Por Gala Abramovich
El miércoles pasado una estudiante del bachillerato trans Mocha Celis fue maltratada institucionalmente en el hospital Muñiz. En visibilizar este relato, la exigencia de que las vulneraciones a la identidad y los derechos no vuelvan a suceder.
Laura Cabrera es estudiante de primer año del bachillerato popular trans Mocha Celis. El miércoles pasado fue a pedirle ayuda a sus compañeras porque estaba desnutrida y con problemas en un pulmón; no podía caminar bien y se le dificultaba respirar. La llevaron a la guardia del hospital Muñiz, y allí fue donde comenzó la serie de vulneraciones a su identidad y derechos.
El promedio de vida para las travestis es de 35 años, y aunque exista la Ley de Identidad de Género, todavía el acceso al trabajo, la educación y la salud es restrictiva y discriminatoria. Por lo que pudo haber sido abandono de persona dada la condición de vulnerabilidad de Laura.
“Nos trataron mal”, cuenta Alma Fernández, referente estudiantil del bachillerato popular trans Mocha Celis, “atendieron gente antes que a ella, cuando veían que Laura se agitaba al caminar y tenía fiebre”. Desde las 18 hasta las 21 las hicieron esperar. A ésta hora la mandaron a hacer todo tipo de análisis, y luego las hicieron esperar hasta las 23:30 analizando si Laura estaba para internación sin ver el factor de que está en situación de prostitución, que está en situación de calle, que no tiene a donde ir.
Alma relató que en el hospital las y los efectores de salud no vieron cómo estaba Laura sino su condición de travesti. La médica que la atendió las violentó insultándolas y les dijo que “eso no era un hotel ni un aguantadero para personas travestis”. Luego de que llegaron los resultados de los análisis la médica le dijo a Laura que “más allá de lo mal que se sentía, no estaba para internarse y que no habían camas”.
Horas sin atención y maltrato. Luego de discutir con la asistente social del hospital Muñiz lograron entender cuál era la situación de gravedad en la salud en la que estaba Laura, sin embargo, desde el centro de salud empezaron a poner “nuevos peros” y uno de éstos es que Laura no tiene hecho el cambio de nombre en el DNI. “Había cama en sala de mujeres pero no en sala de hombres pero como Laura no tiene hecho el cambio de nombre en el DNI no la dejaban quedarse ahí”, contó Alma.
Una Ley que es más que un texto, es un Derecho
Laura, acompañada por Alma y Daniela Mercado, egresada 2015 del bachillerato popular Mocha Celis, le empezaron a hablar de la Ley (y el Derecho) de Identidad de Género a las y los integrantes del hospital, del artículo 1, que dice que “toda persona tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género; al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género; a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acrediten su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada”.
“Sobre todo le hablamos del género autopercibido”, relató Alma, “cuando empezamos a hablarles de las leyes y nuestros derechos nos miraron como si fuéramos unos monstruos extraños a los que no se nos entendía”,“la doctora le dijo (a Laura) que la Ley era una cosa y que las normas del hospital Muñiz estaban por encima”, y “que más allá que tengamos la ley a ella no le importaba, que las personas del hospital si veían una travesti se quejan y si ven que no tiene el cambio del DNI, el hospital, se iban a quejar porque era un problema”.
Las travas también hacen respetar sus derechos
Al maltrato de parte de la médica que atendió a Laura le siguió la violencia institucional.
“La enfermera nos cerró la puerta en la cara, nos trató de locos nos dijo que estábamos enfermos y llamó a la seguridad privada del hospital”. El relato de Alma contó que tras estos intercambios las encerraron en la guardia del hospital, que agentes represivos se presentaron armados y con chalecos antibalas y que uno de seguridad le quiso pegar a una de las que estaban acompañando a Laura. “Cuando vieron que estaba filmando, bajó un cambio”, dijo. Para ese momento ya les habían dicho que “iban a traer al director de la policía para sacarnos”.
La discriminación, los insultos y el maltrato se pudieron revertir recién cuando llegaron los directores del bachillerato trans Mocha Celis, Francisco Quiñones y Miguel Nicolini. “Logramos que a Laura la internen y le hagan los estudios correspondientes”, relató Alma.
La situación se resolvió con la intervención de distintas organizaciones que coordinaron en defensa de los derechos de Laura, “estando ahí haciendo escándalo, quilombo, como siempre, para que se nos escuche siempre tenemos que hacer escándalo”, dijo Alma, “a largo de la historia, el activismo trans organizado, siempre logró conquistas y derechos mediante el escándalo. Sin ir más lejos en 2005 cuando rompimos la Legislatura, también fue por que sino quedábamos afuera”.
Alma reflexionó, “lo logramos, pero lo más triste es que nosotras no pudimos, tuvieron que venir personas con su condición de hombre o de mujer y hacer valer ese derecho. A las travas todavía no nos saben respetar, no nos entienden. La gente cuando las travas hablamos de Leyes y Derechos que nos protegen, nos miran como personas raras. Todavía no pueden entender que ganamos esos derechos”.
Aunque en este caso no hubo violencia física, si hubo violencia psicológica e institucional. Como dijo Alma “la agresión psicológica sigue estando a flor de piel”.
La policía las trató como varones cuando lucharon mucho para ser Alma, Laura. La lucha por la identidad no es nada más que un nombre, es pelear por ser libres de sus cuerpos y sus decisiones y que por eso ni las instituciones ni la sociedad ni los medios las discriminen.
Trans Muñiz solidario
Hay muchas compañeras internadas en el Hospital Muñiz. Desde “Trans Muñiz solidario” se organizan para ir todos los Domingos a visitar a las compañeras y llevarles donaciones.Para colaborar contactarse con alittberkins@gmail.com.