Por Ramiro Bringas
En la Argentina, todos y cada uno de los protagonistas del fútbol argentino han logrado traspasar los límites. Con partidos de verano plagados de violencia, los jugadores se han convertido en un calco de las barras bravas, con conductas de violencia extrema y a niveles insospechados. Un problema que pide a gritos solución, pero que está cada vez más lejos de tenerla.
Las frases hechas son moneda corriente en el mundo del futbolista argentino. El por demás conocido “los jugadores son lo más sano que tiene el fútbol” ha sido uno de los dichos más escuchados a lo largo de la historia de este deporte. Sin embargo, los años, los hechos y el accionar de esta “extraña” especie terrestre han dejado en claro que muy lejos está de ser cierto. Ni hablar si tomamos solamente dos recientes partidos del torneo de verano pasado.
En primer lugar, en una nueva edición del Superclásico más importante del país, disputado hace algo más de una semana en la ciudad de Mar Del Plata, jugadores Millonarios y Xeneizes han demostrado que, de sano, cada vez tienen menos. En un encuentro lleno de roces y violentos cruces entre rivales, con patadas descalificadoras como la Silva a Mercado o la de Peruzzi a Martínez, con serias intenciones de lastimar al rival, expusieron varias de sus falencias culturales y educativas. Con golpes hacía sus colegas y gestos descalificadores para con los espectadores del club rival, como los de Maidana, Díaz y Osvaldo, entre otros, dieron lástima a propios y extraños. De hecho, el encuentro culminó con dos jugadores menos por bando debido a tan lamentables como repudiables acciones.
Claro que ya no sorprende, teniendo en cuenta antecedentes de estos mismos protagonistas en la trifulca copera de meses atrás, con el Panadero como protagonista central de la escena pimentera, donde estos mismo jugadores del conjunto de La Ribera poca solidaridad demostraron tener para con sus colegas del club de Nuñez, que se vieron gravemente afectados por el preparado casero del barra boquense.
La hecatombe, la debacle total
No obstante, el momento más vergonzoso del año tuvo lugar el pasado domingo, también en La Feliz, pero con otro clásico. En el enfrentamiento entre los dos equipos más importantes de La Plata, Pinchas y Triperos disputaban con total normalidad el encuentro que habitualmente paraliza a la ciudad de las diagonales. Pero cuando ya se jugaba tiempo de descuento, tras una dura falta del juvenil Ascacíbar, todo se desvirtuó. En el tumulto, tras discusiones por la patada del volante central del equipo de Vivas que derivó en su expulsión, Damonte golpeó con su puño a Medina, que reaccionó e hizo reaccionar a todos sus colegas. En una batalla campal digna de una película de guerra, Andujar encaró a Mazzola emulando al gran Carlos Monzón y repartió golpes por doquier. Pero cuando el arquero cayó al piso, varios jugadores del equipo de Troglio, incluído el propio Mazzola, lo patearon con una vehemencia imposible de explicar. La escena, que duró apenas un puñado de minutos, recorrió el mundo entero, dejando una marca vergonzosamente imborrable para el fútbol.
Más allá de lo mostrado por los jugadores de ambos equipos, lo más triste llegó minutos después: Alayes, manager del conjunto Pincha y a quien también se lo vio involucrado en la trifulca, mandó a sus jugadores a festejar el triunfo obtenido mientras duró el partido -tras la suspensión por razones obvias-, junto a la gente que viajó hasta la ciudad costera para ver a su equipo. Tan insólito como aberrante.
El día después
Tras la repetición en todos los canales deportivos e informativos de los lamentables hechos acontecidos, la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se reunió con Luis Segura, Presidente de la AFA, para solicitar “sanciones ejemplificadoras”. De hecho, Juan Sebastián Verón, Presidente de Estudiantes, no esperó la resolución del Tribunal de Disciplina y decidió multar económicamente a sus jugadores, en un acto de justicia digna de destacar.
Aunque se había hablado de apenas dos fechas de suspensión para los 12 informados por Silvio Trucco, árbitro del partido, el pedido de Bulrich surtió efecto: Andujar, Mazzola y Pereira (este último recientemente transferido a España), deberán cumplir 8 fechas de suspensión, mientras que el resto deberá estar entre 3 y 5 fechas fuera del torneo. No obstante, la Ministra de Seguridad, que cuenta con un prontuario poco eficiente, debería ocuparse de que los barras estén tras las rejas y no de cuestiones estrictamente deportivas, ya que para ello está el Tribunal de Disciplina.
Con reacciones lamentables como las acontecidas en el clásico platense, los jugadores han dejado en claro que lejos están de ser lo más sano del fútbol. Con conductas violentas para con sus propios colegas, con golpes demenciales en busca de dañar al que está enfrente sólo por el hecho de tener la camiseta del rival de toda la vida, demuestran que han sufrido el efecto contagio de aquellos violentos que se paran en los tablones con la excusa de alentar y que sólo buscan generar más violencia para obtener rédito propio.