Vencido el plazo que diera el alcalde de Los Angeles para que los cientos de integrantes de Ocupar Los Angeles levantaran el campamento, fueron desalojados y detenidos más de 200 activistas.
El movimiento llevaba más de dos meses instalado en el perímetro de la alcaldía en protesta contra las políticas gubernamentales de defensa de la banca privada en detrimento de las mayorías más pobres del país.
Los 1.400 agentes policiales se encontraban rodeando el lugar desde la madrugada y mantenían cerrado el acceso de las calles aledañas. El operativo duró 4 horas y una vez comenzado los manifestantes se sentaron en un círculo cerrado en el centro del campamento con los brazos entrelazados para evitar el desalojo.
Muchos de los indignados ya habían tomado la decisión de dejarse arrestar ante las amenazas de desalojo y habían proporcionado sus nombres y domicilios. Sentados en círculo se pasaban el megáfono y para que cada uno de ellos enviara un mensaje. Cuando comenzó el operativo, los efecctivos policiales, fuertemente armados, se llevaron a las personas y levantaron sus tiendas de campaña. No se produjeron enfrentamientos ni se registraron heridos.
El jefe del departamento de policía de Los Angeles, Charles Beck, había dicho que la expulsión de los manifestantes de la plaza se haría efectivo cuando fuera más seguro para los agentes y los manifestantes. Lo mismo había declarado el alcalde, Antonio Villaraigosa, a una radio local argumentando que el desalojo obedecía a razones sanitarias y de seguridad.
Representantes del movimiento habían iniciado el martes una acción legal contra el alcalde Villaraigosa, afirmando que la orden de desalojo anunciada el 25 de noviembre era anticonstitucional.
“Porque leí la Constitución no me voy, yo no recuerdo haber leído en ningún lugar que la libertad de expresión y el tiempo para realizar una asamblea sea limitado de 6 a 10, no lo dice la Constitución y hasta que no se enmiende nosotros nos quedaremos aquí”, declaró uno de los acampantes.
En al plaza de la alcaldía las autoridades habían colocado carteles anunciando que el espacio podía ser visitado de 5 am a 10.30 pm. Esto hizo que muchos participantes se quedaban en las asambleas durante el día pero se iban a sus casas por las noches. Jaman, un estudiante que decidió regresar por las noches a su casa aseguró que igualmente se quedará hasta el final: “estaré aquí defendiendo mis derechos”.
Y no era el único manifestante que no temía ser arrestado. “No me da miedo porque estamos peleando por una causa justa y nos vamos a quedar”, sentenció Héctor Castillo, del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios. Su compañera, Alma Mártinez, agregó que se quedarán porque “esta lucha nos conviene a todos los trabajadores”.
El campamento de Los Angeles era el más grande de los que quedaban en Estados Unidos luego de los desalojos realizados en Seattle, Oakland y Nueva York.
Momentos antes del desalojo el clima de tensión se veía acrecentado por los policías antimotines que rodeaban a los manifestantes y por una media docena de helicópteros que sobrevolaban la zona.
Marcial Guerra, de la coalición Answer expresó que de fondo lo que hay es un movimiento político que le ha hecho entender al pueblo norteamericano que el 1% de la población vive a expensas del otro 99%. “Eso es lo más peligroso para el sistema, que la gente entienda, que la gente despierte. Quieren deshacerse de este movimiento para tratar de desmoralizar a la gente, pero no se dan cuenta que cuanto más nos golpean más fuerte saldrá el pueblo a las calles”, advirtió Guerra desde el lugar.
David Johnson, del Sindicato Nacional de Enfermeros, dio cuenta del pésimo estado de la red de salud en Estados Unidos y lo adjudicó en gran parte a la grave crisis que atraviesa el país. “Los enfermeros entendemos esto y queremos cambiar la situación social para que los pacientes reciban mejor tratamiento”. Explicó que la excusa del desalojo por insalubridad es solo un pretexto porque “los poderosos no quieren que haya gente protestando por la falta de igualdad en este país, pero el pueblo ya está despierto”.
Johnson aseguró que aunque las autoridades piensen que con el desalojo y la remoción de las carpas van a acabar con la protesta, se equivocan porque “el movimiento va a seguir en otros lados, lo que pase a la medianoche no será tan importante como la continuidad de la manifestación”
Por otro lado en Filadelfia también se realizó un desalojo forzoso del movimiento Ocupa Filadelfia de la plaza Dilworth, próxima a la alcaldía de la ciudad. 40 manifestantes resultaron detenidos en los oeprativos.
Charles Ramsey, comisario de la Policía de Filadelfia, indicó que los agentes permanecerán en el lugar mientras sea necesario para evitar una nueva acampada.