Por Gerardo Leclercq
Con la victoria de Lenín Moreno, no solo se garantiza la continuidad del modelo de desarrollo e inclusión inaugurado por Rafael Correa en 2007, sino que marca un punto clave para Latinoamérica en su conjunto, ya que estuvo en juego la continuidad de la izquierda progresista en América Latina y el futuro geopolítico de la región. Prácticamente bajo la espalda de Ecuador está la responsabilidad de defender el proyecto socialista del siglo XXI.
Las elecciones en Ecuador no se pueden despegar del contexto regional e internacional. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el fin del súper ciclo en los precios internacionales del petróleo y la soja, la desaceleración económica de China, la revalorización del dólar, el aumento de las hostilidades en Siria y la nueva correlación de fuerzas políticas en los países del Cono Sur ante la llegada de los conservadurismos en Argentina con Mauricio Macri, en Brasil con Michel Temer, y en Venezuela con una oposición que controla la Asamblea Nacional. Esto se traduce en que a nivel global hay una fuerte reconfiguración política, económico y social, producto de la crisis internacional no resuelta desde 2008.
Sin duda alguna que una derrota electoral en Ecuador hubiera sido tomada por los sectores conservadores como una contundente señal del tan aclamado “fin de ciclo de los gobiernos progresistas en Latinoamérica”. Los enormes avances sociales que vivió la región durante la primera década del siglo XXI, las transformaciones culturales, la ampliación de derechos y la re significación del concepto de soberanía, se encuentran hoy jaqueados por el avance y consolidación (en algunos casos) del nuevo – viejo – proyecto de los Estados Unidos en la región.
El surgimiento de esta “nueva derecha regional” debe entenderse en un doble plano; por un lado está la indiscutible presencia de los Estados Unidos que actuó en toda la región promoviendo factores desestabilizadores y valiéndose de cualquier reclamo para generar un clima de hostilidad social e ingobernabilidad. Los golpes de estado en Honduras, Paraguay y Brasil son una muestra de dicha afirmación. Y por el otro encontramos las dificultades y errores propios de los gobiernos progresistas de la región, como pueden ser la no transformación del modelo económico, ya que el sector empresarial y las oligarquías continuaron enriqueciéndose. Dados los altos costos de las materias primas y la expansión del mercado chino hubo ingresos suficientes para la acumulación privada y para que el Estado implemente políticas distributivas. Pero al caer los costos internacionales de los productos primarios y mientras desacelera la marcha de la economía china, los sectores concentrados de la economía nacional no están dispuestos a ceder en sus niveles de ingreso.
Estrechamente vinculado al punto anterior, encontramos que el alza de los productos primarios acentuó el modelo extractivista, y si bien hubo intentos de diversificación de la matriz productiva los esfuerzos resultaron insuficientes. El avance de la soja y los dependencia casi total de la explotación de recursos no renovables como el petróleo y el gas continuaron, y continúan, marcando el rumbo de las economías de los región.
Características de la nueva derecha continental
En este punto es importante hacer una distinción entre la derecha en el poder y la derecha como oposición al poder. La nueva derecha en el poder tiene mas continuidades, se parece mas a la derecha neolibreal de los 90, mientras que esta nueva derecha ocupa el papel de oposición adoptando una retórica mas moderada, adquiriendo posturas de centro.
Queda claro que el plan económico es el mismo en ambos casos y que esta salvedad es solo aparente y retórica. El objetivo final es el mismo de siempre, la entrega de nuestros recursos naturales y la inserción internacional como producto de insumos primarios (para el caso argentino, vinculados con la agricultura y la ganadería).
Un punto que resulta interesante de analizar es que en la mayoría de los gobiernos progresistas de la región hay dificultades a la hora de encontrar cuadros políticos de peso a la hora de darle continuidad en el tiempo a dichos proyectos. La alternancia en los cargos públicos resulta necesaria a la hora de encauzar proyectos transformadores, y no sólo para satisfacer la moral republicana de la opinión pública, sino porque sólo se consolidarán los proyectos que creen instituciones fuertes que garanticen el modelo de desarrollo.
El actual escenario en la región no es muy alentador. Los sectores concentrados vinculados a las burguesías nacionales y los Estados Unidos están disfrutando de una primavera que parecía impulsada hace unos años atrás.
La importancia de las elecciones ecuatorianas radica en la posibilidad de darle un freno a esta avanzada electoral de los sectores conservadores.
Por su parte, Rafael Correa se despide luego de 10 años como máximo mandatario, convirtiéndose en el presidente con mayor permanencia consecutiva en el poder de las últimas décadas. Recordemos que Ecuador ha sido un país de quiebres y sobresaltos en relación a la democracia, un recorrido histórico lleno de dificultades para robustecer su vida republicana ante los golpes de Estado, fragilidad institucional y las enormes diferencias que existen entre la costa y la sierra.