Por Federico Pita*
Compartimos la cuarta editorial del periódico El Afroargentino, que llega a su primer aniversario, rompiendo el silencio cómplice del racismo estructural y difundiendo la voz de los afrodescendientes.
El Afroargentino cumple su primer año en la calle y muchas cosas nos han pasado. Llegamos a un montón de lugares, a algunos que ni siquiera nos hubiéramos imaginado, conocimos nuevos amigos y amigas en la lucha. Y fundamentalmente, hemos ido encontrando nuestra voz en esta pequeña gran tarea que nos hemos propuesto de plasmar nuestras ideas, reflexiones, inquietudes, siempre en primera voz, para y por nosotros los afrodescendientes, como alguna vez dijimos, para romper con el silencio cómplice.
Hoy podemos decir con orgullo, que por ese camino vamos, avanzando en romper mitos y cuestionar verdades supuestamente eternas. En denunciar y desenmascarar las estrategias del racismo estructural, a sus beneficiarios y embanderados, en palabras de Stokely Carmichael, al poder blanco. Pero también hemos ido sembrando encuentro y memoria, orgullo y celebración. Porque acá estamos y no nos vamos. Porque no nos da lo mismo, porque cansados de esperar que otros lo hagan, nos ponemos manos a la obra. Porque entendemos que nadie puede hacer esto por nosotros, nadie debe alzar la voz por nosotros más que nosotros mismos. No somos ni vanguardia iluminada ni furgón de cola de nadie, asumimos el protagonismo que el pueblo afrodescendiente merece y le corresponde jugar en este momento histórico: junto a todos los pueblos oprimidos, remitiéndonos al concepto de conciencia negra del sudafricano Steve Biko, luchamos por todos nuestros “negros”, los de mente, los de alma, los villeros, los de mierda, los indígenas, los bolitas, los sudacas, todos los negros! A ellos va dedicado nuestro primer aniversario, es junto a ellos que queremos caminar.
Desde El Afroargentino queremos aportar para discutir y pensar a nuestro movimiento social afrodescendiente de las Américas y el Caribe, ese que necesita ser definido y defendido de oportunistas y cómplices del statu quo, que agitando las banderas de un folklorismo exotizante no hacen más que hacerle el juego a la derecha internacional y sus aliados locales, vaciando de contenido las luchas y reivindicaciones de nuestros pueblos negros, que se ven reducidos a elementos decorativos de postales de diversidad marketinera.
En los primeros números de El Afroargentino hablamos del racismo estructural en los medios de comunicación, en el sistema educativo y en el sistema de representación política, de nuestros héroes negados y olvidados, de nuestros referentes políticos, culturales y sociales que nos inspiran, y más. Pero fundamentalmente hablamos de lo que queremos para nosotros y nosotras: queremos reconocimiento e igualdad de oportunidades, queremos tener voz, tomar decisiones, que nos respeten. Y sabemos que esas cosas no se esperan, se las busca. No se piden, se exigen.
Queremos seguir encontrándonos con nuestros hermanos y hermanas a lo largo y ancho de nuestra diáspora para seguir celebrándonos y aprendiendo los unos de los otros. Para expresar este deseo hago mías las palabras del gran líder panafricanista Kwame Nkrumah: “Hay quienes sostienen que África no pueden unirse porque carecemos de los tres ingredientes necesarios para la unidad: una raza, una cultura y una lengua comunes. Es cierto que hemos estado separado durante siglos. Las potencias coloniales fijaron hace tiempo los límites territoriales que nos separan, a menudo en forma bastante arbitraria. (…) Sin embargo, a pesar de todo, estoy convencido de que las fuerzas que actúan en favor de la unidad aventajan a las que nos separan. Al reunirme con compañeros africanos de todas partes del continente, siempre me impresiona cuánto tenemos en común. No es sólo nuestro pasado colonial o el hecho de que nos propongamos objetivos comunes; es algo mucho más profundo. Puede describirse del mejor modo posible como un sentimiento de unicidad en lo africano.”
*Licenciado en Ciencia Política UBA. Director de El Afroargentino.