Por Sebastián Quiroga* para Marcha / Lanzas y Letras
La sociedad no refrendó los acuerdos Gobierno-FARC; habrá que hacer análisis serenos, pero algo es seguro: será fundamental insistir con la agenda de solución política y paz, una agenda bien anclada en las necesidades cotidianas del pueblo. La clave para revertir esta situación desfavorable sólo puede surgir de la participación activa de la sociedad.
Hice campaña por el Sí, quería que ganara el Sí, y lamento cómo se dieron los resultados finales. Pero no hay que confundir el voto por el No con la derrota de la salida negociada. Hay que seguir trabajando por la construcción de la paz, de la vida digna y de la justicia social, y ampliar los canales de participación para consolidar una voluntad mayoritaria favorable a la solución política y a la construcción de la paz.
A 4 años de iniciados los diálogos del gobierno nacional con las FARC, y con el antecedente de la firma el pasado 26 de septiembre, el futuro del acuerdo parece quedar en la incertidumbre; sin embargo es necesario que el camino de la salida negociada se confirme y se mantenga, al igual que la instalación de Mesa de negociación con el ELN: tal vez otro modelo de negociación, como propone esa insurgencia, alumbre posibilidades de más largo aliento pero más sólidas de lo que resultaron, a la vista de una parte importante de la sociedad, los acuerdos de La Habana.
Responsabilidades
La paz, así como idea genérica, como anhelo de finalización de la guerra, sale evidentemente golpeada con estos resultados. Pero más que la paz quien debe reconocer el golpe es el gobierno de Santos, quien diseñó todo a su modo y el tiro le salió por la culata.
Más allá de sus palabras de ocasión en el discurso al reconocer los resultados, casi 6 millones y medio de votos por el No, y más de 21 millones de personas en abstención, son las cifras de la derrota de este modo de hacer las cosas.
Es una lástima para el país, porque la señal que necesitábamos era la refrendación; a pesar del convencimiento de las regiones golpeadas por el conflicto, en las cuales el Sí ganó con contundencia (Chocó, Vaupés, Cauca, Putumayo, Nariño y La Guajira), la cordillera oriental, el piedemonte llanero y el departamento de Antioquia le dijeron no a los acuerdos… y sobre todo No a Santos.
El país le cobra al actual presidente hablar de paz y subir los impuestos, hablar de paz y bajar lo salarios, hablar de paz y no resolver la crisis económica, hablar de paz y dejar todas las situaciones de inequidad y pobreza intactas. Hay una decisión equivocada en haber sometido este proceso de negociación a un plebiscito, cuando el clamor de paz en el país es histórico y contundente.
La polarización entre las grandes maquinarias santistas y uribistas, permitió que las minucias del acuerdo fueran excusa para criticar la posibilidad de una salida negociada. Argumentos como la supuesta promoción de la “ideología de género”, fueron usados para oponerse al acuerdo, desvirtuando el núcleo central de la discusión.
El movimiento social, los sectores democráticos y progresistas que hemos trabajado por la paz desde hace años, deberemos revisar formas, contenidos, no esquivar autocríticas. Pero a la vez, debemos ratificar nuestro compromiso con la salida política al conflicto armado. Por eso la pedagogía para la paz, los conversatorios, los eventos, los foros, las ollas, los festivales, todas las expresiones comunitarias y populares que estos días fueron puestas en escena deben multiplicarse.
Es fundamental seguir promoviendo la participación de la sociedad
Solo una sociedad que no fue convocada a hacer parte activa de los debates y los acuerdos, puede dar la espalda a una salida política al conflicto, deseada por todos pero que, evidentemente, no logró interpelar a todo el pueblo, hacerlo sentirse parte.
¿Por dónde seguimos? Es necesario continuar promoviendo la participación de la sociedad, insistir en la búsqueda de la paz pero dando protagonismo al pueblo y a su agenda, de la mano de una propuesta integral de justicia social.
El Gran Diálogo Nacional que el próximo 4 de noviembre se lanzará al país por parte de diversos sectores sociales, es una salida viable, pertinente y participativa, que puede ayudar a sortear las dificultades del momento. Para que la próxima vez la discusión no sea si la guerrilla gana o no gana plata, sino cuáles son las condiciones para que en los territorios haya paz y Vida Digna.
*Vocero nacional del Congreso de los Pueblos, integrante de la mesa de interlocución de la Cumbre Agraria con el gobierno para el punto Relación Campo-Ciudad.