Por Amelia Tristán. Nueva entrega de nuestros relatos de viaje desde Nueva Zelanda. Un repaso por la colonización británica y el lugar de los maoríes en el Estado moderno.
Probablemente el rugby es una de las razones por las cuales Nueva Zelanda como país es conocido mundialmente. El rugby, Los All Blacks y el Haka. Cada país hace sus ídolos, o símbolos por los cuales el mundo lo conoce. Deportes populares como lugar común, como referencia, como forma de relacionarse, identificarse, como acto compartido de sentimientos, pasiones… “Pasiones de multitudes” que funcionan, despiertan, articulan comunicaciones, relaciones, vidas cotidianas en distintas partes del globo… Que sirven como actos metonímicos para conocer lugares también remotos: ¿Qué hay en Argentina más allá de Messi, Maradona? ¿Qué hay en Nueva Zelanda más allá de los All Blacks y su Haka? Al igual que las “pasiones de multitudes”, las tradiciones construidas también funcionan metonímicamente: Argentina = tango, asado, mate, gauchos, fútbol. El tema es saber qué hay más allá de esas figuritas que vienen adosadas a cada país…
En el caso de Nueva Zelanda, los maoríes son conocidos por el Haka, que a su vez se hizo conocido por los partidos de rugby. Pareciera desde afuera que los maoríes y algunas de sus prácticas son parte cotidiana de la vida neozelandesa. Probablemente lo sean en algunos lugares de Nueva Zelanda, pero lo cierto es que después de ocho meses de estar en este país que se declara “bicultural”, y a veces, “multicultural”, la sensación es que las prácticas de esa “otra” “cultura” quedan replegadas a un nivel familiar; en lo cotidiano se encuentran invisibilizadas. Lo que sí es visiblemente maorí son las performances turísticas y algunas piezas en los museos. Así también están los nombres maoríes de ciudades y pueblos que, junto al cuento orgulloso del país bicultural, ocultan cómodamente todo un proceso de lucha previo y la existencia de movimientos que dio lugar al cambio de nombres, a la doble nominalización de algunas instituciones y carteles, y al reconocimiento del maorí como lengua oficial.
Paralelamente al orgullo bicultural, circulan otras imágenes de los maoríes: “los bravos”, “los desempleados”, “los vagos”, “los que se drogan”, “los que reciben amparo del Estado”. Hace doscientos años con la llegada de pakehas algo empezó cambiar, como ocurre en todo proceso de colonización, todo un sistema político-económico-cultural y toda una concepción de vivir la vida fue cambiada. A lo largo de esa historia la población maorí empezó a disminuir, las tierras pertenecientes a los maoríes también, los nombres de los lugares empezaron a cambiar. Con la creación de las escuelas, la lengua maorí se empezó a dejar de hablar y ciertas prácticas empezaron a estigmatizarse. Con la creación de las ciudades muchos maoríes empezaron a migrar, empezando a formar los sectores marginales de la población neozelandesa.
Hoy en día la población maorí representa un 15% de la población. El parámetro sobre el que se determinó ese porcentaje en el censo del 2013 es la sangre. Dato no menor para pensar los términos de esa biculturalidad y la forma en la que es pensada “la” “cultura” y las identidades. También el censo determinó que el 25% del paro total corresponde a los maoríes y que de la cifra total de ayudas económicas reciben un 33.2%.
Entonces, ahí es cuando uno recuerda que, al lado del haka, los maoríes y el rugby, también hay una bandera azul con cuatro estrellas que representa la cruz del sur, y una bandera del Reino Unido en el extremo superior izquierdo. Bandera que recuerda que Nueva Zelanda surge como una de las tantas colonias inglesas de fines del siglo XIX. Quizás lo paradójico es la forma en la que se entablan las relaciones coloniales con el Reino Unido, ya que para el año 1835 la Nación de las Tribus Unidas de Nueva Zelanda declaraba su independencia impidiendo la soberanía francesa sobre las islas. Sin embargo, esa declaración se realizó con el apoyo del Reino Unido y pedía de alguna manera la protección británica. Esas “cordiales” relaciones permitieron que para 1840 la Corona Británica y algunos jefes maoríes firmaran el Tratado de Waitangi, en el que los maoríes supuestamente cedían la soberanía de las islas a cambio de reconocerse como sujetos de derecho británico y la posesión de sus tierras.
La creación y firma del tratado fueron dadas en un contexto en el que pakehas y maoríes venían forjando relaciones comerciales, religiosas y de convivencia desde que la tripulación del Endevour y el Capitán Cook había llegado a Nueva Zelanda; en el que franceses y estadounidenses veían teniendo intereses en la zona; en el que los jefes maoríes dejaban de tener influencia política sobre los colonos recién llegados; en el que también existían luchas inter-tribales. De esa manera, la Corona Británica también se proponía como un ente mediador que prometía obrar con verdad y justicia.
Sin embargo, el tratado es motivo disputa, por distintas razones. En primer lugar, porque existieron dos tratados, uno en maorí que fue el firmado por los jefes, y otro en inglés, la correspondencia de términos en ambos tratados no era equivalente. No sólo por una cuestión de traducción sino también por una cuestión de conceptos, en los que autoridad, posesión de tierras, soberanía eran pensados y ejercidos de maneras distintas.
En los años posteriores al tratado empezaron a existir réplicas al mismo reclamando que el tratado no estaba siendo respetado. Paralelamente, las islas empezaban a modificarse por la llegada de nuevos colonos, nuevas actividades productivas y nuevas instituciones. Si bien el caso de Nueva Zelanda como colonia británica es diferente a otros, resulta un poco aterrador ver cómo se repite la historia en distintos lugares y en distintos tiempos… Procesos de colonización que son diferentes pero que tienen rasgos en común: disputas internas previas, nuevas formas de nombrar y diferenciarse (maoríes, pakehas; indios, españoles)que generalizan y engloban a un “otro cultural”, violencia, parcelamiento de tierras, nuevas instituciones, estigmatización de prácticas, ocultamiento, surgimiento de Estados-Nación, resistencias por lo bajo.
Con todo este proceso histórico se puede pensar, más allá del orgulloso Haka, qué tan maorí se cree, crea y recrea Nueva Zelanda; en qué términos está pensada/practicada hoy día la “biculturalidad” y aún más, la “multiculturalidad”; Cómo estos amistosos conceptos, todavía son un motivo de discusiones, disputas y luchas; y cómo todavía hay un largo camino por recorrer para que esas ideas puedan practicarse.
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