Segunda y última parte de la entrevista exclusiva que Marcha realizó al máximo dirigente del ELN de Colombia. Combates con el Ejército, bienes comunes, petróleo y comunidades indígenas. Los roles de Cuba y Venezuela en las negociaciones de paz. El pedido a Cristina.
En la primera parte de esta entrevista, Nicolás Rodríguez Bautista, conocido popularmente como “Comandante Gabino”, habla de las expectativas generadas en su organización a partir del anuncio de las negociaciones entre el gobierno de Santos y las FARC. A continuación, el líder histórico del ELN se refiere a los sabotajes al Oleoducto Bicentenario en nombre del “el bienestar y el buen vivir de las futuras generaciones”, desmiente conflictos con organizaciones populares venezolanas en zona de frontera, y hace un llamado a los gobiernos “de UNASUR, el ALBA y la CELAC” para reforzar la búsqueda de la paz.
Marcha: ¿Después de las fuertes ofensivas del gobierno del ex Presidente Uribe, hay territorios liberados bajo control de la guerrilla?
Comandante Gabino: En este medio siglo de lucha guerrillera no ha habido territorios liberados, entendidos como territorio donde no pueden penetrar las fuerzas gubernamentales. Los desarrollos de esta guerra de cuarta generación, no permiten territorios vedados ni para las fuerzas del gobierno ni para las fuerzas insurgentes. Lo que sí existen son extensas regiones donde la insurgencia ha permanecido hace medio siglo, y aún penetrando allí la fuerza militar enemiga, no ha podido ni aniquilar ni expulsar a la insurgencia. A esos territorios varios analistas los denominan “zonas rojas”; son regiones de población campesina de cientos de kilómetros, donde el Estado solo hace presencia con sus fuerzas represivas.
Marcha: Arauca es uno de los departamentos petroleros más importantes de Colombia, donde el ELN se ha consolidado en base a acciones en defensa de los bienes comunes y las comunidades indígenas ¿Cuál es la situación actual?
C.G.: Nosotros hemos planteado a los gobiernos y al país una propuesta soberana y de beneficio social para la explotación del petróleo, pero los gobiernos han sido sordos porque su política en explotación de recursos mineros y energéticos es impuesta por el capital internacional, a cambio de financiar la guerra contra el pueblo. Hemos denunciado la irracional explotación del petróleo en Arauca y el país, en detrimento de los intereses de la población colombiana, el daño a las comunidades indígenas, la destrucción de la biodiversidad y el grave daño al medio ambiente. Nuestra política tiene muchas identidades con la de los trabajadores del petróleo y la de la población de esa región.
Recientemente desarrollamos una campaña político militar entre el 7 de junio y el 16 de agosto contra las fuerzas armadas que protegen el capital extranjero. Allí libramos ocho combates con el ejército gubernamental, se realizaron 17 emboscadas, 47 acciones de comando, 11 voladuras al oleoducto Caño Limón Coveñas, fueron destruidos 2 vehículos militares blindados y efectuamos 105 bajas al ejército y policía gubernamentales.
Desde el mes de junio a esta fecha, la construcción del Oleoducto Bicentenario está paralizada, fruto de nuestro accionar revolucionario.
Es urgente la discusión de una propuesta de explotación de los recursos mineros y energéticos, basada en la soberanía y el bienestar para los colombianos, particularmente para los trabajadores y las gentes de la región araucana y en armonía con el medio ambiente. Hay que pensar en el bienestar y el buen vivir de las futuras generaciones; la política del presidente Santos en materia minero energética es antipatria, al servicio del capital transnacional. Y si ella no se impide, Colombia será a futuro un inmenso socavón sin vida para los humanos y de gravísimas consecuencias para la madre tierra.
Una mesa de diálogo con el gobierno debe colocar al centro la discusión sobre este asunto de sensible interés nacional. El ELN se dispone a suspender su accionar revolucionario contra la infraestructura petrolera, si se abre la discusión sobre este tema para darle paso a una salida soberana y en beneficio de las mayorías.
Marcha: El gobierno de Santos de alguna manera buscó un equilibrio con el gobierno de Chávez, a diferencia de la presión belicista que mantenía el anterior presidente Uribe. ¿Ven esto como positivo?
C.G.: Consideramos que los países del continente americano están unidos por lazos históricos que los hermanan, a pesar de sus diferencias políticas e ideológicas. La clase gobernante colombiana no es monolítica y una de sus expresiones de ello son sus mandatarios.
Tanto en el primero como en el segundo mandato de Uribe, buena parte de los votos para su elección y reelección, los consiguieron los paramilitares a sangre, fuego y terror. Estas cosas en Colombia son de conocimiento público. El lema de Uribe como presidente fue la lucha sin cuartel contra el terrorismo, para alcanzar la llamada “seguridad democrática”. Esa concepción delirante lo llevó a ver sus acérrimos enemigos en todas aquellas organizaciones que fueran críticas a su gobierno, así como organizaciones, personalidades o gobiernos del exterior que le criticaran.
A todos ellos los califica de terroristas o auxiliadores de terroristas; dentro de esta concepción atacó al hermano país del Ecuador y participó en las intentonas golpistas contra el gobierno del presidente Chávez. Recientemente, el ex Presidente Uribe manifestó que le faltó tiempo para atacar a Venezuela y realizó una campaña en la frontera buscando canalizar los sectores más retardatarios en un esfuerzo desesperado por desestabilizar el gobierno bolivariano y fortalecer a la oposición.
El presidente Santos es parte de una acaudalada familia de raíces políticas históricas entroncadas con el poder económico y político colombino, representante de la oligarquía tradicional. Santos gana la presidencia con el caudal electoral de los partidos políticos que representan ese poder oligárquico, pero también de muchos votantes seguidores e intimidados por el uribismo, para quienes su campaña no mostraba diferencias políticas con su antecesor, sino que era su continuación.
El presidente Santos no es que tenga profundas diferencias con Uribe, sino otra manera de gobernar y hacer los énfasis donde no los colocó Uribe. Parte de ello son las relaciones internacionales, darle fuerza a la institucionalidad y un paquete de leyes reformistas del Estado con un fuerte componente de publicidad.
Sin duda la política internacional de Santos es inteligente y está a tono con los tiempos del capitalismo, mientras la de Uribe fue torpe y aisló a su gobierno del ámbito exterior, importante para cualquier país.
Marcha: Organizaciones campesinas de Venezuela se han quejado por la supuesta presencia de la insurgencia colombiana en el vecino país. ¿Cuál es la política del ELN en zonas de frontera y hacia las organizaciones populares de Venezuela?
C.G.: Nuestros frentes guerrilleros del Norte, Nororiente y Oriente, están asentados en un amplio territorio fronterizo con Venezuela desde hace más de 30 años. Nuestros eventos democráticos han definido nuestra política de profundo respeto a la soberanía y autodeterminación de los países, gobiernos y pueblos hermanos y reafirmamos la consecuencia con tales postulados. La acusación de que nuestras fuerzas cruzan la frontera, es una invención de enemigos de los revolucionarios del lado colombiano y del lado venezolano; de eso se ha hecho un escándalo al servicio de los intereses que buscan generar ruido y animadversión en las buenas relaciones de los dos países.
Somos conocedores de una de las últimas campañas publicitarias, orquestada por la oposición venezolana, donde nos acusaba de hacerle daño a organizaciones populares de Venezuela; y es muy significativo que tal campaña haya sido adelantada por los sectores más recalcitrantes de la oposición venezolana en los Estados fronterizos del vecino país.
Marcha: Cuba y Venezuela están siendo garantes de los diálogos de paz de Santos y las FARC. Ustedes, ¿han tenido diálogo directo con mediadores de estos gobiernos?
C.G.: Los gobiernos de Cuba y Venezuela han brindado generosos y valiosos aportes en esfuerzos anteriores por la paz realizados por el ELN, con los gobiernos de Cesar Gaviria, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe; y tenemos la seguridad que ahora tienen la misma disposición de antes, asunto que valoramos altamente y con respeto.
Otros gobiernos del Continente y de otras regiones del mundo, entre ellos Noruega, están interesados en aportar al proceso de paz de Colombia. La participación de la comunidad internacional es vital para que tenga éxito y confiabilidad el proceso hacia la paz.
Marcha: En el marco de las actuales negociaciones de paz, ¿puede aportar algo el gobierno argentino? ¿Qué esperan de las organizaciones populares de Argentina y del continente?
C.G.: Hoy, cuando las posibilidades de un diálogo del gobierno con toda la insurgencia colombiana se hacen posibles, solicitamos de nuevo y comedidamente al gobierno de la presidenta Cristina Fernández, su contribución decidida como parte de los gobiernos del continente, amigos de la paz de Colombia. La paz de nuestro país hace indispensable el aporte de la comunidad internacional y los países que integran la UNASUR, el ALBA y la CELAC pueden brindar muy positivo apoyo.
El pueblo argentino quien en su grandeza, erigió símbolos como el de San Martín, el Che Guevara y tantos otros, es hermano del pueblo colombiano y sus organizaciones deben estrechar lazos de unión, solidaridad y lucha, para construir y soñar el futuro de justicia, democracia, soberanía y paz que nos merecemos.
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