La Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB) articuló para que cientos de estudiantes de 12 a 18 años viajen a La Plata y vivir juntes el 34º Encuentro Plurinacional de Mujeres cis, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales y No Binaries. La crónica de una marcha conmovedora e inolvidable.
Fotos y texto por Natasha Urman
Son las cinco de la tarde y las calles ya rebalsan anticipando una marcha histórica. La bandera de la CEB se extiende en la Avenida 60 y la calle 2 de La Plata. En pintura verde y violeta se lee “Mujeres / disidencias / secundaries / Coordinadora de Estudiantes de Base CABA”. Alrededor se van conformando grupos de pibxs por colegio, que se abrazan, cantan y gritan de emoción a medida que se encuentran. En el piso hay tres grupos ranchando, y cerca de la vereda dos chicas se besan y se sonríen, una acostada sobre las piernas de la otra.
Mientras lxs demás siguen llegando, una mujer grita por megáfono “¡Madres, cuidadores, adultes! ¡acérquense que charlamos sobre la seguridad!”. El equipo se agrupa para repasar las medidas definitivas que van a regir el recorrido de la columna durante la marcha más multitudinaria de la historia de los Encuentros. Y cuando hablo de seguridad, soy categórica: gracias al cordón, formado por una cadena de docentes, madres y estudiantes, la columna de les secundaries fue impecable en términos de cuidado y organización.
Cuando lxs acompañantes terminan de definir los lineamientos, llaman a lxs estudiantes a encolumnarse. Lxs pibxs se ubican del lado derecho de la calle. Intento dimensionar la cantidad aproximada desde la vereda, pero no llego a ver dónde empieza y dónde termina la columna. Pregunto en voz alta y dos estudiantes me responden al unísono: “somos seiscientas”.
Lxs secundarixs se preparan
El escenario previo a la marcha se vive con emoción y euforia. Lxs estudiantes cantan desde temprano con megáfonos a todo volumen. Por momentos, pareciera que los bombos de las columnas limítrofes les marcaran el ritmo. Se saben todas las canciones, las más históricas y las más nuevas. Pero todas están adaptadas al lenguaje inclusivo. Por eso, después de “poder popular” cantan “luchar con le compañere le gusta a usted, le gusta a usted”. El uso del lenguaje inclusivo se extiende a la forma de cantar, de referirse a otres, de dialogar entre sí, de llamar a personas cuya identidad de género no conocen. Algunxs corrigen a lxs adultxs cuando convocan exclusivamente en femenino o masculino.
Mientras cerca de la bandera se tunean la cara, el pelo y el cuerpo con colores, brillos y consignas escritas en la piel, algunos metros más lejos se arma una ronda de freestyle e improvisación. Los aplausos definen la cadencia, y después de ocho tiempos, lxs freestylers empiezan a rapear a partir de una palabra o idea que propone alguien de la ronda, mientras sus compañerxs acompañan con una base. Algunxs se animan, y algunxs animan a otres, pero todas las intervenciones se festejan con risas, aplausos y ovaciones. Mientras la columna empieza a avanzar entre la multitud, una estudiante arma estos versos desde cero: “me está ella filmando y no sé qué está pasando pero las pibas se mueren abortando, yo te lo rapeo, rapeo otra vez, pa que sepan que es un derecho, lo tienen que entender. Y que los varones se vayan para casa, yo lo que te vengo a decir es que acá el derecho es nuestro”.
Por un Encuentro Plurinacional
La Coordinadora de Estudiantes de Base está integrada por más de cincuenta colegios de Buenos Aires, es decir, miles de pibxs que participan políticamente dentro de las escuelas de la Ciudad. Hace dos años que la CEB convoca para viajar al Encuentro, y este año fue la más multitudinaria. Once colegios de la CEB fueron tomados en el año 2018, con dos demandas centrales: Aborto Legal, Seguro y Gratuito y Educación Sexual Integral. Este año, también expresaron su posición sobre la plurinacionalidad de los Encuentros. No sólo cantan repetidas veces la demanda durante la marcha, con los versos “Es con las travas, es con les trans, y que el Encuentro sea Plurinacional”, sino que además lo manifestaron por escrito, en un comunicado publicado en la cuenta de instagram @ceb_capital:
“Entendemos que el feminismo es un movimiento amplio, que plantea y construye otro modelo de mundo, y que en ese sentido tiene que interpelar a todas las realidades de nuestrxs compañerxs, empezando por revisar los privilegios que las mujeres cis, blancas, de clase media y de Capital Federal tenemos. Buscamos construir un feminismo amplio, por eso sabemos que no sólo basta con estar teóricamente de acuerdo con la idea de la amplitud, sino que tenemos que cambiar nuestros espacios y estructuras conforme van avanzando las discusiones: queremos que el Encuentro sea Plurinacional, y que incluya a las travas, trans travestis, no binaries y a todas las diversas identidades sexuales”.
Con esa claridad, lxs estudiantes exigen y argumentan el cambio de nombre, y ya convocan a acompañar el reclamo en el Encuentro del próximo año.
Andate a dormir vos
A medida que anochece, el agite sigue siendo permanente y sostenido durante todo el recorrido. Los megáfonos se van turnando de manos. Se rotan para cantar y para dar indicaciones de seguridad. La euforia y los gritos se concentran principalmente en la mitad más cercana a la delantera de la columna. Por momentos, las canciones se unifican, por otros se diversifican entre los distintos subgrupos. Así se superponen, continúan y descontinúan las canciones en un rémix feminista interminable. Lxs pibxs aceleran el ritmo de los versos y a veces suprimen las repeticiones, como si quisieran llegar un poco más rápido al estribillo o al pogo. La chica que está dirigiendo con el megáfono el agite delantero empieza a cantar la versión antipatriarcal de “Aserejé” , y cuando nota que no todes conocen la letra, grita “¡la canto bajito, ¿si? así todes la aprendemos!”. Valentina baja la velocidad y modula lo mejor que puede. La repite tres veces, subiendo de a poco la velocidad. Algunxs leen la letra desde su celular. La canción es difícil, aprovecho para aprenderla yo también.
Valen, la dueña del megáfono, tiene dieciocho años y es Secretaria de Géneros en el colegio Nacional de San Isidro. Es el primer año que en su Centro de Estudiantes tienen una secretaría de género, después de reformar el estatuto en 2018 para que haya una. Este es su cuarto Encuentro, y hace ya seis años que el feminismo entró a su vida, de manera relativamente autónoma de otras militancias políticas, que más tarde se terminaron encontrando y entrelazando. Decidió ir al taller sobre lesbianismo, pero en lugar de limitarse a inscribirse en la lista de oradorxs, lo coordinó durante los tres turnos. “Yo llegué al taller, pregunté si había coordinadora, tomé la posta y lo coordiné. No me cabe cuando las cosas están desorganizadas, ni tengo problema en organizarlas yo”.
Cuenta que tuvo momentos muy emocionantes, de mucho llanto, que empatizó con las historias de las otras, y remarca la importancia de contar con más de esos espacios dentro de las escuelas, en el marco de la ESI. Cuenta que trató de prestar atención a cada una de las oradoras para acordarse de dónde venían y sus historias, que armaron un grupo de Whatsapp después del taller, con integrantes de todas las edades. Valentina abraza el feminismo estudiantil y lo reivindica. “Yo estoy orgullosa de mi generación. Ligar la política únicamente a la adultez me parece cerrado y errado. Me molesta que me adulticen por saber de política. ¿Por qué no puedo ser una adolescente a la que le gusta la política? Nadie nos está amenazando para obligarnos a ser feministas. Yo soy feminista porque quiero, lo elijo, y entiendo que el futuro está ahí. Y la responsabilidad de los adultos es escucharnos. Porque tenemos muchísimo para decir, y el futuro nos queda a nosotrxs”.
Cuando la columna se detiene frente a la puerta de un edificio lleno de adultxs que observaban la marcha, lxs estudiantes gritan con furia: “señor, señora, no sea indiferente, nos matan a les pibes en la cara de la gente”, mientras miran a los grandes a los ojos y agitan los brazos y los pañuelos con fuerza. Si en 2015 el Ni Una Menos estuvo impulsado, en gran medida, por una indignación colectiva frente a los sistemáticos y crueles femicidios adolescentes, hoy lxs pibxs sienten el reclamo en la piel y lo hacen suyo. Para muchxs, el Ni Una Menos fue la entrada del feminismo en sus vidas. Varias docentes y madres se suman a gritar esa consigna. Dos se miran cómplices por saberse indignadas y conmovidas, por tener adelante a sus pibxs reclamando vivir. En este momento, la columna está quieta. Una de las adultas le cede el cordón a otra y se dirige a la parte más cercana a la bandera. Cuando vuelve, a los pocos segundos, recupera el cordón y le dice a la de al lado “Están todas bien, vivas. Marchando, saltando, agitando… con calor”.
La política tradicional versus la política feminista y secundaria
Pasadas las nueve, el debate presidencial ya se está transmitiendo y como lxs pibxs quieren escuchar a sus candidatos, las últimas cuadras del recorrido se pide silencio para poder escuchar las intervenciones usando los celulares y un parlante conectado por bluetooth. Entre gritos, festejos, abucheos, insultos y ovaciones, se priorizó la atención a las intervenciones de Alberto Fernández, Nicolás del Caño y Mauricio Macri.
La cámara enfoca al panel completo y una estudiante exclama indignada “qué paja me da que sean todos chabones”. Es fundamental entender esta queja en contexto: uno de los fenómenos más interesantes al interior de los colegios en los últimos es el cuestionamiento por parte de las estudiantes a la conformación principalmente masculina de las listas, a la falta de espacios liderados por mujeres. Tan Durisotti, primera vocal del Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires cuenta cómo la ausencia de mujeres en la política interna del colegio y las formas patriarcales de hacer política fueron disparadores para formar espacios feministas: “durante la última campaña, desde mi agrupación (Hierba Mala) nos propusimos cambiar los machismos y micromachismos para crear algo distinto. No me refiero sólo a sacar machistas o violentos de las listas, es más profundo que eso. Esta actitud de quién la tiene más grande porque te grita más en la asamblea, quién te rompe el cartel, cómo te tratan, todo eso tiene un trasfondo super patriarcal de gritar y gritar, de mucha violencia. Nosotras teníamos una base que era cambiar la manera de hacer política: agarrar todo lo que se había caído y empezar de cero. Y sabíamos que la única forma de hacerlo bien era con el feminismo como algo transversal al Centro de Estudiantes”.
Una docente de literatura coincide en remarcar que esa transformación es una de las más relevantes para entender el impacto del feminismo en los colegios secundarios: “en el colegio en el que trabajo, el Normal 11, el Centro de Estudiantes estaba dirigido por pibas, eso me empezó a parecer diferente de otros colegios en los que trabajé, además de la discusión del aborto legal. Más allá de que ya existía una comisión de género, que la presidenta del centro fuera una mujer hizo que se interpretara y se pensara de otra manera el plan de lucha”.
“Es importante que construyamos nuestro protagonismo ahora”
Faltando cinco cuadras para llegar a la Catedral de La Plata, tres estudiantes se acercan al cordón y le preguntan a una madre si iban a pasar por ese punto. Ella responde que no. Las pibas preguntan por qué. Mientras la mujer responde explicando el funcionamiento del recorrido oficial del Encuentro, la columna empieza a separarse del resto de la marcha para desconcentrar hacia la escuela en la que se estaban hospedando. El camino se hace un poco más tranquilo y el paso se desacelera, por eso por megáfono incitan a sostener el ritmo para llegar y poder descansar.
Escucho a Tan Durisotti, primera vocal del CENBA, repasar la experiencia que vivió y reflexionar sobre el rol de lxs pibxs en los Encuentros: “Fue mi primer Encuentro, el primero al que tuve la posibilidad de ir, y la verdad es que me conmovió muchísimo. Durante la marcha sentí que valía cada paso. Creo que las marchas movilizan un montón la empatía: lucho por mis derechos personales, pero también por la que está ahí al lado y lo está gritando, por la que no puede estar, por la que ya no está, y creo que eso es lo que moviliza a todas a poner el cuerpo, a luchar y generar un clima hermoso de cánticos y fuegos artificiales y de gente hermosa por todos lados”.
Sobre el lugar de lxs jóvenes y el impacto de su actividad política, Tan remarca que “somos un montón. Y nuestra presencia hace la diferencia. En las calles y en las opiniones, porque somos una generación nueva que viene a aportar cosas diferentes. Y si bien en el Encuentro fuimos 600, que es un montón, la realidad es que somos miles y miles y miles. Hoy esos miles somos el presente y vamos a ser el futuro y es importante que construyamos nuestro protagonismo ahora”.
Ya alejadas de la multitud, el equipo de cuidadoras avisa que va a liberar los cordones de seguridad de los costados, con la condición de que mantengan el paso y el orden. Que la marcha había salido muy bien. Y piden por megáfono a lxs pibxs que por favor vayan ocupando los espacios, que avancen y que presten atención a no dejar lugares vacíos. Extrapolo esa consigna afuera de la marcha y la pienso en el contexto de lucha que nos atraviesa: si hay algo que sabe el feminismo es ocupar espacios. Julia Epstein, presidenta del Centro del Nacional Buenos Aires, marcha ahora al lado mío. Pero dos días atrás se paraba en un Aula Magna repleta, al borde del llanto, a dar un discurso poderoso durante la visita de Pepe Mujica y Alberto Fernández al colegio. “La política es un terreno de disputa. Se trata de disputar nosotros esos espacios, que sino los disputan otros que no queremos que los disputen. Y las pibas lo sabemos bien. El año pasado movilizamos a un país entero para poner una discusión sobre la mesa, y estábamos al borde de lograrlo. Tenemos que dar la lucha para disputar esos espacios”, decía Julia, mientras lxs pibxs respondían con aplausos y ovaciones.
En un salón de actos repleto, en las aulas, en las asambleas, en las redes, en las mesas familiares, en los medios, en las listas, en las calles. En todos lados, las pibas, los pibes y les pibes se organizan, aprenden y enseñan a ocupar los espacios y a levantar sus voces por un mundo más justo. Los Encuentros son, cada vez más, un espacio en el que lxs estudiantes comparten sus demandas y se visibilizan como sujetxs políticxs dentro del feminismo. Es también una oportunidad valiosa para que puedan nutrirse desde chicxs de las experiencias y vivencias de quienes participan desde otras partes del país y la región. Un Encuentro Plurinacional y diverso tiene que contar, necesariamente, con las voces de lxs estudiantes secundarixs. Y ya no hay ninguna excusa para no escucharlxs.