Por Carla Perelló, Camila Parodi y Lisa Buhl
Violencia e impunidad, Derechos Humanos y organización comunitaria en México. Algunas reflexiones a partir de la visita a la Argentina del comunicador popular Indalecio Benítez de la Radio Comunitaria la Calentana Levimez de Luvianos.
Indalecio Benítez es fundador de la radio comunitaria La Calentana Luvimex, de Luvianos, en el Estado de México, lindero con Guerrero y Michoacán. En el marco de su visita a la Argentina el pasado sábado 9 de marzo, Indalecio conversó con trabajadores y trabajadoras de prensa en una actividad propuesta por el SiPreBA, Sindicato de Prensa de Buenos Aires, y la Asamblea de Mexicanxs para charlar sobre su lucha. “Sé que si quiero seguir estando vivo, tengo que censurarme”, resumió su situación que da cuenta de un contexto más amplio que hoy atraviesa el pueblo mexicano.
El locutor y defensor de los derechos humanos y de lxs migrantes impulsó en 2013 en su propio domicilio el armado de la emisora La Calentana Luvimex para difundir noticias del pueblo para el pueblo. En agosto de 2014, un grupo del crimen organizado llamado “los Guerreros Unidos” ingresó a la radio, y con ello a la casa de Indalecio, para castigarlo a él y a su familia por su activismo. Intentaron asesinarlo, y en ese mismo hecho mataron a su hijo Juan Diego quien tenía 12 años. La radio está ubicada a tan sólo 600 metros de una base de la Armada y al año siguiente, la radio fue desmantelada por las autoridades.
Acompañada por el pueblo, desde La Calentana Luvimex denunciaron la clara persecución del gobierno: “es una radio del y para el pueblo”, explica Indalecio, y a pesar de las persecuciones que sufrieron, lograron la legalización y formalización de la propuesta. Aún así la emisora continúa creciendo, y actualmente forma parte de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC). Con su experiencia, Indalecio Benítez está convencido de que hay que fortalecer los lazos comunitarios. Sabe muy bien, también, que hay que cuidar la vida. En este sentido, su proclamada “autocensura” funciona como estrategia para sostener la práctica comunicacional en un contexto de Narcoestado. Y si, la comunicación comunitaria en uno de los territorios más violentos del mundo implica mucho compromiso y responsabilidad.
Mónica Mexicano, integrante de la Asamblea de Mexicanxs en Argentina y co-organizadora de la actividad, explicó, por su parte, que “desde el año 2000 hasta octubre del 2018, la Comisión Nacional de Derechos Humanos contabilizó el asesinato de 140 periodistas, a los que hay que sumar los casos ocurridos en diciembre de 2018 y 4 periodistas asesinados en los primeros meses del 2019. Además, hay decenas de periodistas desaparecidos/as, desplazados/as y agredidos/as”.
Para Mexicano, la historia de Indalecio “es muy representativa para ilustrar la situación actual de México, ya que muestra el amalgama de convivencia entre el crimen organizado”. Es decir, no sólo se refiere al narco como aquel que interviene en el tráfico de sustancias ilegales, sino que también en lo que respecta al tráfico ilegal de todo tipo de productos y objetos, sean legales o ilegales, vinculado directamente “con el estado en todos sus niveles, no sólo la policía municipal, sino también el ejército, el Ministerio Público, los jueces, etc.”. Entonces, para la integrante de la Asamblea de Mexicanxs, esta situación “evidencia la complicidad completa donde la supuesta guerra contra el narco se convierte en una disputa por el territorio. En ese contexto, Luvianos, el pueblo donde se encuentra la radio La Calentana Mexiquense, no está exento. Por el contrario, el alcance del grupo de “Los Guerreros Unidos” es muy grande. Abarca muchas zonas y conservan en el territorio que controlan mucho poder. Incluso están involucrados en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
En línea con Mexicano, Benítez cuenta su historia y explica de manera detallada cómo las organizaciones criminales se fusionan con el Estado. No se trata ya de la venta de sustancias ilegales: “Aunque sean productos legales, ellos los convierten en ilegales”, sostiene. “Donde hay un producto o algo en auge que está dejando derrame económico, ahí va el crimen organizado para tener su beneficio económico”. Por ejemplo, cobran un “impuesto” sobre determinadas actividades o gestionan licitaciones para la explotación de bienes naturales que luego les permitan cobrar un porcentaje de las ganancias por ello.
El activista cuenta que se establece una convivencia relativamente pacífica con el crimen organizado. Ahora bien, “se viene el problema grave cuando hay una disputa entre dos cárteles. Cuando un solo cartel tiene el control sobre un territorio no hay problema, entran y salen las personas, porque nadie va a pelear contra ellos. Yo, que estoy ahí, no peleo, me autocensuro, no toco temas relacionados con ellos, porque sé que si quiero seguir estando vivo, tengo que censurarme. El gobierno lo sabe, todos lo saben, pero no pueden hacer nada. Es la única manera de seguir ejerciendo”. Esta violencia latente se vuelve explícita cuando la gente se rebela, y entonces, las y los matan.
A cien días de la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, los planes propuestos por el nuevo gobierno muestran sus primeros impactos en la población. Una suerte de “endiosamiento”, según las palabras de Benítez, le permiten avanzar con distintos programas que no necesariamente fueron parte de la campaña. En algunos casos, más bien, todo lo contrario. El proyecto del Tren Maya, la instalación de una termoeléctrica y la construcción de un aeropuerto, son algunos ejemplos de ello. Hay una vinculación directa entre estos emprendimientos extractivistas y el crimen organizado en complicidad con el Estado, como muestra el caso de Samir Flores, ecologista y periodista quien fuera asesinado al día siguiente de denunciar el megaproyecto de la termoeléctrica.
También el impulso de la Guardia Nacional -una fuerza integrada por civiles, las Fuerzas Armadas, la Marina y la Policía Federal en contra del crimen organizado- que goza de una gran aprobación popular- y prevalece la expectativa sobre el efecto que puede llegar a generar en los territorios atravesados y controlados por los cárteles.
“La presencia del ejército sólo ha derivado en Masacres, tortura y violación”, sostiene Mexicano. “El Ejército ha manipulado escenas del crimen. Están involucrados todos los niveles de gobierno”. Se trata de una práctica que se implementa en el país desde la presidencia de Felipe Calderón, y se da en el marco de lo que se conociera como la “guerra contra el narcotráfico”.
Para Benítez, el actual momento está “en suspenso porque la Guardia Nacional no es otra cosa que la militarización, no es otra cosa que personas entrenadas para matar gente”. Aún así, entiende que “puede ser un beneficio para erradicar el cáncer de la inseguridad, cuando todas las policías municipales, estatales están podridas completamente”.
México está en guerra. Es una guerra del Narcoestado contra la población. Las violaciones a los DDHH se volvieron sistemáticas: según estadísticas oficiales, en los últimos 10 años hubo más de 100 mil personas asesinadas, más de 40 mil personas desaparecidas, casi 150 periodistas asesinados y asesinadas. Se produjeron decenas de miles de feminicidios sin investigar, un número no relevado de personas capturadas por las redes de trata y prostitución, por lo menos 14 defensores y defensoras de derechos humanos asesinadas. Asimismo, se encontraron 855 fosas comunes con miles de cuerpos amontonados y sin identificar, mientras las masacres masivas y manipuladas por las fuerzas de seguridad se multiplican. Hasta el día de la fecha, hay 36 mil personas fallecidas no identificadas; 130 testimonios de intento de secuestro en el metro de la Ciudad de México y 200 mil personas que cambiaron de domicilio. Organizaciones de derechos humanos advierten que las cifras reales son aún mayores, ya que la mayoría de los crímenes no llegan a la denuncia por miedo a represalias. Suponen que los números reales podrían hasta cuadruplicarse.
“México es una gran fosa clandestina por la cantidad de cuerpos y desaparecidos que hay” reflexiona Mexicano. La sistematicidad del “dolor psíquico y de la ruptura en los lazos sociales” no pueden superarse sino con una apuesta a la solidaridad internacional. La llegada de Indalecio Benítez a la Argentina y su visita a las y los comunicadores se llevó a cabo con ese espíritu. Por eso, “necesitamos romper el cerco mediático” y así lo sostiene Mexicano tras la visita de su compatriota, “no somos playas y ruinas arqueológicas. Tenemos que contar lo que está pasando, ya que puede dar un resultado sanador”.