Por Mauricio Polchi y Nadia Fink @maurielbueno @nadia_fink
El anuncio de Macri de subsidiar los puestos de trabajos de la multinacional McDonald’s y la arremetida del Ministro de Trabajo contra la Ley Antidespidos generan un combo que vale analizar en profundidad. Y por unos pesos más, van papas medianas.
El presidente
Mauricio Macri estaba rodeado de periodistas cuando Jorge Fernández Díaz, el hombre de Radio Mitre y La Nación, le preguntó a que atribuía el “antinorteamericanismo que hay en la base social argentina”. La consulta tenía como telón de fondo la controvertida visita del presidente de Estados Unidos, Barak Obama, a la Argentina, nada menos que para la conmemoración del 40 aniversario del golpe de Estado de 1976.
Macri desestimó el concepto que volcó Fernández Díaz y lo consideró “incoherente”. Para argumentar su postura, el presidente retrucó con un inesperado reduccionismo: “¿Por qué en un país donde somos los reyes de la carne, McDonald’s ha tenido el éxito que ha tenido?”, repreguntó, con un absurdo tan simple como inaudito.
Evidentemente, para el Jefe de Estado el “antinorteamericanismo” del pueblo argentino nada tiene que ver con la injerencia de ese país en los golpes de Estado del pasado y del presente en Latinoamérica; tampoco con las invasiones a países de Medio Oriente o el ninguneo a la resistencia de Cuba. También es evidente que para el Presidente la empatía con otras naciones o la hermandad de los pueblos no se reflejan a partir de vínculos históricos, de las relaciones diplomáticas, ni mucho menos a partir de las costumbres o similitudes culturales.
Nada de eso: para él, como parte de una mirada colonizadora que intenta abrirse paso a los codazos en Nuestra América, la posta está en la cantidad de marcas extranjeras o multinacionales que se instalan en los barrios del tercer mundo. Así, una vez más, Macri no puede correrse de la mirada porteña, esa que piensa que si hay más de un local de la firma del payaso Ronald frente al Obelisco, entonces también deben estar en cualquier ciudad del país (casi tanto como los subtes).
El Ministro
En la antesala del debate parlamentario por la Ley Antidespidos, el gobierno de Macri adelantó que pretende avanzar sobre el derecho a huelga. El anuncio lo hizo el Ministro de Trabajo, Jorge Triaca, en declaraciones radiales realizadas el viernes 13 de mayo. Acto seguido, el jefe del bloque de diputados del PRO, Nicolás Massot, reforzó el plan: “No me parece nada alocado”, dijo y agregó que en el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil también analizará los niveles de ausentismo.
En diferentes sectores del sindicalismo argentino cayeron mal los dichos del Ministro Triaca, aunque no sorprendieron a nadie. “Volvemos a los noventa”, largó Pablo Moyano, titular del gremio de Camioneros, una de las organizaciones que contribuyó para que se concrete la llegada del macrismo al poder. Sin embargo, para despegarse del ajuste que aplica “Cambiemos”, Moyano ya dejó una frase condenatoria: “Estamos peor que con el gobierno anterior”.
Para Hugo Yasky, titular de la CTA, “los gerentes que están en el gobierno” pretenden “trasgredir las garantías constitucionales que aseguran el libre ejercicios de la acción sindical”. En la misma línea se manifestó su par, Pablo Micheli, de la CTA Autónoma, quien les pidió a los funcionarios que se “preocupen por las mejoras de los trabajadores” y no por “limitar los derechos”. Triaca, lejos de replantearse o rever el temario, agregó que “los niveles de producción” y “las adicciones” de los empleados serán otros ejes de debate.
Ese mismo día el Ministro de Trabajo concretó un acuerdo chatarra con la multinacional McDonald’s Argentina, que se presentó como un “Acuerdo de fomento laboral con Arcos Dorados”. Para hacer el arreglo, el funcionario se encontró con la vicepresidenta de la firma para Latinoamérica, Marlen Fernández, quien estuvo acompañada en Casa de Gobierno por Miguel Ángel Toma, el ex titular de la SIDE durante el menemismo. “Soy el facilitador de esta reunión”, se ensalzó Toma, que desde hace años también se vincula con dirigentes del PRO.
La empresa
“McDonald’s es malo para sus hijos. No me refiero a las empanadas planas y los bollos de harina blanca. Me refiero a los trabajos de los adolescentes”, con esa frase, hace 30 años, el sociólogo Amitai Etzioni despuntaba un magnífico texto que tiene una penosa vigencia. Se publicó en The Washington Post el 24 de agosto de 1986, y allí Etzioni impulsaba el término “McJobs” o, mejor dicho, “McEmpleo”.
Tal como señala el sitio Wikipedia, con ese argot se identifica al trabajo “de bajo prestigio y baja remuneración, sin futuro, que requiere pocas habilidades y ofrece muy pocas posibilidades de avance”. Y aclara que “el McEmpleo viene del nombre del restaurante de comida rápida McDonald’s, pero se utiliza para describir cualquier tipo de trabajo de baja categoría”, donde hay “poco de entrenamiento, el personal de rotación es alta, y las actividades de los trabajadores están estrictamente regulados por los administradores”.
En pleno 2016, en la Argentina, por un monto muy inferior al Salario Mínimo Vital y Móvil, y con un sueldo subsidisiado por el Estado (el mismo que propaga un tarifazo con la quita de subsidios a la luz, el gas y el transporte), McDonald’s pretende contratar a 5.000 jóvenes de entre 18 y 23 años con salarios de 4.500 pesos, mucho menos de los 6.060 establecidos legalmente. De esta forma, la Argentina le dará a la corporación internacional unos 60 millones de pesos anuales para pagar 5.000 sueldos por debajo del salario mínimo.
Así, la compañía aumentará sus ganancias (ya millonarias, ya incalculables) contratando al personal por una remuneración mucho menor que en otros países. Por ejemplo, en la citada Norteamérica, los operarios de esta cadena de comida rápida cobran diez dólares la hora, mientras que en la Argentina estarían cobrando por debajo de los tres dólares.
Si estos párrafos finales fueran la síntesis de la argumentación anterior, nos faltaría sumarle una perversión más al subsidio de la empresa norteamericana que desprecia el trabajo genuino y el desarrollo de las y los jóvenes (¿Y la “meritocracia”? ¿Llegarán agrandando combos?): la publicidad engañosa.
Así como las hamburguesas de McDonald’s son unas cuatro veces inferiores a la de cualquier cartel, el “Trabajo de calidad” anunciado por el Presidente (justo cuando la bandera argentina golpeó su cabeza en un acto de arrojo patriótico) no pasa de un trabajo precarizado por el que ya transitaron millones de jóvenes de Buenos Aires, en el camino de hacerse un lugar en el mercado laboral, que les pide experiencia a cambio de subestimarles la juventud.