Por Alicia Morón. Sobre No alimenten al troll, de Nicolás Mavrakis (Buenos Aires, Tamarisco, 2012).
La literatura argentina de los últimos años ha ofrecido algunos libros en los que internet aparece como espacio y pregunta de sus personajes. Pola Oloixarac y J. P. Zooey, por ejemplo, tomando literalmente la expresión “navegar la red”, trataron a internet como un mar electrizado en el que es posible lanzarse a la aventura y encontrar tesoros extraños. Muy diferente es el camino tomado por Nicolás Mavrakis en No alimenten al troll. Sus personajes son profesionales del trabajo virtual y de lo que se ocupan, antes que de contenidos misteriosos que deben ser revelados, es del tránsito y los comentarios de los miles y miles de usuarios que todos los días ingresan a los portales de noticias y a las páginas pornográficas. Internet, para Mavrakis, no es un espacio romántico en donde lo virtual es lo otro de lo real y también su verdad más profunda: allí (aquí: esto es escrito para un “diario digital”), hay compras, ventas, diálogos, amenazas, violencias… Internet, en definitiva, no es una obra de arte novedosa a la espera de un público que al fin la comprenda, sino que para muchos (y en aumento) es un espacio más de la vida cotidiana.
En consonancia con eso, si bien el libro lleva el título de un cuento que está hecho de mails enviados al autor por un troll, si bien el relato con el que abre, “Fireman”, trata sobre un moderador de comentarios que entabla múltiples batallas contra enemigos a quienes nunca ve los rostros, Mavrakis deja lugar a otras historias en las que, sin computadoras, seguimos en el mismo mundo de expertos en la violencia de las palabras. El publicista de “Kasos”, el politólogo de Stanford de “Trazadoras”, el guionista de “Hay que matar a Tinelli”, el escritor de “Yo también soy un pájaro enfermo”: todos ellos hablan con precisión los lenguajes de sus respectivas profesiones y los usan como insumos bélicos.
Hablar y escribir, en los seis cuentos de No alimenten al troll, es detener una pelea, o iniciarla, o algo en el medio de esas opciones, como una tensión que se pregunta qué es lo que hay entre el tedio y la guerra. Comentando ese mientras, las ficciones de Mavrakis destacan entre las editados de 2012 como algunas de las más lúcidas y singulares.