Por Emiliano S. El pasado sábado, en Niceto Club, se celebró el Buenos Aires Funk & Soul Festival. Willy Crook & The Royal We cerró una larga jornada de música negra, vintage, purpurina, pelucas y chicos “bien”.
Algo similar ocurre con la cumbia o con la integración de ritmos latinos alrededor del Reggaeton, pero desde Niceto Vega y Humboldt. Hay una marcada diferencia denotativa en torno a la recepción y a la vivencia como espectadores de este género: música de negros sin negros (tocame una cumbia pero despejame a los muchachos que quiero hacer expresión corporal o “yo hago pop, música para divertirse”, en la versión Vainilla).
Intelectualizar y elitizar un género suena a cliché, pero la única verdad…sí, General, es la realidad. Con un desborde de público y unas dos horas de apagón, al mando de Willy Crook & The Royal We, desfilaron Tony 70, Reiband, Suprafónicos, Afromama, Federación afrancesada de fonk, Troimaclur y Un Perro y La Vieja escuela de Funk.
La última vez que mediáticamente se acordaron de Crook (obviando su relevante paso por los Redondos, de Gulp y Oktubre) fue el año pasado. La presentación en el ND Ateneo con Gillespie y el proyecto del DVD, resucitaron al viejo lobo de Villa Gesell, al menos en los suplementos musicales de las “corpos” (SI! y NO, respectivamente).
El encuentro con el ex Sumo fue rehabilitante y colocó a Crook en un espacio merecido: padre y señor del soul y del funk en estas tierras. Algo similar ocurrió con Pappo luego de Buscando un amor, su último disco antes del accidente. Fue el mismo Pappo quien junto a tantos otros “ilustres” invitados, en el 2000, acompañaron a Willy Crook & Funky Torinos en la presentación oficial de Versiones, en el Gran Rex.
Pappo subió para tocar un clásico de la discografía que antecedió a los Funky Torinos, “Wrong but Strong” (Big Bombo Mamma, 1995). También estaba Jorge Pasquali, una bestia del bajo que acompañó a Javier Martínez en el trío Manal Javi a comienzos de los 90, luego a Valentino en Jazz Bazzar, y a Luis Salinas, claro, entre otros. Pero la atención cayó sobre Pappo y su soberbio solo (extraña magia heredada de Hendrix). Crook disfrutaba haciendo participar a todos: el hombre de los grandes solos, comparte con sus amigos el centro de la escena. Un utópico, un reincidente.
En este caso, The Royal We atacó con trombón, batería, bajo y un histórico soldado de Crook, Patán Vidal, quien ya el año pasado lo había acompañado en Los Quietos (con otros grosos: Melingo y Samalea). Dice Crook, mirando vaya a saber a dónde, detrás de las gafas y el humo artificial: “Si toca bien es Willy Crook”, luego de un solo de trombón eterno. Así es Willy, un romántico hastiado, entre sublime y desbordante.
La temperatura (real y empática) subió con Reiband y la presentación de su segundo disco, Disconnected. El set caribeño llegó con los “Decadentes” del Funk, Toni 70, que aunque se esfuercen en afanarle formulas a los Kuryaki (“Coolo”, “Jennifer del Estero” o “Jugo”) y reproducirlas en temas como “Simon Freak” (relleno de los rankings de FM diurnos), empalagan. En las vísperas del Gran Torino (aun sigue la promesa de aquel show del Rex, sortear su Torino entre su público), se combatía entre los remixes de James Brown (¿necesita “Living in América” un remix para tentar al auditorio?), Michael Jackson, Barry White y Jamiroquai, y la impaciencia de un publico “rockero” que nada tenía que ver con las “gordas” y los “gordos” que esperaban el fin del Festival. ¿Y Deborah Dixon? La ex Blacanblus y una de las organizadoras de este evento, miembro de la banda estable de Willy desde 2010, iba a esperar hasta “Welcome” (Fuego Amigo, 2004), uno de los cortes más logrados de esa placa-entre bossa y blues, hibrido, raro- para irrumpir entre dos groupies boludas disfrazadas de animal print que hacían coritos imperceptibles (“Les presento a…bueno, las acabo de conocer, no sé cómo se llaman”).
El clima que propone Crook tiene un cierto sistema: la jam. Cada tema conlleva una gran improvisación reglada, un momento profano donde se borra al público y se acerca al transe. Toma la única viola de su banda pero siempre vuelve al delay y el reverb del saxo. El eco de Pappo: la sensación de plenitud de un músico y un set seleccionado para rutear su discografía: de Big Bombo Mamma, pasando por Eco y Versiones en tiempos de Funky Torinos, hasta convidarnos un escenario con Dixon.
Niceto se vacía progresivamente, pero el escenario se llena. ¿Para qué lo invitaron? Los festivales genéricos son poco serios. Crook sigue siendo más Redondo que aristócrata, por suerte.