Por Ulises Bosia. Se acercan las elecciones legislativas y tanto el macrismo como el kirchnerismo se enfrentan a decisiones estratégicas. ¿Tropa propia o concesiones al PJ? Scioli y el problema de la sucesión. La farándula al poder para un macrismo sin estructura nacional.
La vida política de este año estará signada por las elecciones legislativas nacionales que se realizarán en agosto y octubre, primero las internas abiertas y después las elecciones propiamente dichas. Las distintas fuerzas políticas ya están tejiendo sus estrategias y sus alianzas y, si bien aún falta mucho, algunas previsiones pueden empezar a hacerse.
El kirchnerismo vive la repetición de un dilema que se le presentó con mucha nitidez en las elecciones de 2011. ¿Privilegiar en el armado de sus listas a la “tropa propia” o buscar armados que le permitan alianzas con los hombres fuertes del PJ? En aquellas elecciones el armado de las listas de legisladores aceleró la ruptura de Hugo Moyano, quien no aceptó el lugar que el kirchnerismo le ofrecía, muy por detrás de sus expectativas. ¿Con las autoridades dela CGToficialista podría repetirse la historia? Nada hace pensar que en este caso la actitud de la conductora del oficialismo sea diferente, ni tampoco deberían ser muy distintas las exigencias de los dirigentes sindicales.
También los armados provinciales deberán afrontar este dilema, como ya lo han hecho en el 2011. Los mayores interrogantes tienen que ver con la provincia de Buenos Aires, teniendo en cuenta las aspiraciones presidenciales ya expresadas por el gobernador Daniel Scioli. En el permanente juego de mostrarse leal a la presidenta y al mismo tiempo diferenciarse para mantener un juego propio, la confección de las listas de legisladores será un momento clave. Ni para Scioli ni para Cristina parece ser prudente una ruptura este año. Al primero aún le quedan tres años de gestión de la provincia de Buenos Aires, muy dependientes de las finanzas del Estado nacional, y enfrentar su propia lista a la del kirchnerismo no parece una tarea fácil. A la segunda, por otro lado, perder el apoyo de la principal provincia del país le podría traer múltiples dolores de cabeza, como pudo entreverse en ocasión de los saqueos a finales del año pasado. Por esas razones, lo más probable es que tras un tira y afloje lleguen a un acuerdo, dejando el problema de la sucesión presidencial planteado para más adelante. Con ese movimiento Sergio Massa, el político de mayor crecimiento en la provincia de Buenos Aires, podría continuar sumando a sus filas a antiguos seguidores de De Narváez. Si Scioli se perfila como el principal adversario de Macri para ocupar el espacio de centro derecha como candidato a presidente, Massa hace lo propio con De Narváez para la gobernación bonaerense. De todas maneras no es posible descartar que los cortocircuitos entre la nación y la provincia alcancen tal magnitud que impidan un acuerdo razonable para ambos.
Si bien muchos de los mandatos de diputados y senadores nacionales que se renuevan provienen de la elección de 2009, la peor del kirchnerismo en estos diez años, es muy difícil que los números le alcancen al oficialismo para encarar un proyecto de reforma constitucional con sus propias fuerzas. Ni siquiera repitiendo la performance de la última elección podría alcanzar esa cantidad de legisladores, particularmente en el Senado. Y si bien el kirchnerismo es amplio favorito a encabezar los resultados de la elección, es muy probable que el voto se disperse más que en el 2011, cuando estaba en juego la continuidad de la presidenta. Y eso sin considerar la posible merma de sus votantes por la complicación de la situación económica que puede verificarse al menos hasta diciembre de 2012.
El PROblema del macrismo
Pero estos complejos dilemas son poca cosa al lado de las dificultades del PRO para lograr hacer pie más allá de la General Paz, particularmente en la provincia de Buenos Aires. El macrismo se propone repetir la fórmula del éxito al hacer ingresar a personajes del mundo de la farándula o del deporte en la política, intentando capitalizar el sentido común crítico de la clase política que valora la falta de experiencia y la ausencia de adhesiones y tradiciones partidarias como un síntoma de honorabilidad y ética pública. Es el mismo camino que durante el menemismo recorrieron Scioli o “Palito” Ortega, y que más adelante también eligió el mismo Mauricio Macri. Así, tras la buena performance de Miguel del Sel en Santa Fé ahora redobla la apuesta con el ex piloto Lalo Ramos y el basquetbolista Leandro Ginóbili, hermano de “Manu”. A ellos se suma el periodista deportivo Walter Queijeiro y hasta posiblemente el colorado Mac Allister, amigo de Macri desde su época de defensor de Boca.
Más allá de la figura que logre encontrar, el PRO está muy lejos de poder disputar un territorio tan hostil como la provincia de Buenos Aires sin el despliegue territorial con el que cuenta el PJ. Y lo mismo puede decirse de otros distritos, incluso de la misma Ciudad de Buenos Aires, donde el macrismo logró reclutarlo parcialmente en la figura de Rittondo. Por esa razón, las posibilidades de que Macri pueda ser candidato a presidente con chances concretas de triunfo en 2015 dependen inevitablemente de un acuerdo con algún sector del peronismo, algo muy difícil de avizorar mientras Scioli sea una opción viable. Esa debilidad no podrá revertirse ni siquiera contando con dos o tres buenos resultados electorales en las elecciones legislativas.