La primera legisladora transexual electa en el estado de Río de Janeiro, en entrevista con Marcha Noticias, habló en la previa de la segunda vuelta sobre las iniciativas que impulsará y de la importancia de hacer de los espacios de representación lugares de resistencia para el cambio.
Por Mariángeles Guerrero, Lira Reyes y Francis Lópes / Cobertura #NosotresSim
Cuando a Danieli Balbi se le pregunta por el legado de Marielle Franco -la concejala carioca asesinada en 2018 por milicias de la extrema derecha- se le dibuja una sonrisa en la cara. No la vemos, porque la entrevista es a distancia, pero se le nota en la voz. “Hacemos de cada mandato un plenario permanente. Es un espacio formal, pero también un espacio para el cambio radical de las estructuras del Estado”, dijo a Marcha Noticias. El pasado 2 de octubre, con más de 65 mil votos, se convirtió en la primera trans electa en el estado de Río de Janeiro. Tiene 33 años y una amplia trayectoria como militante de la comunidad LGBTI+, periférica y negra, entre sus apuestas tiene “pintar la universidad de pueblo”.
La historia de militancia de Balbi está acompañada por varios primeros puestos. Es la primera en tener un título universitario en su familia y la primera profesora transexual en la Universidad de Río de Janeiro (UFRJ). En 2015 llevó adelante ante la Justicia una demanda para cambiar su nombre. La segunda instancia, ante el Supremo Tribunal Federal, marcó una antecedente histórico para todes, cuando se determinó la desburocratización de los trámites para todas aquellas personas que quisieran acceder a su derecho a la identidad.
Milita hace más de diez años en el Partido Comunista (PCdoB), que forma parte de la alianza Brasil por la esperanza que junto con el Partido Verde y el Partido de los Trabajadores (PT) lleva como candidato a la presidencia a Luiz Inácio Lula da Silva. Es doctora en Ciencia de la Literatura, profesora, guionista y dramaturga.
La elección de Balbi no es casual. Este año, en Brasil, se consolidó un número histórico de candidaturas que, según la organización VOTE LGBT, fueron más de 260. Es la respuesta que se armó desde las bases y desde las organizaciones para hacerle frente a años de violencias que se sienten en el cuerpo y que llevaron al país más grande de Sudamérica a ocupar el primer puesto en transfemicidios y travesticidios en el mundo. Frente a (esta política de muerte, la estrategia de hacerse espacio en las instituciones y ocupar lugares de poder funcionó: según el Centro Feminista de Estudios y Asesorías (Cfemea), feministas y progresistas fueron electas el pasado 2 de octubre en todos los estados brasileños, sea para la Cámara de Diputados como para las asambleas estaduales.
En diálogo con este medio analiza el escenario electoral y la ampliación del marco de alianzas hacia los sectores evangélicos y destaca la importancia de “construir a través de los movimientos sociales un fortalecimiento de la conciencia trabajadora” para hacerle frente a los discursos de la extrema derecha que se instaló en los Congresos tanto a nivel nacional como estadual.
—Hablaste durante tu campaña sobre la falta de representatividad política de las personas transexuales en Río de Janeiro. Fuiste electa y sos su primera diputada estadual. ¿Cómo recibiste los resultados y cuál es la lectura del día después?
—Cuando recibí el resultado de las elecciones estaba con mi mamá. Ella estaba muy aprensiva con el resultado, con mucho miedo por el fundamentalismo religioso, el estado miliciano y un Poder Legislativo cada vez más reaccionario y fascista. Entonces lo primero que hice fue calmarla. Tengo una responsabilidad histórica al ser una de las primeras representantes LGBT en la Cámara Legislativa. Soy la primera diputada transexual pero también una de las primeras representantes de la comunidad LGBT en ese ámbito. El parlamento debe contribuir a generar políticas públicas que construyan ciudadanía para las mujeres y las personas LGBT. Hoy estamos muy alertas por los resultados del 30 de octubre. La elección del gobernador de Río de Janeiro [Claudio Castro, Partido Liberal] en la primera vuelta representa el fortalecimiento de la milicia en medio de la esperanza, porque esperamos que Lula sea electo en la segunda vuelta.
—¿Cómo quedó la Legislatura de Río de Janeiro tras las elecciones?
—Los sectores de izquierda aumentamos bastante nuestra participación, pero aún así somos mucho menos que la extrema derecha y la derecha tradicional. Infelizmente fueron electos algunos parlamentarios con mucha representación de la derecha tradicional. Por su parte, la extrema derecha tuvo muchos votos. El Partido Liberal, de Bolsonaro, ganó sólo 17 representantes. En mi federación, compuesta por el PT, el PCdoB y DB, ganamos ocho: siete del PT y una del PCdoB, que soy yo. Y por el Partido Socialismo y Libertad, que es otro partido de izquierda con representatividad en Río de Janeiro, fueron electos cinco parlamentarios. Entonces la gente percibe que habrá una disputa más polarizada en la Asamblea Legislativa. A medida que el centro se va deshidratando se van fortaleciendo los polos, aún cuando el reflejo de eso sea una relativa desigualdad en el sentido de las fuerzas, un desequilibrio en la distribución de escaños. Pero también significa un fortalecimiento del campo popular y democrático, principalmente de los partidos de izquierda.
—¿Cuáles van a ser tus proyectos teniendo en cuenta las deudas que tiene el estado de Río de Janeiro con la población LGBT y en especial con la población trans?
—Tenemos una serie de proyectos de ley que presentaremos en nuestro primer día en la Legislatura. El primero es para destinar reservas de cupos para que travestis y trans puedan acceder a la educación, en universidades públicas y en escuelas técnicas del estado de Río de Janeiro. Hablo de reservas de cupos correspondientes de manera porcentual a la cantidad de personas autodeclaradas trans y travestis en Río. Además vamos a proponer una reserva de cupos para personas LGBTQ+, mujeres y personas negras en el ámbito de la Secretaría de Cultura. Y también construiremos un plan estadual de asistencia estudiantil, que contemple específicamente a personas de bajos ingresos, mujeres, personas negras, personas LGBTQ+. Esas serán nuestras tres primeras acciones en el ámbito legislativo, las primeras leyes protocolares para nuestro mandato popular.
—¿Cómo leés el resultado de las elecciones en la primera vuelta con la consolidación del bolsonarismo en el Poder Legislativo nacional y cómo se le puede hacer frente desde espacios como el que ocupás?
—Los diferentes estados en Brasil poseen una autonomía política y de gestión muy limitada, pero existente. Es un espacio muy reducido de actuación para enfrentar el proyecto neoliberal de Jair Bolsonaro, de desmantelamiento estatal de venta de los derechos nacionales, de disminución de la participación del Estado en la economía y de desprotección de las y los trabajadores. Desde Río de Janeiro nos cabe enfrentar las políticas neoliberales de Claudio Castro, que está alineado política e ideológicamente con Bolsonaro, lo que sería un freno importante a la política general neoliberal. Nuestro trabajo será impedir la privatización de determinados activos estaduales, que corresponde a las pretensiones de Claudio Castro, por ejemplo las universidades y las pocas estructuras estaduales públicas que aún pueden ser privatizadas. Aquí tuvimos por ejemplo la privatización de la compañía de aguas, que él implementó. Además tenemos por delante construir a partir de los movimientos sociales un fortalecimiento de la conciencia de la clase trabajadora, esto es muy importante. Y obviamente fortalecer y disputar presupuestos, para que la lucha de las trabajadoras y trabajadores se fortalezca.
—Camino a la segunda vuelta, vemos la estrategia del Partido de los Trabajadores, por ejemplo a través de la carta que envió Lula a los sectores evangélicos de tomar cierta distancia respecto a las luchas feministas como el derecho al aborto, la educación sexual integral y la diversidad de familias LGBT. ¿Cuál es el rol de legisladoras como vos en esta etapa y en caso de ganar Lula?
—Bolsonaro es un peligro real, muy grande. Él privilegió el ataque contra las mujeres y LGTBI, significó la retirada de derechos y una masacre de la población indígena. Es una amenaza muy grande no sólo para Brasil sino para el mundo. A nivel mundial vemos el rol del partido conservador inglés, la elección de la primera ministra italiana, la guerra en Ucrania y el ascenso de una serie de líderes de extrema derecha. Bolsonaro es la continuación de ese proyecto mundial, que es una amenaza real a los derechos para LGTBI, mujeres y personas negras. En cambio, Lula tiene un compromiso histórico con las mujeres, con la población lgbt+, con la población negra. Los gobiernos de Lula y Dilma generaron políticas públicas y una reparación histórica para la población negra y esclavizada. Construyeron ministerios y secretarías abocadas a los derechos de las mujeres, al derecho a salud, al combate a la violencia doméstica, al aumento de la participación de las mujeres en la economía y a alentar el compromiso con la preservación de los territorios y las culturas indígenas. En este escenario, ante el crecimiento del fundamentalismo y de actores conservadores en la vida política, con líderes con capacidad de influenciar en los votos, es importante que la campaña de Lula se preocupe por construir un canal de diálogo con ese sector. En esta elección la batalla mayor que tenemos es el enfrentamiento para el cambio de la conciencia de esa parte de la población más conservadora: ahí es importante un mínimo canal de diálogo. Lula no se compromete con la retirada de derechos de nuestra población sino que presenta un compromiso con algunas banderas. Pienso que es un movimiento táctico necesario en este momento. Pero tengo la absoluta convicción de que con el fortalecimiento del movimiento LGBT+, feminista y negro aquí en Brasil y con la disposición de un gobierno de centroizquierda como será el de Lula, tendremos una vida mucho mejor y una capacidad mucho mayor de incidir en la política institucional que la que tuvimos con Bolsonaro. Inclusive de avanzar, más allá de la Carta de compromiso con las iglesias y la población evangélica.
—Al principio de nuestra conversación hablabas sobre el miedo y luego sobre el voto a candidaturas de derecha. En la primera vuelta en Brasil, Bolsonaro obtuvo un 43% de los sufragios pero a la vez hubo, como en tu caso, una serie de elecciones históricas de candidatxs LGBT, negras e indígenas. ¿Qué análisis hacés respecto al crecimiento de esas candidaturas?
—Hubo un decrecimiento de las alternativas de centro y un crecimiento de la polarización. Tenemos un fortalecimiento de la extrema derecha pero también la izquierda se va fortaleciendo. En ese escenario nuestras candidaturas estuvieron en un primer plano y la ocupación de bancas en el Poder Legislativo acabó siendo un espacio ocupado por candidaturas de la izquierda y de la extrema derecha. Eso refleja el debilitamiento de candidaturas con poca identidad política y es un efecto del ánimo político de la población, que se orienta más a la izquierda o más a la derecha y que quiere tomar partido en la arena política. Eso es lo que expresa el crecimiento de nuestras candidaturas, las de mujeres negras, varones negros, indígenas y LGBTI.
—¿De qué manera seguimos los pasos de Marielle Franco?
—Con los movimientos sociales, con la fuerza colectiva, colectivizando los mandatos, haciendo de cada mandato un plenario permanente, una asamblea constante. Seguimos sus pasos enfrentando los males del capitalismo, del fascismo, del nazismo, del autoritarismo, del machismo y del racismo, haciendo del púlpito del plenario un espacio de fortalecimiento de la vocalización de las mujeres negras. Pienso que ese es el camino que a Marielle le gustaría: que asumiéramos la responsabilidad que recae sobre nosotras, mujeres, mujeres negras, mujeres LGBTQ+, mujeres indígenas. Y no permitir que las casas parlamentarias en Brasil sean sólo espacios formales, sino que sean espacios de enfrentamiento para transformaciones radicales de las estructuras del Estado en el sentido de la atención de las demandas de la clase trabajadora y la emancipación histórica de las trabajadoras y trabajadores en toda su diversidad.