como los mejores.
La demanda urgente es el cumplimento de esta ley que decía que en 2020 no iba a haber más manicomios. El gobierno macrista pasó del Ministerio de Salud a una Secretaría, y la Secretaría de Salud Mental pasó a ser una oficina. Este nuevo gobierno le asignó el título de Secretaría a Salud Mental. También hay que hacer un trabajo de concientización en la población. La ley debe cumplirse completa, más allá de lo bonito que sea. Deben terminarse lo manicomios, que no significa que los trabajadores terminen en la calle. Nadie va a perder el trabajo, va a haber más trabajo. Porque va a estar distribuido en los hospitales y en los centros de salud comunitaria, sumado a grupos de psicólogos, psicólogos sociales, enfermeros, acompañantes terapéuticos, artistas. Eso va a demandar mayor cantidad de trabajadores.
¿Desde el frente de Artistas cómo están viviendo esta coyuntura? ¿Tuvieron conflictos en particular?
El FAB está desde 1984 trabajando en los talleres artísticos, esta es la primera vez que el Subdirector del Hospital nos dice que los talleres nuestros, los de Cooperanza y los demás quedan suspendidos. No podemos hacer talleres ni asambleas. Todos los talleres del FAB están abiertos a todo el público y son totalmente gratuitos. En esta coyuntura tampoco pueden ingresar familiares y amigos. Realmente estamos viviendo este tema muy mal. En el Borda hay talleres de lunes a lunes, es un lugar donde pueden tomar mate, compartir algo, hacer viajes y todo eso lo perdieron los compañeros internados. Quedan más aislados que nunca, y desde el FAB nos sentimos muy mal, no podemos hacer nada. Tuvimos conflictos desde la prohibición y por las violaciones a nuestros espacios físicos. El viernes pasado vi que el candado de la puerta principal de uno de nuestros galpones no estaba y habían reventado la puerta. Cuando entré vi que armarios de los talleres de música y teatro fueron violados. No son pérdidas enormes porque siempre hemos sufridos robos. Todo esto con la ausencia total con las varias compañías de seguridad que trabajan en el hospital. Los vigiladores no están nada preparados. Personas que tal vez están en un banco o en un country la mandan al Borda sin preparación. Hubo agencias que tuvieron que irse porque violentaban a los compañeros internados, les pegaban. No tienen conocimiento y usan la fuerza bruta. Cambiaron las agencias, pero esto es como las comisarias: cuando estalla una bomba en una comisaria sacan un comisario y traen uno con la misma ideología. Nosotros vamos a iniciar las acciones legales correspondientes. El CELS también inició acciones judiciales por el asesinato por la jauría de perros del compañero Jorge. El hospital niega la existencia de todas las organizaciones sociales y sí avala el CC Borda que es dirigido por un psiquiatra, que es un empleado del hospital y del GCBA. Este psiquiatra comanda un CC que considera que son los únicos que pueden manejar el tema artístico. Un psiquiatra se pone en el lugar de un artista y dicen que las obras no tienen que salir al exterior.
*La entrevista se realizó con la colaboración técnica de María Fernanda Domínguez, quien participa en la coordinación del mismo taller en el FAB.