Por Rolando García. Sergio “Maravilla” Martínez ganó la batalla contra el boxeador mexicano Julio Cesar Chávez Jr., por decisión unánime en las tarjetas. Se consagró como campeón del mundo por el título mediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), en un final de película.
Sábado 15 de Septiembre. Se acercan las nueve de la noche en el tradicional estadio Thomas & Mack Center de Las Vegas. Se juega en Estados Unidos, pero los mexicanos están de locales, y la batalla es entre dos exponentes latinos del boxeo de máximo nivel.
Sergio “Maravilla” Martínez (37) hace su ingreso primero. Carga consigo la presión de haber buscado esta pelea durante casi dos años. Con una trayectoria impresionante (49 combates ganados -28 por nocaut-, dos derrotas –aunque una muy cuestionable- y dos empates), el argentino nacido en Avellaneda y criado en Quilmes parece relajado y se encuentra en óptimo estado físico. Millones de personas están siguiendo su ingreso al estadio, palpitando el inicio de lo que promete será una contienda histórica.
Julio César Chávez Jr. (26) viene de una carrera tan impecable como cuidadosamente asesorada. Nacido en Culiacán, estado de Sinaloa, hijo del supercampeón y leyenda de nombre homónimo, lleva al ring tanto su superioridad corporal como su invicto en 47 peleas (43 nocauts), su puño pesado, la carga de ser el niño mimado de las televisoras y la escolta de técnicos, estrategas y hombres de peso en el boxeo mundial, entre los que se encuentra su propio padre.
Martínez domina cómodo, a fuerza de golpear todo el tiempo sobre la guardia sólida del mexicano. Chávez Jr. parece tieso, ataca poco, juega a hacer valer la diferencia de edad conforme avance el enfrentamiento. Maravilla se mueve por todo el ring, avanza con combinaciones a distancia, pero tampoco le escapa al juego corto, el favorito del defensor del título. De a poco la defensa del azteca se va horadando, y su rostro acusa recibo del trabajo fino de Maravilla, quien hacia el séptimo round está ganando la pelea sin duda alguna.
Con estilo provocador pero estratégico, bajando la guardia, invitando al combate y a la apertura de la defensa del rival, Maravilla hegemoniza completamente la batalla, pero la derecha pesada de Chávez también hace lo suyo y guardará aun algunas sorpresas. Sergio sale a buscarlo y avanza hacia una definición de nocaut. Lo prometió en la previa a la pelea, conferencia que se multiplicó por todas partes y fue vista por miles y miles de personas. Hacia el décimo round, esa oportunidad parece haberse ido.
El reloj corre y Chávez sabe que en la estrategia trazada, es este el momento de avanzar. Aguanta los golpes de Maravilla, que le han abierto un tajo en el pómulo derecho, hinchado fuertemente el ojo izquierdo y sacado una hemorragia nasal que molesta en la respiración. Una serie de combinaciones entran de lleno en el argentino, que parece retroceder un poco en el ring y en las tarjetas. Aparece el primer round en el que Maravilla no gana.
El doceavo traza el final digno de un film. Maravilla saluda a la lona después de un fuerte derechazo cruzado, seguido por otra combinación que lo arroja desde las cuerdas directo al piso. La imagen es la de Martínez con la mirada desorbitada y el reloj avanzando sobre los 30 segundos finales del combate. La audiencia, superior a las 20 mil almas, y el país entero viviendo la pelea en la televisión, contienen la respiración. Llega la reincorporación del argentino, que resistió de pie los segundos finales, devolviendo cruzados y directos. Chávez Jr. golpea pero no logra el nocaut.
Llega el final y la resolución unánime del jurado: las tarjetas le dieron el merecido triunfo con 117-110, y dos 118-109, a quién, más allá de la caída, dominó el combate. Es el fin de 12 rounds históricos y el carismático deportista se levanta con la esperada gloria. El campeón saluda con respeto a los mexicanos en el bicentenario de su independencia.
Luego se descubrirá que combatió con la muñeca izquierda lesionada desde el cuarto round, y con una fuerte inflamación en la rodilla, posiblemente generada en la caída de la última ronda. El estilo de Maravilla fue tanto cautivante como provocador. En corta distancia, el púgil se movió utilizando todo el ring. La velocidad del intercambio de golpes con el azteca y la sorprendente capacidad de reacción del argentino mantuvo la tensión durante toda la batalla.
La histórica coronación de Maravilla fue antecedida por el triunfo de Marcos “el chino” Maidana frente al mexicano Jesús Soto Karass, por nocaut técnico en el octavo round. Esta victoria lo posiciona para seguir desarrollando su carrera y lo acerca a una posible batalla con el campeón mundial AMB en la categoría welter, marcando que los argentinos en este deporte popular aun tienen mucho para dar.
La antesala de una pelea muy esperada
El mundo del boxeo es un mundo de negocios, y una buena parte de la batalla siempre se libra fuera del ring. El caso de la pelea de Maravilla no es ninguna excepción, sino más bien una expresión muy clara de esta regla. Martínez recuperó el título que había abandonado tras una serie de maniobras de los dirigentes de la CMB, quienes “promovieron” al púgil hacia un título inventado (“cinturón diamante”) dejando vacante el título medio que Martínez había ganado a Kelly Pavlik en 2010. De esta manera, la HBO negoció trasmitir la pelea entre el alemán Sebastian Zbik y Julio César Chávez Jr, quien se impuso por puntos en un fallo polémico.
Maravilla quedó a la expectativa de la pelea por el título con el nuevo campeón, espera que se prolongó por dos largos años. Las promesas de combate frustradas llevaron al boxeador argentino a fuertes cuestionamientos públicos a la organización, y a un cambio en la estrategia de promoción. Se lo vio por primera vez abandonar las declaraciones caballerosas para empezar a hacer declaraciones públicas encendidas contra los Chávez, que terminaron por obligar al escurridizo Junior a aceptar el desafío en que sería derrotado.