Por Nadia Fink y Repo Bandini / Fotos Lara Fleites Fink, Anita Pouchard Serra y Repo Bandini
A 14 años de la Masacre de Avellaneda, Darío y Maxi estuvieron más presentes que nunca en la juventud y la niñez. El 25 y el 26 de junio fueron días para recordarlos de varias maneras: desde el arte hasta el acto de homenaje, desde la escultura a la marcha de antorchas
Como cada 26 de junio, luego de desandar el camino que hicieron Darío Santillán y Maximiliano Kostecki huyendo de las balas policiales hace 14 años atrás, se realizó el acto a las puertas de la ex estación Avellaneda. Allí donde las balas los alcanzaron y la masacre se concretó.
Por eso este acto tuvo la fuerza de seguir pidiendo justicia completa por ellos, para que no sólo estén en la cárcel los responsables materiales, quienes dispararon esa tarde de 2002, sino también para que los responsables políticos, quienes dieron la orden de reprimir, también estén tras las rejas.
Pero durante el 25, y antes de la vigilia que se lleva a cabo en la base del puente cada año, hubo una Jornada Cultural. Es el día en el que se celebra la vida, en el que se debate, se juega, se interviene, se baila, se ilumina; se ponen bien arriba los valores que supieron hacer de Darío y Maxi militantes y personas que perduran en la memoria de tantas y de tantos hoy.
Y este año, además, el denominado “Día de la juventud militante” (porque nos recuerda eso que decíamos antes, y que en los noventa, las y los jóvenes ya peleaban por construir un futuro y una vida digna para muchos y muchas más) se llenó de niñas y de niños que se apropiaron el espacio, realizaron actividades, pintaron sus vivencias y sentires, y la juventud dijo presente desde una intervención diferente.
“La idea fue reflejar que Maxi y Darío están presentes”
Las imágenes en fotografías y en vídeos siguen recorriendo el mundo. Darío socorriendo a Maxi en el hall de la ex estación Avellaneda (que hoy lleva los nombres de ambos), su mano que intenta parar las balas y el odio, su corrida cuando no había forma de parar la cacería; y Darío, herido, en el patio de la estación. Es allí mismo donde un grupo de jóvenes decidió erigir esculturas de tamaño real de los dos.
“La idea fue reflejar esto de que Darío y Maxi están presentes”. Quien lo cuenta es Rodrigo Gutiérrez, parte de Herrería sin Patrón, desde donde surgió la idea, junto con la agrupación juvenil Agite Rebelión (del Frente Popular Darío Santillán), de realizar este “simple homenaje”
La particularidad de las obras de estos jóvenes herreros es que no reflejan el episodio de la muerte, sino que son ellos con lo que los identificaba antes: “por eso Maxi está sentado, dibujando en un cuaderno, con su arte; y Darío está en la bloquera, trabajando y militando”, explica Mauro Núñez.
El 25 a la noche, y previo a subida al Puente Pueyrredón, con antorchas, ambas esculturas no se veían. Estaba tapadas con diarios del 27 de junio de 2002, aquellos titulares que mentían: “La crisis causó dos nuevas muertes”; “Se mataron entre ellos”; “Enfrentamiento entre piqueteros”. Agite Rebelión llevó adelante una obra de teatro, allí adelante, donde la sátira y el humor reflejaban a las empresas cómplices de la pobreza de aquellos años, una caricatura del actual presidente reflejaba el poder al servicio de los Estados Unidos y sus políticas represivas y los perros (esos que cantan Los Redondos emulando a la policía), entrenados para cumplir las órdenes de funcionarios, acechaban a la multitud. En ese contexto, la esperanza se reflejó en el fuego: el que sube en las antorchas del puente y el que quemó esos titulares de diarios para que surgieran las figuras de Darío y Maxi, como eran antes de que los perros cayeran sobre ellos. Mientras, la voz de Vicente Zito Lema decía, en un poema, “¿O es que acaso nos van a regalar la llave del mundo que queremos construir?”.
Mauro y Rodrigo detallan más sobre el proyecto, que les llevó 25 jornadas de trabajo colectivo: “En un principio no sabíamos en qué lugar las pondríamos. En un principio pensamos en sus barrios, y después dejamos que lo definieran sus familiares… Y decidieron que fuera acá, en la estación, los dos juntos, porque en los barrios estarían separados”.
Darío y Maxi nos siguen convocando
Pero un rato antes de que quedaran al descubierto las esculturas, cerca de las 21, y con una explicación previa sobre el escenario, el artista plástico Daniel Malnati presentó un mural animado sobre la escultura en hierro que delinea los rostros de Darío y de Maxi, ubicada en la fachada del Polo Textil, en el anfiteatro de la estación.
La puesta en escena del artista logró hacer recitar el poema “Convocatoria” de Eduardo Carlón Pereyra Rossi a las figuras de Darío y Maxi, a través de la técnica del “video mapping” que consiste en “proyectar una animación sobre un edificio o una superficie simulando algún tipo de movimiento”. En este caso, las bocas, antes inertes, cobraron vida llamando la atención de las y los presentes. Mientras tanto, se podía escuchar a todo volumen: “Los convoco a abrazarse en las plazas del país, a escribir los muros, y a fusilar a los fusiladores”.
Carlón Pereyra Rossi fue un militante Montonero de la zona Sur de Buenos Aires. Murió enfrentando a la última dictadura. Junto a Osvaldo El Viejo Cambiasso, fue secuestrado en Rosario. Los hallaron asesinados en mayo de 1983, en Lima, partido de Zárate, provincia de Buenos Aires. Luis Patti siempre fue señalado como el responsable.
Cuando las paredes siguen gritando
“Las paredes son la imprenta de los pueblos” dijo alguna vez Rodolfo Walsh, y esas palabras hoy se hacen carne y hueso gracias a las nuevas camadas de artistas populares.
En ese mismo sentido, desde el colectivo Muralismo Nómade en Resistencia afirman: “A 14 años de la Masacre del Puente Pueyrredón, las jornadas del 25 y 26 han sido días para militar culturalmente la memoria y la cultura popular”. Es por ello que decidieron, junto a otras y otros artistas, armar dos jornadas diferentes, con la misma idea que pregonan. En una, convocaron al Encuentro de Muralismo Junio arde Rojo, que tuvo lugar semanas atrás sobre la calle Mariano Ferreyra , y la otra el mismo día 25 sobre el túnel principal de la estación donde desembocan los diferentes accesos a los andenes, y que consistió en “restaurar, limpiar y embellecer el espacio de tránsito cotidiano”, según contaron.
En cuanto al contenido de su obra explicaron: “Construimos una frase que representa en lo que se convirtió la estación: un museo a cielo abierto de la cultura popular y el arte militante para todas y todos”.
Así, en los paneles que se restauraron se lee la frase: “Bienvenidos a la estación del arte, la memoria y la cultura popular”, acompañada por 27 rostros que representan a quienes se interpela, a las y los que transitan la estación, la lucha y el arte. Maestras, obreros, estudiantes, niños y niñas, aquellos y aquellas que son día a día invitados a empaparse de nuestra historia de lucha y resistencia. Donde, claro, Darío y Maxi viven y se multiplican.