Para este martes están anunciadas nuevas manifestaciones en todo Egipto. Los partidarios del gobierno y los grupos opositores mostrarán sus fuerzas frente a la polémica medida que otorga poderes excepcionales al mandatario islámico.
Egipto es un rompecabezas. Para armarlo, los ojos que siguen el proceso desatado en febrero de 2011, con la renuncia del dictador Hosni Mubarak, tienen que estar atentos a las marchas y contramarchas internas como externas.
El gobierno del presidente Mohamed Mursi, miembro de la Hermandad Musulmana (HM), la semana pasado dictó una medida que le otorga al Jefe de Estado poderes excepcionales. Mursi ha argumentado que la resolución tiene como objetivo principal defender los postulados de la “revolución” que permitió la salida de Mubarak y lograr la estabilización constitucional y legislativa de la nación.
Conocida la decisión de blindar de poderes al presidente, miles de egipcios comenzaron a manifestarse en todo el país contra el gobierno, al que acusan de reproducir los mecanismos del régimen anterior.
Frente a esto, Mursi ha señalado que los poderes son provisorios y serán devueltos cuando se apruebe en referendo la nueva Constitución, redactada a mediados de febrero y llevada a las urnas para ser aprobada por el pueblo. Luego de la adopción de la Carta Magna, según el Ejecutivo, se llamará a elecciones legislativas para renovar el Parlamento.
A esto se suma una huelga anunciada por los magistrados del país, ya que con la medida gubernamental el presidente egipcio puede tomar decisiones que no podrán ser cuestionadas a nivel judicial.
Este lunes, Mursi se reunió con los integrantes del Consejo Superior de Justicia (CSJ) y, según el portavoz presidencial Yaser Ali, expresó a los magistrados que tiene un “respeto total a la autoridad judicial independiente”.
Desde el CSJ han calificado como “agresión sin precedentes contra la independencia del poder judicial” la medida oficial, aunque ha pedido a los jueces que no sigan con la huelga.
Se espera que el próximo 4 de diciembre, el Poder Judicial examine la validez de la declaración constitucional aprobada por el Ejecutivo y que permite los poderes totales a Mursi.
Por su parte, el ministro egipcio de Justicia, Ahmed Mekki, sugirió que el mandatario estaba dispuesto a restringir el ámbito de sus decisiones, que escapan a todo recurso ante la justicia, para calmar la oposición manifestada por los magistrados. El funcionario explicó que “las decisiones irrevocables del presidente conciernen únicamente a las cuestiones que se refieren a los poderes soberanos del presidente y no a las decisiones administrativas”.
Mientras tanto, las protestas del fin de semana han dejado a un adolescente de 15 años y partidario de la HM muerto, y más de cien heridos, tanto por la represión policial como por los enfrentamientos entre los seguidores de Mursi y sus opositores.
Quien se mantiene atento a la situación en Egipto es Estados Unidos, que el viernes pasado se manifestó preocupado por la decisión de Mursi. “Las decisiones y declaraciones anunciadas el 22 de noviembre generan preocupación para muchos egipcios y para la comunidad internacional”, señaló la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, en un comunicado.
Hasta ahora, Washington no ha podido capitalizar del todo la inestabilidad que se produjo desde la caída de Mubarak, su principal aliado en el norte de África y Medio Oriente durante varias décadas. La postura de Mursi de rechazar de forma contundente los bombardeos de Israel contra la Franja de Gaza, que dejaron casi 170 palestinos muertos, ahora se entremezcla con este nuevo conflicto en un país donde el nuevo gobierno no ha mostrado del todo sus cartas.