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    La identidad que da el fútbol

    22 junio, 20129 Mins Read
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    La identidad que da el fútbol

    Marcha entrevistó a uno de los directores del documental Sobre Fútbol y Barreras, filmado en Palestina e Israel durante el Mundial de 2010 y que saca a la luz las relaciones entre el conflicto y el deporte.

    La huelga de hambre del jugador de la selección palestina de fútbol, Mahmoud al-Sarsak, llamó la atención sobre un hecho que pocos conocen: el pueblo palestino es fanático del fútbol y, aunque no tengan Estado todavía, ya tienen su selección reconocida incluso por la FIFA.

    La relación de los palestinos e israelíes con ese deporte es el tema del documental Sobre Fútbol y Barreras, dirigido por cuatro brasileños, entre ellos, Arturo Hartmann Pacheco, que en esta entrevista con Marcha comentó su película y los últimos acontecimientos relacionados a Sarsak.

    El jugador aceptó terminar la huelga tras un acuerdo con Israel y será liberado el 10 de julio. Sarsak estuvo 92 días sin comer, salvo los últimos días antes de su audiencia, cuando aceptó tomar leche para prolongar su vida. Fue la huelga de hambre más larga hecha por un palestino. “Puede no ser el mejor jugador del mundo, pero seguramente es el más valiente”, escribió Hartmann en su blog.

    – ¿Cómo surgió la idea de hacer un documental relacionando el fútbol y el conflicto entre israelíes y palestinos?

    Yo estaba en Palestina, en febrero de 2010, donde realizaba una pequeña investigación periodística que todavía quiero transformar en un libro. El día 28 jugaban Egipto y Argelia por la semifinal de la Copa Africana de Naciones y yo estaba en un bar en la ciudad de Beit Sahour, al sur de la Cisjordania ocupada, viendo el partido con palestinos. Todos hinchaban por Argelia. El motivo era simple: Egipto, en ese momento, todavía era gobernado por Hosni Mubarak, que colaboraba con Israel en el cerco a Gaza. Esa relación entre fútbol y política me pareció interesante para hacer un retrato de la actualidad del conflicto. Uno de estos palestinos me dijo entonces que yo debería ir para allá durante el Mundial de 2010. Fue la clave para el surgimiento del documental: observar las identidades nacionales de los palestinos e israelíes durante el Mundial. Charlé entonces con Lucas Justiniano, que entonces habló con los otros dos directores, José Menezes e João Carlos Assumpção.

    – ¿Por qué el fútbol es tan popular entre los palestinos?  ¿Es así también en otros países árabes?

    Creo que hay una razón general acerca de la popularidad del fútbol entre los palestinos y árabes. El fútbol es, de hecho, además de un deporte popular, un lenguaje que suscita pasiones, que exprime belleza, lealtad, deslealtad, colectividad e individualidad. Esa es una primera explicación más simple. A los palestinos y los árabes les gusta el fútbol por los mismos motivos que a los pueblos de otros países también les gusta. Puede ser de hecho algo apasionante. Otro motivo es el aislamiento que la ocupación ejerce sobre los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza. Ellos no pueden salir – o es muy difícil salir de sus territorios-, entonces, el fútbol se vuelve una conexión con el mundo exterior que no es opresiva, todo lo contrario de las relaciones que mantienen con los organismos internacionales, ONU, Unión Europea, EEUU o mismo gobiernos árabes que forman un conjunto de actores que sabotean constantemente un camino para la liberación de los palestinos. Entonces, el fútbol se torna una forma simbólica de inclusión en un mundo que hace décadas les es negado. En toda la región [del Medio Oriente] algo interesante es la ligazón que el fútbol y la política local poseen. Eso se pudo ver el 1º de febrero cuando hubo cerca de 70 muertos tras un partido entre Al Masri y Al Ahli, en Egpito. Allí había un fuerte componente político local, el primer equipo más vinculado a la junta militar que asumió tras la caída de Mubarak y el segundo con un activo rol en el movimiento contra el régimen.

    ¿Cómo vivieron el Mundial israelíes y palestinos? ¿El conflicto tiene influencia en el momento de alentar a uno u otro equipo?

    Sí, influencia tiene. Poco antes del Mundial, un columnista escribió en el Jerusalem Post que los israelíes deberían tener en cuenta cuestiones políticas para hinchar por los equipos. Él descartaba varios países – incluso Brasil que en ese momento negociaba un acuerdo con Irán – y de los 32 equipos quedaban solamente tres para los cuales se podría hinchar, creo que EEUU, Holanda y Dinamarca. Por supuesto que muchas veces se hincha por el país que te gusta más, o porque un equipo tiene cierto jugador, como Messi, en Argetina, o Cristiano Ronaldo, en Portugal. Pero hay historias interesantes.

    Una que mostramos en la película es el partido entre Alemania y Argentina. Un palestino me contó que en una colonia judía al lado de la ciudad de Al Mukabr, en los alrededores de Jerusalén, los colonos israelís pusieron en sus casas la bandera de Argentina [Maradona afirmó que ofrecería una posible victoria argentina al pueblo judío víctima del Holocausto]. El palestino me dijo: “Algunos palestinos hinchábamos por Argentina, pero como los israelíes  pusieron la bandera argentina el día del partido, los palestinos pusieron banderas alemanas. A final, si yo hincho por Argentina eso quiere decir que estoy del mismo lado que los colonos. No, ellos son la ocupación, ellos son colonos”. El caso Sarsak es otro ejemplo de eso. La repercusión que ganó incluso entre autoridades de la FIFA y ex jugadores mezclan fútbol y la ocupación.  

    ¿Como la ocupación perturba a los jugadores y equipos de futbol palestinos?

    La ocupación impide cualquier inversión en la selección palestina o en deportes en general. El dinero que llega a Palestina de las organizaciones humanitarias, gobiernos o de las recetas de frontera controladas por Israel, cuando llega, tiene otras prioridades. La Autoridad Palestina, que constituye un protogobierno muy cuestionado hoy por los palestinos mismos, direcciona ese dinero para otras finalidades, como infraestrutura – cuando Israel lo permite – o para el pago de funcionarios del Estado o la burocracia de ese protogobierno. O sea, sobra muy poca plata para los deportes. Por otra parte, están las limitaciones impuestas por la ocupación, principalmente la movilidad. Hay una liga de aficionados en Palestina, pero las dificultades son enormes. Por ejemplo, un equipo de Jenin – norte de Cisjordania – que vaya a jugar en Hebron, en el sur, debe pasar por varios puestos de control, bordear rutas que están cerradas por barreras del ejército israelí. Un viaje que duraría 2 horas llega a durar 8 ó 15 horas. Otra cosa es que ningún jugador se dedica exclusivamente al fútbol. Tiene que preocuparse por su familia, por la ocupación. Cuando hay enfrentamientos deflagrados, como la Segunda Intifada, o los ataques a Gaza, cuando todo el tejido social y estructura son destruidos, el fútbol se detiene. Entonces es imposible crear un desarrollo interno cuando todo tiene que ser constantemente reconstruido.

    La selección sufre el mismo problema para moverse. Sus jugadores están en Cisjordania, Gaza o refugiados. Encontrarse y entrenar es una tarea extremadamente complicada debido a la prohibición de que los palestinos de Gaza entren en la Cisjordania y viceversa. Así Sarsak fue detenido.

    ¿Qué representa la selección para un pueblo que hace décadas lucha por la creación y reconocimiento de su Estado? 

    Creo que la existencia de la selección es un aliento, una pequeña victoria de la identidad palestina. Cuando juegan, ellos entran en la cancha para existir, no para ganar. Ser reconocida por la FIFA tiene una carga simbólica importante. Si pensamos en las instancias internacionales, la FIFA es la única que reconoce el Estado palestino oficialmente, ya que disputa las eliminatorias en Asia. Esas actitudes simbólicas – tal cual el sello en el pasaporte hecho por activistas que podrían ser usados en las fronteras de un futuro Estado palestino o la reapertura de la línea aérea palestina – son una señal de que la identidad existe, de que el pueblo palestino no desapareció para la comunidad internacional. La selección quizás sea una de las victorias simbólicas más fuertes en ese sentido, aunque sea muy débil.

    Sobre la huelga de hambre de Sarsak, ¿qué tipo de reacción puede generar?

    Lo que tuvo de distinto el caso Sarsak fue la repercusión para afuera del círculo de personas vinculadas directamente a la cuestión palestina. El movimiento de huelgas de hambre tiene casi un año, empezó en agosto/septiembre de 2011, pero fue interrumpido por el acuerdo Israel-Hamas de Gilad Shalit. Sin embargo, el movimiento siguió, pues las condiciones en las cárceles contra las cuales los presos protestaban se mantuvo. Las huelgas de hambre se volvieron contra las detenciones administrativas que permiten a Israel mantener palestinos detenidos sin acusación y sin llevarlos a juicio. Khader Adnan fue la gran estrella, por así decir, en esa fase. Él llegó a los 68 días sin comer y casi se murió y logró un acuerdo que lo liberó. Era lo que faltaba para que el movimiento fuera bien recibido. Entonces, cientos de otros entraron. Hana Shalabi consiguió un acuerdo semejante al de Adnan, en abril. Otros presos empiezan a entrar en estado crítico y otros 2 mil se juntan al movimiento. Es la señal para que Israel haga un acuerdo con los líderes de las prisiones. Pero una vez más los acuerdos no fueron cumplidos. Entonces surge Sarsak. Si comparamos con el caso de Adnan, éste tuvo la solidaridad de activistas, palestinos, entidades internacionales, incluso forzó a Amnistía Internacional y la Unión Europea a condenar la detención administrativa. Pero en todo momento se decía que él era un miembro de la Yihad islámica, atribuyendo una potencial imagen de terrorista cuando no hay ningún indicio de que sea así.   

    Lo que Sarsak hizo, en un momento en que teóricamente el movimiento de las huelgas había acabado fue forzar el manifiesto de actores externos, condenando la política de prisiones de Israel, como Eric Cantona [ex jugador francés], o la Fifa. 

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