Por Marcelo Valko* / Foto por Verónica Canino
Los qom llevan 130 días de acampe en pleno centro porteño. Reclaman sus tierras ancestrales e intentan visibilizar su problemática. El gobierno nacional no los recibe y en el cronista despierta la similitud con el Malón de la Paz de 1946.
En 1946, durante 3 meses 174 kollas del norte argentino caminaron 2000 kilómetros para denunciar ante el entonces flamante presidente Perón, la usurpación de sus tierras a manos de varios terratenientes; entre ellos, Robustiano Patrón Costas, uno de los mayores latifundistas del Noroeste Argentino y poseedor de una enorme influencia política. El Malón de la Paz recibió una cobertura mediática impensable para un reclamo de esta índole: radios, periódicos y noticieros cinematográficos como Sucesos Argentinos se ocupaban de kollas, brindándoles un espacio destacado con titulares, entrevistas y primeras planas. Por primera vez se rompía la invisibilidad.
Finalmente el 3 de agosto ingresaron a la Capital Federal aclamados por millares de porteños. Desde las ventanas de los edificios de la Avenida de Mayo los vecinos arrojaban flores al paso del Malón. ¿Flores ante el paso de una manifestación indígena? En ese momento, poderosos aires de justicia social soplaban en el país. Fueron recibidos por el Congreso Nacional y por el presidente Perón, que se abrazó con dos de ellos en el balcón de la Casa Rosada ante una Plaza de Mayo colmada. ¿Indígenas en el balcón de la Rosada? Nunca había ocurrido nada igual y jamás volvió a repetirse. Los medios, adictos y opositores al gobierno, daban por sentado que la restitución de sus tierras era un hecho. Por desgracia, no ocurrió así. Paradójicamente, después de esa recepción apoteótica, fueron conducidos al Hotel de Inmigrantes; es decir, donde se alojaba a los extranjeros recién llegados al país. En los primeros días, se los exhibió en distintos medios y eventos… hasta se les hizo disputar el partido de fútbol preliminar al Boca-River. Veinte días después, fueron militarizados, confinados, rodeados por cientos de soldados de la marina y secuestrados en su totalidad. En un tren de ganado fueron arrojados en Abra Pampa, en la frontera con Bolivia. Los capangas de Patrón Costa los recibieron en la estación con una frase amenazante: “Ahora van a tener las tierras que querían indios de mierda”. Terminaron acusados hasta de no ser indígenas por el hecho de saber leer y escribir. Para dar por concluido el episodio, el diputado nacional por Jujuy, Teodoro Saravia, a los gritos y golpeando su banca del Congreso Nacional, aseguró: “En Jujuy no existen los indios ni los kollas”.
Ahora bien, ¿por qué los kollas bajaron a Buenos Aires en 1946? Es simple, se habían cansado de pleitear en los tribunales provinciales de Jujuy y Salta, pero la Justicia estaba manejada por los señores feudales, que invariablemente fallaban en su contra. Ese es el motivo de haber recurrido directamente al Presidente Perón, para que los protegiera de las arbitrariedades.
La Primavera en pleno invierno
En la actualidad, con el caso de los qom ocurre lo mismo. Después de innumerables fracasos, desistieron de plantear sus reclamos en los tribunales formoseños dada la inutilidad de ser oídos allí. Tanto en el semestre que permanecieron en la Avenida de Mayo y la 9 de Julio durante 2010, como los cuatro meses largos que llevan desde que regresaron a esta Capital Federal en 2015 vinieron por lo mismo: justicia elemental, permanecer en sus tierras, no ser amenazados. De nada sirve pleitear en los tribunales formoseños. Hace más de dos décadas gobierna Gildo Insfrán, del partido justicialista alineado en el último período con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Los qom vinieron a esta ciudad para existir, mostrar que son; por eso están acampando entre dos avenidas donde los automóviles no cesan de aullar noche y día, algo que les resulta del todo incompresible.
La cara visible del acampe qom es su carashé Félix Díaz, cacique de la comunidad La Primavera. A Félix Díaz lo acusaron de todo tipo de calumnias: que es ególatra, que está a sueldo en Clarín, La Nación y TN, que no es representativo, que busca fama, que en su comunidad no lo conocen, que rosquea para un cargo político, que es un títere de la oposición. Como es de esperar, tanta idiotez propalada por idiotas. Todo es una vil patraña. Lo conozco ya hace años. Y lo conoce alguien mejor que yo, como es Norita Cortiñas, que sabe y vio las condiciones de vida que llevan en Comunidad Qom de Potae Napocna Navogoh (La Primavera). Paradójicamente allí en Formosa, como en el acampe de la 9 de Julio, se ha instalado un invierno que no cesa, que no deja avanzar al sol primaveral hace ya tanto tiempo, tantas estaciones. De pronto todo se me antoja irreal, aunque sé que no lo es.
Tantas veces lo escuché hablar a Félix… Cuando toma la palabra, lo hace con su modo calmo y pausado, hablando de la tierra, de la luna, de la mandioca, de recetas medicinales, incluso cuando tiene una cámara delante o un micrófono. Y yo lo escucho hablar de las abejas y las flores, nada más lejano a un puntero político de doble rostro o alguien que busca fama. Y recién, luego de hablar de sus plantas y su monte, enumera los hechos que trajeron a Buenos Aires a los miembros de la comunidad La Primavera a solicitar justicia al gobierno nacional y a denunciar con la misma voz, tenue y lenta, el feudalismo provincial, la impunidad y la complicidad de la policía y justicia provincial. Así de simple y sencillo.
Y uno no deja de pensar que tienen tantas similitudes con el Malón de la Paz. Ambos, kollas y qom, vinieron a esta dura ciudad a buscar justicia. Vinieron de sitios donde el viento dobla y la justicia se ríe de su venda y su balanza. Ambos trasladaron su paciencia mineral en espera de ser atendidos, escuchados, comprendidos. Ninguno de los dos pueblos deseaban, ni desean, permanecer en Buenos Aires más de la cuenta. En un diario de viaje de un malonero, consigna: “Todo bien, pero nada” en referencia a que los días que pasan sin ningún tipo de resultado. Los qom opinan lo mismo. No quieren estar aquí, los confunde los ruidos de la avenida. Desean volver a sus plantas y animales. Los kollas vinieron caminando por la banquina, jamás interrumpieron el tránsito; los qom se pusieron en esa absurda plazoleta de la 9 de Julio donde –para dar aún más irrealidad a la insensibilidad de los funcionarios– se encuentra una estatua del hidalgo Quijote de la Mancha.
Los qom no desean molestar a nadie ni que nadie los moleste. Es tan simple. Desean regresar a su tierra. En Desmonumentar a Roca, expuse el comentario de que uno de ellos me refirió en momentos del primer acampe en 2010. El abuelo Amancio me relató que, cierta vez cuando era chico, su padre lo llevó al cementerio comunitario y le explicó: “Acá está enterrado el abuelo, y el abuelo del abuelo, y tantos otros abuelos, todos enterrados acá”. Su padre no dijo nada más sobre ese tema, y Amancio tampoco agregó palabra. No preguntó, lo comprendería muchos años más tarde, quizás en la 9 de Julio cuando me lo contaba… En lo que a mí respecta ese recuerdo de su infancia me hizo comprender sin explicitarlo, que me estaba hablando de los títulos de propiedad comunitaria. Su padre se los había enseñado al mostrarle el lugar donde descansan sus familiares. No poseen papeles ni escrituras selladas por escribanos: los muertos ancestrales son sus legítimos títulos de propiedad. Se trata de las tierras donde vivieron siempre. Es tan poco lo que piden. Tan simple. No pretenden realizar un golpe de estado provincial derrocando al gobernador Insfrán, sólo piden regresar seguros a sus pobres hectáreas. Vinieron a Buenos Aires para regresar a sus vidas, a las vidas que tienen o, mejor dicho, a las que tenían en Formosa. Ojalá que no ocurra lo que parece que está por ocurrir con el despliegue policial que rodeaba el acampe, y que el poder político los reciba, los escuche y los ampare.
* Autor de: Cazadores de Poder; Viajes hacia Osvaldo Bayer: Anecdotario, Ciudades Malditas Ciudades Perdidas; Pedagogía de la Desmemoria; Desmonumentar a Roca y Los indios invisibles del Malón de la Paz.