Una lectura sobre La masacre de Kruguer, última novela de Luciano Lamberti (Random House, 2019).
Por Cezary Novek
‘Desierta, silenciosa, cubierta de nieve’
Un meteorito cae en un páramo cercano a la localidad de Kruguer, pueblo ficticio que podría ser La Cumbrecita, Villa General Belgrano o algún otro asentamiento alemán convertido en bocado turístico de la temporada alta. Los habitantes de Kruguer comienzan a sentir ciertas perturbaciones anímicas y psíquicas: algunos escuchan voces, otros se ven desbordados por un deseo irrefrenable de algo, alguien ve cosas, todos se empiezan a sentir raros. La tensión va in crescendo hasta culminar en el horror total, justo el día de la Fiesta de la Nieve –26 de junio–, celebración anual que es el mayor orgullo de la comunidad. Treinta años después, diferentes especialistas se acercarán al lugar de los hechos para tratar de dilucidar una tragedia que se cobró la vida de la casi totalidad del pueblo.
La última novela de Luciano Lamberti continúa con la senda del horror con toques sobrenaturales iniciada en su libro de relatos El oro que podía adivinar el futuro. Al igual que la novela anterior –La maestra rural–, la historia se teje con testimonios, con fragmentos, de forma no lineal, como si el autor tuviera un poliedro cuyas caras nos va mostrando y alejando de a ratos. Hay un interesante collage de recursos narrativos que vuelve más ameno el relato, al igual que la sucesión de voces diferentes que van echando luz sobre los misteriosos sucesos de La fiesta de la nieve.
Con numerosos guiños a la obra de Stephen King (The Tommyknockers), John Carpenter (The thing), Dean Koontz (Phantoms), H. P. Lovecraft (El color que cayó del cielo), el libro de Lamberti combina estos elementos con otros de su propia cosecha –el realismo sucio en contexto rural, la sordidez de la vida social pueblerina, la maldad implícita en las pequeñas mezquindades, los vecinos con secretos sucios, etc. – y con la influencia de Roberto Bolaño y Cormac McCarthy –la manera lúdica de tirar del hilo narrativo del primero junto a la parca austeridad del segundo para describir la violencia– para construir una pieza compacta y redonda.
Desde el comienzo sabemos qué pasó y en dónde. El resto del libro nos cuenta el cómo y arriesga numerosos por qué. Es un falso documental que podría ser una película mondo, con cámara en mano, un episodio de los Expedientes X, un capítulo de la Dimensión desconocida o un especial de Nuevediario de los ’80, cuando el periodismo sacrificaba cualquier rasgo de objetividad o verosimilitud con tal de narrar una buena historia. El gran acierto del autor está en la manera de dilatar el suspenso hasta lo insoportable y el morbo con el que repasa una y otra vez las horas previas al estallido de locura que culmina en un auténtico festín de sangre.
Sobre el autor, Luciano Lamberti
Nació en San Francisco, Córdoba, 1978. Licenciado en Letras. Ha publicado los libros de cuentos El asesino de chanchos (Tamarisco, 2010; Nudista, 2014), El loro que podía adivinar el futuro (Nudista, 2012) y La casa de los eucaliptus (Random House Mondadori, 2017); las novelas Los campos magnéticos (Sofía Cartonera y China Editora, 2012) y La maestra rural (Random House Mondadori, 2016); el libro de crónicas y entrevistas Plan para una invasión zombie (China Editora, 2018) y el libro de poemas San Francisco (Funesiana, 2008; China Editora, 2014). Ha participado de numerosas antologías como Es lo que hay (Babel, 2008), Diez bajistas (Eduvim, 2008), Un grito de corazón (Blatt & Ríos/Mondadori, 2009), Hablar de Mí (Lengua de Trapo) y No entren al 1408 (2013). Actualmente vive en Buenos Aires, donde dicta talleres de escritura creativa y colabora con varios medios gráficos.