Por Mario Hernández. Gerardo Bavio trabajó con el Che en el Ministerio de Industrias. Militó en Montoneros y fue parte de su aparato de inteligencia. Estuvo exiliado en México y allí se alejó de la organización. Recordó al Che, al peronismo y los fusilamientos. La continuidad de una violencia política.
“Todos los asesinatos perpetrados por la derecha, en Argentina y en nuestra región, tienen una continuidad”. Con esa sentencia Bavio abre el diálogo. Es que, por lo menos desde fines del siglo XIX, los fusilamientos tienen un claro objeto: defender los privilegios del sistema, recurriendo a cualquier criminalidad. Y con ese dato de la historia, que hay que tener en cuenta en todo momento, inclusive en la actualidad, Gerardo nos cuenta su perspectiva sobre la violencia política y las muertes.
-Hablemos de los fusilamientos del 9 y 10 de junio de 1956 en oportunidad del primer levantamiento de militares y civiles nacionalistas después de la caída de Perón, liderado por Juan José Valle y Raúl Tanco. La orden de fusilar fue dada en la madrugada del 10 de junio por Aramburu. Creo que no se fusilaba desde Dorrego en 1828…
-Se fusiló después, recordá el caso de Severino Di Giovani, fusilado por Uriburu en 1930. Hubo otros fusilamientos de las Fuerzas Armadas que se consideraban con derecho a hacerlo, los dueños de la vida y la muerte de los ciudadanos. También fusiló la última dictadura.
-¿Cuántos fueron los fusilados en junio del ’56? Se recuerda mucho a los de José León Suárez, pero hubo también en otras localidades.
-A algunos militares los fusilaron en el mismo lugar de la sublevación, a otros, como a Valle en la cárcel de Las Heras y también fusilaron en otras cárceles y regimientos. Fue tremendo. Se discute mucho si había Ley marcial o no. Evidentemente, se fusiló antes de establecerla Aramburu y Rojas, aunque era ilegal en sí misma como lo era el gobierno de facto de ambos.
-Esta fue la respuesta que un Juez salteño no te dejó darle a Luciano Benjamín Menéndez en oportunidad del juicio por la desaparición del ex gobernador de esa provincia, Miguel Ragone, ¿no?
-Ese es un tema que me ronda en la cabeza. Cuando Menéndez me pregunta quiénes y por qué asesinaron al general Aramburu en mayo de 1970, el Juez no me dejó contestarle por cuestiones procesales. De haber podido le hubiera dicho que lo que yo sabía salió publicado en los diarios y todos lo conocemos. Yo no fui. Pero lo que tenía en la cabeza era preguntarle quiénes y por qué bombardearon la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, quiénes y por qué desplazaron al gobierno constitucional de Perón y comenzaron a fusilar como en 1956, etc., etc., le hubiera hecho todas las preguntas que finalmente conducen a la dictadura genocida de Videla, las Fuerzas Armadas y los civiles. Es muy importante recordarlo porque las Fuerzas Armadas representaban a sectores conservadores civiles que no solo fueron cómplices, sino parte protagónica de los fusilamientos.
-A través de los Comandos Civiles que integraban radicales, socialistas demócratas-cristianos…
-Por supuesto, y además el poder económico que está detrás de todo esto, el poder político y económico de las grandes transnacionales, el Departamento de Estado norteamericano, la CIA, el FMI que son las fuerzas que están detrás de todas estas masacres. Esa es la realidad que hay que rescatar y poner de manifiesto.
-Son los mismos que estuvieron detrás del asesinato del Che. Ese era el otro tema que quería tratar porque tuviste una relación privilegiada con el Che ya que trabajaste en el Ministerio de Industria de Cuba cuando él lo dirigía. Me gustaría aprovechar para conversar sobre tus sensaciones, sobre lo que te ocurrió cuando conociste al Che.
-Yo estuve en Cuba desde el 1º de junio de 1962 que llegamos con un compañero cordobés amigo del Che. Esa misma noche nos entrevistamos. Fue emocionante, recuerdo cada segundo, la conversación que tuvimos durante una hora, en su despacho, a la 1:30 am, porque nos atendió a esa hora.
Después me quedé en Cuba y viví momentos que no cabe la posibilidad de relatar en este brevísimo espacio, pero que dejaron en mi vida un recuerdo imborrable.
Estuve trabajando en Cuba cerca del Che aunque no en el mismo edificio. Yo lo hacía en la Compañía Cubana de Electricidad que tiene su sede en una calle un poco más alejada del Ministerio de Industria. De todos modos, nos veíamos con el Che con cierta frecuencia y también con John W. Cooke.
Otro hecho que pasó a la historia en 1962 fue la crisis de los misiles donde el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear o, por lo menos, lo sentimos así. Después continué en 1963, estuve casi dos años trabajando en Cuba.
Creo que han sido años cruciales para el Che que definieron su pensamiento. El Che tuvo que vivir en esa etapa un conflicto con algunos sectores del gobierno cubano que cuestionaban algunas de sus ideas y prácticas dentro del Ministerio de Industria. Es interesante rescatar esas discusiones y profundizarlas porque nos enseñan mucho sobre las cuestiones inherentes a la transición que tiene que darse entre una sociedad capitalista y la construcción del socialismo que se basa en el gobierno y el poder de los trabajadores, del pueblo organizado para transformar la sociedad.
Realmente es un tema muy profundo. Siempre decimos que nos planteamos el socialismo del siglo XXI, pero para conocer cuáles son los datos importantes a rescatar de la historia del siglo XX, uno sería el por qué y cómo se frustró la experiencia socialista en el siglo pasado. A eso nos ayuda este tipo de análisis donde caben diferentes posiciones dentro de lo que es el campo popular.
-¿Podrías marcar algunas de esas facetas que vos considerás tan positivas de Guevara?
-El Che planteaba que ese período de transformaciones tenía que ser dirigido por los trabajadores, sobre todo por los trabajadores organizados. Por eso trató de organizarlos, creó cuerpos técnicos, de asesoramiento, que salían de los mismos centros de trabajo. El proyecto de transformación se gestaba fundamentalmente en las fábricas, en los centros de trabajo, con los trabajadores y para eso propugnaba que se organizaran. Además, con un principio que mantendría siempre y era la formación del Hombre Nuevo.
Había que salir de la alienación capitalista hacia una desalienación socialista, podríamos decir. El socialismo significa desalienación, o sea, la verdadera liberación del hombre que trabaja, en cambio, había otros cuadros dirigentes que planteaban, y los hechos parecen haberles dado la razón, que el trabajador en el régimen socialista seguía siendo un hombre enajenado, no era dueño de su trabajo, estaba sujeto a una falta de libertad que fue evidente en los regímenes socialistas del siglo XX, sin ir más lejos el estalinismo en la URSS.
El Che era un crítico de todo eso. Quería que el socialismo fuera un proceso de liberación del trabajador y del hombre, dándole posibilidades de acción, pensamiento y organización para transformar la sociedad.
Ese pensamiento del Che a veces chocaba con algunas opiniones muy rígidas de sectores formados o, mejor dicho, deformados por las concepciones de la URSS vigentes en ese momento.
-Mencionaste al “Gordo” Cooke. ¿Cómo era la relación del Che con él?
-De acuerdo a mi experiencia fue muy buena por ambas partes. El Che admiraba y respetaba mucho al “Gordo” Cooke y asumía mucho de su pensamiento, sobre todo, con respecto al peronismo.
-El “hecho maldito”.
-Así es. El “Gordo” Cooke tuvo la capacidad de influir en muchos sectores de la sociedad y en dirigentes cubanos. Además, para Cooke, el Che era una figura fundamental y sus proyectos no eran antagónicos, eran complementarios. Cooke tenía más la concepción de la revolución como un proceso de insubordinación de las masas, de las bases sociales y el Che tenía algo de aquello que critican como foquismo, que las condiciones las crea “el foco” guerrillero. Ese fue uno de los debates que no los llegaron a antagonizar en ningún momento ya que podrían ser complementarios, según la realidad, porque lo que marca la táctica de un proceso revolucionario es la realidad concreta, sin partir de ella no se puede pensar en una transformación social. Eso es lo básico.