Por Pablo Gandolfo / Foto: Nadia Sur
¿Y si fueran todas y todos ñoquis? El cronista desafía y analiza la relación entre los despidos estatales y los millones entregados a los fondos buitres. Los bonistas en default y la deuda que nunca dejó de pagarse, un panorama económico al alcance de la mano.
I
Argentina acordó pagar 1.350 millones de dólares en efectivo a una fracción de los bonistas en default. 18.900 millones de pesos a 14 pesos por dólar.
Hagamos algunas suposiciones. Supongamos que todos los despedidos en el Estado Nacional fueran ñoquis y podemos prescindir de ellos. Asumamos que hasta ahora son 8.000, que es lo que calcula ATE; y supongamos que cada uno ganaba 20.000 pesos mensuales. Por 13 sueldos el Estado ahorrará 2.080 millones de pesos al año.
Habrá que multiplicar por 9,4 los despidos, para llegar a 75.200 nuevos desempleados y lograr un ahorro de 18.900 millones de pesos, la cifra que se le entregó graciosamente, en un solo día al capital financiero y que anuncian como triunfo de la patria.
Hay más. Estos bonistas, representan apenas el 15 % más benigno de la totalidad de los bonistas que están en default. Los hay peores, verdadero tumor maligno –¡señor ministro, clínicamente peor que la grasa militante!– y son los que sostienen la demanda ante el juez Thomas Griesa.
Anticipándose a su avaricia, el gobierno realizó para ellos una oferta mejor, que aún no aceptaron en su totalidad. Por lo cual es plausible que se incremente. Según esa oferta, para pagarle a este 85 % restante, serán necesarios 6.500 millones de dólares, 91.000 millones de pesos.
Para ahorrar esa cantidad de dinero despidiendo empleados públicos, sería necesario echar a 350.000.
Según datos de 2013, la totalidad del Estado Nacional tenía 370.567 empleados y empleadas. Es decir, que para pagar solo la deuda en default, la que ya se acordó y la que falta acordar, sería necesario echarlos a todos, y aún nos faltarían 55.000 empleados públicos más.
Ahora bien, la deuda en default no es más que una bicoca. La verdadera deuda, la parte gruesa, no está en default, se paga rigurosamente. Si seguimos suponiendo, y creemos en las versiones más benignas, esa deuda es por 150.000 millones de dólares, o 2,1 billones de pesos. Lenguas bífidas elevan esta deuda por encima de los 200.000 millones de dólares. No vamos a creer en ellos.
Imaginemos que queremos pagar apenas 150.000 millones de dólares, la totalidad de la deuda externa según la gente buena, y volver a empezar de cero.
Adivina-adivinador: ¿cuantos empleados públicos deberíamos echar?
8.076.923. ¡Más de veintiún Estados nacionales completos!
Esa es la magnitud de la deuda externa y la verdad del desendeudamiento.
II
Para hacer posible el pago a los bonistas en default, es necesario algo más.
La ley 26.017, conocida como cerrojo, fue dictada en 2005 con el objetivo expreso de no reabrir ese canje. Esa ley ya fue suspendida por el Congreso en dos ocasiones, en 2009 y 2013, para permitir que entren al canje bonistas que no entraron la primera vez. Ahora será necesario que el Congreso la suspenda por tercera vez.
Ocurre que la idea de una ley es justamente que no sea suspendida. Según ese criterio, ¿podría suspenderse por algunas horas las leyes que castigan robos y homicidios?
Un cachivache. Lo llaman seguridad jurídica.