Por Juan Santillán y Juliana Díaz Lozano desde Caracas. En un contexto de incertidumbre en relación al estado de salud de Hugo Chávez y de expectativas cruzadas sobre el 10 de enero, fecha de la asunción formal del tercer mandato presidencial, este sábado el chavismo reafirmó su hegemonía en la Asamblea Nacional.
En la apertura de las sesiones ordinarias de 2013, Diosdado Cabello fue electo como presidente del cuerpo legislativo, mientras que la primera y segunda vicepresidencia quedaron a cargo de Darío Vivas y Blanca Eekhout, respectivamente, todos candidatos del oficialista Partido Socialista Único de Venezuela. Una nutrida manifestación teñida de rojo acompañó en la Plaza Bolívar el juramento de los legisladores que se convirtió en un acto de demostración de fuerzas de la revolución bolivariana que, a través de una fervorosa participación salió a la calle para gritar, entre otras consignas que “El pueblo lo sabe, aquí el que manda es Chávez”.
En un discurso posterior frente a la multitud, el vicepresidente Nicolás Maduro, señalado por el propio Chávez como su posible sucesor, con un ejemplar de la Constitución Nacional Bolivariana en la mano, aseguró que, más allá de lo que suceda el día 10 de enero, el Presidente Chávez ya tiene posesión del cargo y que la Carta Magna establece que el juramento, en caso de no concretarse ante la Asamblea Nacional, puede hacerse ante el Tribunal de Justicia, sin establecerse lugares ni fechas precisas. De este modo, se enfrentan las versiones que, desde la derecha venezolana –e internacional- afirman que, la ausencia de Chávez en el país para el 10, impide la toma de posesión del cargo y obliga al Presidente de la Asamblea Nacional a ocupar su lugar.
En el mismo acto, Maduro se refirió a los intentos desestabilizadores de sectores de la oposición de derecha y sus medios de comunicación, a quienes acusó de establecer una “guerra psicológica”. En conjunto con el Ministro del Poder Popular para la Alimentación, Carlos Osorio, se refirió a las maniobras de las grandes empresas para generar un proceso de desabastecimiento de productos básicos, a través de su acaparamiento y encarecimiento, como mecanismos para sembrar el descontento y la preocupación en los sectores populares. Advirtieron que en caso de ser necesario, allanarían con la fuerza pública los galpones de las empresas para garantizar la provisión de alimentos. Al mismo tiempo, el vicepresidente llamó a la calma y aseguró que hay reservas alimenticias para los próximos tres meses.
En el acto mencionado y como una muestra de fortaleza, las principales figuras políticas que emergieron en el último tiempo, se presentaron juntas, combatiendo los rumores sobre internas o disidencias ante la convalecencia de Chávez en Cuba. De esta manera, los principales oradores de la jornada fueron por una parte, el citado Nicolás Maduro, y el recientemente reelecto presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello.
A pesar de haber sido señalado como sucesor deseable por parte de Chávez, Maduro no logra despertar simpatías generalizadas en un pueblo que, además de apoyar un plan de gobierno, se encuentra unido a su líder por una profunda e histórica confianza hacia su persona, y por un amor sustentado en su carisma y su trayectoria. No obstante esto, y a pesar de no ser el candidato ideal para una posible sucesión en el poder, el vicepresidente aparece como garante de la unidad del movimiento. Por su parte, Diosdado Cabello, es una figura cuestionada por su desempeño al frente de la gobernación de Miranda en el período 2004-2008, y por su proximidad con sectores de la burocracia estatal. De todas formas, constituye una figura fuerte en el actual esquema de poder por tratarse de un militar que a través de los años demostró lealtad a Chávez y por ocupar la vicepresidencia del PSUV.
Sin dudas, desde la óptica de los movimientos sociales, quien generaba mayores consensos dentro del chavismo era Elías Jaua, pero su figura se vio fuertemente debilitada tras su derrota en las últimas elecciones para la gobernación del estado de Miranda a manos de Henrique Capriles, principal figura del arco opositor y candidato presidencial que enfrentó a Chávez el pasado 7 de octubre.
“La revolución ya está encarnada en el pueblo”
Una frase resuena en las manifestaciones y rezos permanentes que piden por la salud de Chávez es: “viviremos y venceremos”. Esta afirmación optimista oculta, sin embargo, una apuesta colectiva que está depositada casi exclusivamente en la figura del líder, y en su capacidad –y posibilidad física- de seguir conduciendo el proceso. Sin embargo, desde las organizaciones sociales, se comienzan a evaluar distintos escenarios que obligan a repensar esquemas de unidad más allá de los armados electorales como el Gran Polo Patriótico. Iniciativas populares capaces de enfrentar un posible avance de la derecha y de encarnar las luchas por la profundización de la revolución bolivariana. El desafío entonces es traducir lo que hoy sintetiza la figura de Chávez en un Proyecto genuino de construcción de poder popular que la supere y sobreviva.