Por Edgar Juncker y Francisco Longa. La zona norte es ejemplo paradigmático de las urbanizaciones cerradas y las torres de lujo. Barrios populares en condiciones precarias, desalojos y hacinamiento son la contracara de este modelo de especulación inmobiliaria.
El paisaje que muestra la zona hoy es más que elocuente: de un lado grandes terrenos con casas de lujo; del otro lado, muro con cerco electrificado mediante, humildes construcciones en barrios populares muchas sin acceso a agua potable, red de gas natural ni cloaca. Pero los barrios cerrados son solo una pequeña muestra de un gran modelo de especulación inmobiliaria de la Zona Norte que incluye condominios y torres de lujo, a fuerza de desalojos, inundaciones y precariedad.
Un nuevo modelo de urbanización
Durante la década del 90, la consolidación del proyecto neoliberal vino aparejada de una nueva perspectiva social: el individualismo exacerbado. Esta orientación cultural tuvo su expresión en los territorios y en las formas en que la sociedad comenzó a proyectar sus viviendas y sus barrios. Es así que desde fines del siglo pasado se vienen observando procesos de rediseño del espacio urbano donde los sectores medios y medios-altos se han volcado hacia emprendimientos inmobiliarios tales como urbanizaciones cerradas o torres que implican un área de uso exclusivo y de acceso restringido.
En lo que refiere a los llamados countries, el modo de adquisición de tierras para los grupos inversores que comenzaron a desarrollar estos barrios implicó acuerdos espurios con intendentes y gobernadores que les permitieron acceder a grandes tierras a bajo costo y construir en forma económica violando reglamentaciones en cuanto a niveles máximos de instalación de suelos, accesos públicos y demás.
La idea que publicitaban estos proyectos tenía y tiene como eje la seguridad, la vida en la naturaleza y el esparcimiento. Desde esta mirada es que miles de pobladores de la Ciudad de Buenos Aires se trasladaron a vivir a estas urbanizaciones en la Zona Norte de la provincia de Buenos Aires, con un gran auge en el año 1998.
Entre las urbanizaciones cerradas una que se destaca por su gran tamaño es Nordelta, en el partido de Tigre: “el origen de Nordelta se remonta a los año 70, cuando dos empresas nacionales con experiencia en los rubros de saneamiento, infraestructura y construcción de vivienda social. DYOPSA (dragados y obras portuarias sociedad anónima) y supercemento SAIC, adquirieron a bajo precio 1600 ha. del partido de Tigre (…) los flamantes propietarios de las tierras comenzaron a soñar con la constitución de un ‘emprendimiento urbano integral’ al estilo de las master planned communities estadounidenses y de las villes nouvelles ubicadas en las afueras de Paris” comenta la investigadora en asuntos urbanos del CONICET Florencia Girola.
Hoy Nordelta cuenta con 9 barrios cerrados conectados por una avenida central, colegios privados, club deportivo y un centro médico entre otras instituciones privadas. Como contraparte, se han multiplicado las denuncias a partir del incremento en las inundaciones en los barrios populares linderos a Nordelta. Es el caso emblemático de Las Tunas, por ejemplo que sufre anegaciones ante cada precipitación fuerte desde que el gigante inmobiliario se instaló destruyendo los humedales y elevando el nivel del suelo casi 1,8 metros más alto que el del barrio Las Tunas, dejando a los vecinos del humilde barrio literalmente en un pozo.
Pero este tipo de desarrollos también se ampliaría a la región de las Islas del Tigre; allí, otro hito fue el proyecto ‘Colony Park’, un proyecto de una isla privada que pregonaba como eje la seguridad y la tranquilidad. El Colony buscaba instalar una urbanización cerrada de 300 has en el bajo Delta del Paraná, frente al continente, sobre los ríos Luján, Canal Vinculación y el Arroyo Pacú. Siendo que esta zona fue declarada Reserva Natural Integral “Parque Ecológico de la Primera Sección de Islas del Delta del Paraná, por la Ordenanza N° 758-88 y refrendada por el Decreto Municipal N° 1879/88, y gracias a la resistencia organizada de vecinos de la isla, hoy el proyecto del Colony Park se encuentra suspendido.
Otro caso emblemático, también en Tigre, ha sido la instalación del countrie San Benito, a cargo del grupo inversor Eidico, que pretende avanzar sobre un cementerio y territorio ancestral indígena denominado Punta Querandí; allí el Movimiento en Defensa de la Pacha viene resistiendo mediante un acampe para proteger las tierras sagradas del pueblo originario Querandí.
Pero no solamente en Tigre la tierra está al servicio de los negocios inmobiliarios, el municipio vecino de San Fernando también es foco de especulación, mientras se producen desalojos en tierras y edificios donde se realizan funciones comunitarias y sociales. Al respecto, dialogamos con Daniela del espacio cultural Casa Joven.
– ¿Cómo empezó a funcionar casa joven?
Casa Joven surgió en el año 2009 a partir de las reuniones del Presupuesto Participativo Joven. Aquel proyecto resultó ganador de dicho programa municipal, mediante elecciones en las que obtuvo más de 250 votos, de jóvenes de San Fernando de, entre 16 y 29 años. El grupo que se armó de jóvenes que encaramos este proyecto pensábamos en la necesidad de tener un espacio donde expresarnos y que sea independiente.
– ¿Cómo fue el conflicto que tuvieron con el municipio de San Fernando?
Desde que realizamos un festival artístico en defensa de los talleres culturales cerrados por la gestión municipal de Luis Andreotti el 23 de febrero de 2013 y, hasta la fecha, Casa Joven fue privado del espacio físico de funcionamiento con que contaba dentro de la Asociación Vecinal Barrio Crisol. Con complicidad directa del municipio de San Fernando, la Comisión Directiva del Club Crisol tomó la decisión de suspender por un año a todos los miembros de la Subcomisión de Jóvenes. Negándonos de este modo el derecho que como socios de la institución nos otorga el estatuto a defendernos y violando asimismo un derecho constitucional. La Comisión afirma que recibió presiones por parte de representantes del municipio para tomar dicha determinación.
– ¿Qué medidas tomaron ustedes?
Durante todo el 2013 realizamos muchas movilizaciones, nos organizamos, articulamos con otros espacios en las mismas o similares circunstancias y padecimos numerosas e infructuosas reuniones llenas de promesas vacías y de impunidad. Después de casi un año de lucha, durante el cual nunca cesamos de trabajar en el territorio ya que conseguimos un espacio provisorio para dar alguno de los talleres y comenzamos la construcción de nuestro espacio propio (que orgullosamente inauguramos en mayo de este año) logramos recuperar los instrumentos y materiales de trabajo más valiosos, pero no la totalidad de los mismos. Algunos de los elementos que ganamos gracias al voto de los vecinos de San Fernando, que creyeron en nuestro proyecto, siguen en manos de la H.C.D, con la complicidad de la gestión del municipio de San Fernando.
– ¿Qué tipo de actividades están realizando actualmente?
Actualmente estamos realizando actividades con niños y niñas desde los dos años, en las cuales trabajamos desde la educación popular y desde diversos lenguajes y expresiones artísticas. Estamos comenzando a formar espacios específicos para mujeres para trabajar temáticas de género. Generando propuestas que buscan revalorizar los saberes de las participantes y visibilizarlos con el objetivo de pensarlos como posibles salidas laborales para las mismas a través del trabajo cooperativo. Y como espacios de expresión y comunicación.