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Por Marina Pandolfi.A días de que hallaran sin vida a Mariana Llamazare, que había estado desaparecida, autoridades del distrito bonaerense de Almirante Brown se reunieron con organizaciones para hacer frente a la violencia de género.
La sala de reuniones del Palacio Municipal de Almirante Brown está pintada de un blanco inmaculado y el sol de mediodía se filtra por tres grandes ventanales. En el centro, hay una mesa oval de cristal y, sentado a la cabecera, el intendente Daniel Bolettieri les dice “por favor, pasen, y pónganse cómodas” a las referentes del Plenario de Trabajadoras del Partido Obrero, Creando Juntas y Madres de Constitución. Ellas tenían en claro por qué estaba ahí: para exigir el “desmantelamiento de las redes de trata” que opera en la zona gracias a la connivencia policial y política.
Acompañados por tres efectivos policiales, funcionarias del área de Género, el abogado Claudio Frai, la presidenta del Consejo de las Mujeres local, Ana Romero; el secretario de Seguridad Marcelo Fila y su subsecretario, Francisco Pena, propusieron discutir punto por punto todas las inquietudes y debatir sobre los últimos casos de violencia registrados en el distrito, como el de Milagros González, Estefanía Díaz, Ailén López y Mariana Llamazare.
Sin embargo, antes de comenzar, las referentes le pidieron al intendente que los policías se retiraran. La razón era sencilla: “No vamos a sentarnos a discutir de género con quienes son responsables de captar mujeres para redes de trata”, instó Bárbara Carrillo, miembra del Plenario de Trabajadoras. Los tres agentes, a regañadientes, se retiraron.
La reunión duró casi dos horas. En un tire sin afloje constante con el municipio, las referentes de las organizaciones reclamaron “justicia, subsidios y trabajo digno para los familiares de las víctimas, a los que renunciaron para dedicarse completamente a la búsqueda”, como es el caso de Silvia González, madre de Milagros, quien fue secuestrada por una red de trata en marzo de 2013 y logró escapar quince días después. También exigieron el “desmantelamiento de las redes de trata y cárcel para los proxenetas” y la “destitución de la cúpula policial” que intervino en los casos mencionados.
El intendente y sus funcionarios alegaron que “el Ejecutivo destina fondos para la construcción de hogares de tránsito para mujeres de víctimas de violencia de género, además de organizar campañas preventivas en todos los barrios y escuelas”, pero aún así negaron la existencia de ‘privados’ en el partido. “No hay prostíbulos en Almirante Brown. No los hay. Si ustedes saben dónde están, tráiganme impreso en una hoja la dirección de cada uno”, provocó el jefe comunal.
Desde el otro lado de la mesa, Margarita Meira, presidenta de Madres de Constitución, organización que lucha contra la trata desde 1992, increpó al mandatario: “Por favor, señor Bolettieri, usted no puede desconocer lo que pasa en la villa Betharram. Usted sabe que ahí hay prostíbulos, cocinas de droga y que es una zona liberada. Y si no lo sabe, se lo podemos contar”. Él la observó por un momento, pero siguió hablando de sus políticas para “prevenir” la violencia de género.
Tras no llegar a un acuerdo, el municipio propuso “trabajar en forma conjunta” con las organizaciones, con reuniones periódicas cada semana o quince días. Las organizaciones se negaron porque, en principio, la comuna no reconoció la existencia de los prostíbulos ni la complicidad policial. Mientras tanto, Bolettieri seguirá esperando a que le lleven una hoja con direcciones para empezar a buscar culpables en las calles, pero primero tendrá que indagar entre los mismos que estuvieron sentados con él hasta hacía un rato.
Mariana somos todas
El cuerpo de Mariana Llamazare, una joven de 17 años que había desapareció la noche del 10 de marzo, apareció el 19 de abril último en un descampado de Florencio Varela. Un día antes, la Policía había hecho rastrillajes en esa zona pero “no había encontrado nada”. Sin embargo, sí lo pudieron hallar unos niños que jugaban en la zona.
Quien la vio por última vez fue un amigo suyo, al que ella había ido a visitar. Alrededor de las 3, el joven la acompañó hasta la puerta, la despidió y la vio alejarse. Sin embargo, según le contó a Marcha Romina, hermana de Mariana, “notó que alguien la empezó a seguir, pero como vio que ella se había detenido a hablar con esa persona, le restó importancia y se metió de vuelta en su casa”.
La búsqueda comenzó al día siguiente entre amigos, vecinos y gente del barrio que colaboró al pegar carteles con sus datos en las estaciones y postes de luz y a difundir la foto de la joven en las redes sociales.
A medida que los días transcurrían, la hipótesis de un secuestro se desestimó y empezaron a inclinarse hacia un “posible caso de trata de personas”. Romina contó que mucha gente llamó para decir que la había visto, aunque siempre en lugares distintos. Algunos aseguraban que estaba cerca de la estación de Burzaco, una zona donde, según denuncian muchos vecinos y vecinas, hay varios prostíbulos. Otros sostuvieron que la habían visto en un barrio periférico de Adrogué conocido como “la villa Betharram”, un asentamiento ubicado detrás del supermercado Carrefour en el que también se encuentran prostíbulos y cocinas de droga.
Aún así, la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 de Florencio Varela, que encabeza la investigación, tiene como principal sospechoso a un hombre de 32 años que es conocido en la zona como “El Carrero” y que cuenta con antecedentes policiales por asesinatos y violaciones, además de ser señalado como “captador” de jóvenes para las redes de trata.
Mariana tuvo la ‘desdicha’ de haber desaparecido en la calle límite entre Almirante Brown y Florencio Varela, por lo que Marcelo Fila desestimó el caso durante la reunión. Lo que sucede es que era una chica común, como todas, que terminó por sumarse a la lista de mujeres víctimas de la violencia, de la injusticia y de la complicidad policial.