Por Pablo Tano. De un barrio obrero de Rosario a Madrid, pasando por la primera de Central, el favorito de José Mourinho, técnico del Real Madrid: Ángel Di María.
Aquel niño hiperactivo que con sólo 4 años ya ayudaba a su padre a embolsar bolsas de carbón en un depósito del barrio obrero de La Cerámica, en Rosario, aquel preadolescente que por recomendación médica a su madre, Diana, aconsejaron: “Es un niño muy nervioso y tiene que hacer deporte”. Aquel jovencísimo que con 17 años debutaba en la Primera División de Rosario Central de la mano del maestro Don Ángel Tulio Zof, hoy es el jugador predilecto del cuestionado y polémico técnico del Real Madrid, José Mourinho.
El Fideo, la cuasi obsesión del portugués sobre las figuras de Cristiano Ronaldo, Iker Casillas, Kaká, Mesut Özil, Sami Khedira y Gonzalo Higuaín, entre otros, llegó a tal punto de poner en riesgo la salud física del escurridizo mediapunta. Obligándolo a acelerar la recuperación de una lesión para poder estar en el clásico ante Barcelona, por la Copa del Rey, en el partido de ida disputado en el Santiago Bernabéu, en enero de 2012, la situación derivó en una afección más grave: desgarro.
El diario El País, de España, publicó en abril del año pasado que “Mourinho contempló la complicidad creciente entre Kaká y Özil, tras su excelente partido en la vuelta de la Copa en el Camp Nou, y su reacción fue mandar a Di María a saltar al campo para acelerar su retorno. Contra la opinión de los médicos que trabajan en el club”.
La relación entre Di María y Mourinho parece un amor de eterno adolescente que genera celos en el resto del plantel merengue. El DT dedica más tiempo a Ángel que a cualquiera de sus dirigidos. Lo mima, lo cuida, pregunta cómo se siente, está más pendiente de sus movimientos. El mismo diario asegura que “los jugadores se reían cuando Mourinho convocó a Di María lesionado para disputar la ida de la Copa ante el Barcelona. ‘¡Pregúntale a Guardiola a ver si está pendiente de si juega Di María’”, bromeaban en el vestuario.
“Es un jugador importante para el equipo. Lo hemos echado de menos a pesar de que siempre hemos tenido resultados positivos. Es muy importante para nosotros y tiene que estar”, consideraba Mou en aquellos tiempos de lesiones donde su futbolista fetiche estaba ausente.
El Real Madrid terminó el año con síntomas de convulsión y comenzó la temporada de manera bastante agitada, con un clima interno difuso, donde la calma y la tranquilidad son definiciones alejadas de la Casa Blanca. Con permanentes cuestionamientos al entrenador por parte de los aficionados y con el agravante de que el club catalán parece haberse distanciado en la vanguardia de la Liga Española a ¡15 puntos! cuando recién se cumplió la mitad del campeonato, el Atlético de Madrid está segundo y, a 7 unidades, el Real.
Por todo ello, la demoledora victoria ante Valencia, el pasado domingo en Mestalla, agigantó aún más la devoción del exentrenador del Porto y Chelsea por el extremo. El Flaco volvió a brillar, fue el sostén de un equipo ciclotímico, donde la actitud y el entusiasmo suelen ser rasgos que se perdieron durante el proceso de desorientación colectiva que acumulaba ¡ocho partidos!
Pero al argentino ésa es la cualidad que le cabe al dedillo, a su naturaleza, a su tenacidad, a su manera de sentir el fútbol que lo lleva en sus genes. En el 5-0 Di María fue autor de dos goles, con un desmarque dejó parado a su compatriota Fernando Gago y luego asistió a Higuaín en el 1-0 y participó en el 4-0. Recuperó su nivel y dejó en evidencia que cuando está en plenitud marca diferencias porque, aparte de sus aptitudes técnicas, contagia, transmite con su carácter y voluntarismo. Como reclamaba siempre el Che Guevara cuando no veía en el otro el espíritu de lucha: “¿¡Para qué carajo existe la voluntad!?”
¿Habrá pasado la tormenta blanca? ¿Quedarán atrás las acusaciones desmesuradas de Mourinho contra Pepe, Cristiano y Di María -acá no estuvo exento-? A Ángel lo descalificó en el vestuario luego del partido en El Sadar -todo teatralizado y simulado- de que “no jugaba a nada” desde que le habían aumentado el sueldo. “Como si Mourinho no hubiera sido el hacedor del sorpresivo incremento del salario del argentino hace un año cuando les dijo a los directivos que le subieran el sueldo de 3 millones de euros a 7 millones brutos. Acá también fue sobreprotegido por el mánager Jorge Mendes, esa fue la sensación general y la idea de que Di María estaba cada vez más aislado dentro del vestuario, creció”, continuaba la columna del diario El País.
En las últimas horas, el diario deportivo Marca, en su edición digital, aseguró que “los dos capitanes, Iker Casillas –eje de una medida antipopular del técnico que decidió reemplazarlo por Adán en la fecha 17, ante el Málaga, luego de diez años ininterrumpidos como titular- y Sergio Ramos, el presidente Florentino Pérez y José Sánchez, el director general, se reunieron en Madrid. En el transcurso de la charla los jugadores le comentan al presidente que la plantilla está única y coincide en que si Mourinho continuara en el banquillo la próxima temporada, varios jugadores de los más importantes del actual equipo han decidido pedir al club que escuche ofertas por ellos”.
Durísimo el ultimátum, que no tardó en encontrar una réplica del presidente del Real Madrid. “El objetivo es desestabilizar al club. Recurrir a la mentira no me parece ético. Esto ha pasado en muchas ocasiones y hoy, la última vez. El grado de responsabilidad de los capitanes es incompatible con esta información”, argumentó en conferencia de prensa.
Qué casualidad que justo ahora surjan estos rumores de parte de un sector de la prensa cuando el equipo merengue ha logrado un triunfo contundente en Mestalla después de un mes y medio con muchos altibajos que lo fueron distanciando del liderazgo de la Liga. ¿No será que los jugadores ya saben que el DT no va a renovar su contrato en junio porque desea volver a dirigir en Inglaterra?
Mientras tanto, Di María podrá seguir siendo el predilecto de su jefe para algunos, pero jamás negociará su humildad ni tampoco olvidará sus raíces. Un fiel reflejo de ello es la frase que lleva tatuada en su brazo izquierdo: “Nacer en la Perdriel -“una calle pesada” donde nació en Rosario- fue y será lo mejor que me pasó en la vida”.