El ministro de Planificación Federal estuvo en Brasil, China y Rusia en busca de capitales para la construcción de dos represas en la provincia de Santa Cruz. La mecánica de la relación entre el capital extranjero, el capital nacional y el Estado.
En el día de ayer Julio De Vido concluyó una gira por Brasil, China y Rusia en busca de financiamiento para la construcción de las represas hidroeléctricas Presidente Néstor Kirchner y Gobernador Jorge Cepernic. La comitiva, compuesta por el ministro mencionado y por otros altos funcionarios del área de la obra pública, estuvo acompañada por empresarios de las principales empresas contratistas de nuestro país. Se trata de Manuel Kleiman, el número cuatro del Grupo Techint; Luis Valenti, vicepresidente de Industrias Metalúrgicas Pescarmona (IMPSA); Hugo Dragonetti, presidente de Panedile; y Juan Manuel Collazo, titular de Helport, brazo constructor del Grupo Eurnekián. Todos ellos buscaban asociarse con las grandes constructoras extranjeras para acceder a la licitación de las obras y pugnar por la realización de un negocio millonario.
No se trata de un proyecto más. Según la agencia Télam, De Vido declaró que las represas “serán uno de los proyectos más importantes del hemisferio sur en los próximos cinco años”, tiempo que demandaría su construcción. Las represas se ubicarán sobre el Río Santa Cruz, el tercero en caudal del país, y permitirán la generación de 1.740 megavatios por día, con lo que alcanzarán el tercer lugar después de Yaciretá y Salto Grande, aunque en estos dos casos la energía generada se comparte tanto con Paraguay como con Uruguay. La inversión estimada es de 21.600 millones de pesos, de los cuales al menos un 50 por ciento debe provenir del sector privado, según estableció el gobierno argentino.
La oferta es atractiva para los capitales inversores porque la operación establece que el ganador de la licitación tendrá asegurada la recuperación de su inversión y la ganancia correspondiente con la venta preacordada de la energía producida a valores actuales por quince años. Pero además De Vido agregó que “el Estado nacional aportará avales, fianzas y garantías para las empresas que así lo requieran para respaldar a quien licita la obra y se endeude”. Y de hecho en el proyecto de ley del Presupuesto Nacional para el año 2013 el Estado pide autorización para entregar avales por 7.600 millones de pesos destinados a la construcción de ambas represas.
Finalmente, para terminar de pintar el trazo grueso de este tipo de operaciones, como cualquiera de las empresas extranjeras interesadas buscará financiamiento en los distintos bancos de desarrollo de sus países, que exigen que las operaciones incluyan la venta de los equipos de mayor valor agregado, de no establecer el gobierno nacional lo contrario, el papel del capital nacional se restringirá a la obra civil. Estamos hablando de pesos pesados a nivel mundial: las chinas Sinohydro y Gezhouba Group, las brasileñas Camargo Correa y OAS, las rusas Power Machines e Inter Raoues y hasta la coreana Hyundai.
Para la Argentina la construcción de las represas implicaría pasar de un 31% a un 41% en el aporte de la energía hidroeléctrica a la generación de energía nacional, según afirmó la presidenta en el acto en que anunció la reapertura de las licitaciones. En rigor de verdad, esta es la cuarta vez desde el 2008 en que el gobierno nacional intenta avanzar en la licitación de estas obras. Le adjudica el fracaso a que recién a finales de este año estará construida la red de transporte de la energía que permitirá que la producción de ambas represas se conecte con el sistema eléctrico nacional, lo que generaba indecisión en los capitales inversores. Por otro lado, teniendo en cuenta el déficit comercial que provoca la importación de combustibles para alimentar la actividad económica, desde el gobierno consideran que la generación de mayores niveles de energía hidroeléctrica significaría un ahorro para el país. En este mismo sentido van los acuerdo firmados por YPF con grandes multinacionales petroleras para explotar los yacimientos de gas no convencional en Neuquén y la búsqueda de inversores para desarrollar una cuarta planta de generación de energía nuclear que el mismo ministro De Vido encabezó en Rusia y China.
Para la reflexión es bueno retomar el planteo que hace el economista Julio Gambina en su blog, quien explica esta gira en busca de inversores desde otro punto de vista. “Más allá de los debates teóricos sobre el papel del Estado en la actualidad, en su carácter de sujeto con capacidad de invertir ante la ausencia de una burguesía con capacidad y vocación nacional para definir un rumbo autónomo, la realidad es que la Argentina, como la mayoría de los países, ahora designados como “emergentes” buscan atraer capitales externos. Lo hacen porque existen capitales excedentarios a escala global que buscan rentabilidad en múltiples territorios, entre otras cuestiones, para alejarse de la crisis de valorización que hoy se presenta en los principales territorios de la explotación capitalista. El debate que queremos suscitar es si la producción sólo puede resolverse con la lógica de la ganancia, lo que supone, sí o sí, el papel de las transnacionales como originadores del proceso productivo.
El debate es si los Estados Nacionales pueden impulsar otra política económica, que más que definirse como “emergentes en búsqueda de inversores”, pudieran asumir el desafío de modelos productivos y de desarrollo diferenciados. Lo que sugerimos es rediscutir el papel económico y productivo que pueden impulsarse desde acuerdos hasta ahora con importante dimensión política, como la UNASUR y la CELAC, por ejemplo, para pensar en articulaciones intelectuales, de investigación y desarrollo de ciencia, tecnología y técnica para resolver la producción desde otra lógica a la que organizan los inversores externos ávidos de valorización.” Es ilustrativo pensar en el Banco del Sur propuesto por la Venezuela bolivariana, que no logra avanzar por la falta de voluntad política de los gobiernos de nuestro continente.