Por Nicolás Schain/ Foto por Juliana Calcagno
Desalojan a otras 8 familias de una casa de alquiler en el Barrio de Monserrat.
El barrio de Monserrat de la Ciudad de Buenos Aires ha sido, en los últimos años, escenario constante de desalojos de hoteles y casas de alquiler. El negocio inmobiliario y la gentrificación avanza en la Ciudad Pro y el desalojo se vuelve ley en el territorio urbano, dejando en la calle a cientos de familias enteras.
El lunes 25 de abril se produjo uno más. En esta ocasión, en una casa sobre la calle Chile, que dejó sin vivienda a 8 familias. Desde temprano en la mañana, comenzó la amedrentada policial que se ha vuelto también una fija en los barrios porteños. La zona estaba vallada por lo que no se permitía el acceso de nadie, exceptuando la fuerza policial.
En la calle Chile vivían 8 familias todas con hijos, y según relata una de las vecinas tenían entre 3 y 5 hijos cada familia. Marcha se acercó al lugar y para hablar con las familias. Una de las entrevistadas cuenta que tiene un hijo discapacitado. La mayoría de los inquilinos vivían ahí desde hace más de 8 años y pagaban, todos los meses, $1500 de alquiler a quien decía ser el dueño.
Los testimonios de las vecinas desalojadas cuentan que nunca les llegó ninguna carta notificando el desalojo. La noche anterior la familia vio como vallaban la zona, “nunca me imaginé que nos iban a desalojar a nosotros”, cuenta una adolescente de 16 años habitante de la casa.
Entre llanto, una de las vecinas expresa su impotencia: “Me duele mucho como nos han tratado, como a los perros nos trataron, estoy muy dolorida, nos han sacado como delincuentes. Ocho familias vivimos y no tenemos a dónde ir. Todos los meses hemos pagado”. Así daban cuenta las familias de la ausencia del Estado en garantizar el derecho a la vivienda digna.
A la mañana del lunes las fuerzas represivas sacaron la puerta y entraron. Les dijeron que se tenían que ir. Cuenta una de las vecinas que entraron a los empujones, “nos veían sufrir, les decíamos, que se den cuenta que teníamos chicos, y se nos reían en la cara”.
Estuvieron así hasta la noche con el desalojo, la policía abusando de su autoridad y las familias resistiendo. Recién entonces, abrieron las vallas y pude acercarme a hablar con las familias que quedaban. Una de ellas tenía sus pertenencias, muebles, en la vereda de la calle. La policía decía que era ilegal que tuviera sus cosas en la vereda y que se las tenía que llevar.
Finalmente la familia pudo llevar sus pertenencias hacia la vivienda de una amiga, que le ofrece ayuda porque conoce la situación, ella ya vivió una situación similar y sabe, como tantos otros, por lo que está pasando esta familia. Así, se cuentan de a centenas las familias que sufren los abusos del gobierno de la Ciudad. Que -lamentablemente- no es novedad y, tantas veces, tampoco es noticia.