Por Laura Cabrera
El realizador cinematográfico Néstor Saracho dialogó con Marcha sobre su tercer trabajo documental. El film que narra las historias de una noche de guardia en el Hospital Perón, de Sarandí, fue seleccionado para participar de la edición número 19 del Festival Internacional Documentales de Santiago que se realizará del 22 al 27 de septiembre en Chile.
Una jornada en un hospital cualquiera puede ser visto desde distintas miradas, se pueden contar infinidad de historias. En esa línea, hubo una vez un trabajador del Hospital Perón (Sarandí) que decidió contar una historia, que bien podría ser la suya en la relación con su lugar de trabajo y de quienes transitan por allí.
El trabajador se llama Néstor Saracho y no sólo fue parte del personal de esa institución de la salud sino que además es documentalista, motivo que lo llevó a pensar en la posibilidad de contar cómo es una noche de guardia. En una suerte de bitácora, las horas van pasando, los personajes van surgiendo, las historias van tomando forma. Y con ellas las imágenes y sonidos de lo que sucede allí, entre pasillos oscuros, personas desveladas y animales en busca de un refugio. Eso es Crónicas emergentes, el corto documental que, según el propio director, intenta sacar al hospital de ese lugar en donde un edificio de esas características es utilizado para films de terror o para contar historias sobre la salud mental.
Con una visión distinta y hasta poética de la realidad, Crónicas emergentes llegó a ser seleccionada para participar de la edición número 19 del Festival Internacional Documentales de Santiago (FIDOCS), que se realizará entre el 22 y el 27 de septiembre en Santiago de Chile. Antes de su estreno en ese certamen, el documentalista de Villa Corina (Avellaneda) dialogó con Marcha sobre su tercer trabajo, que una vez más, acerca al cine a las raíces del barrio, a contar historias “jugando de local”.
Crónicas emergentes parte de un molusco y desde allí se habla del presente del hospital, ¿cuál es el significado de ese molusco?
El molusco es una marca y toda marca es una cicatriz. Sólo hace falta que el tiempo haga su tarea para que podamos encontrarle un significado, un sentido. Es parte de la relación película-espectador que cada quien encuentre ese significado. Quería hacer un documental de mi lugar de trabajo. Lo primero que se me vino a la mente fue una idea un poco obvia, contar la historia del hospital, de los procesos políticos que atravesó, de las figuras que pasaron por allí y de los logros médicos que allí sucedieron. Llevaba mi cámara y en los ratos libres probaba el encuadre y la luz. Empecé a trabajar el proyecto en la Clínica Documental Dotta-Masllorens, donde terminé de comprender que no había que contar la “historia del hospital” sino que había que “filmar el hospital”. En medio de todo esto dejé de trabajar en el hospital y las tomas “de prueba” junto con mis ganas de dejar un testimonio derivaron en el montaje final.
El corto muestra toda una noche de guardia desde el punto de vista de diferentes personajes: enfermeros, personal de limpieza, incluso los animales que habitan allí, ¿Cuál es el factor común entre estos personajes?
Esos personajes comparten las mismas condiciones de trabajo y una misma dimensión: la dimensión – hospital.
Las imágenes dejan entrever dos caras de un sistema de salud: por un lado la cooperación entre trabajadores y trabajadoras y por otro, sectores deteriorados, como si fuera una metáfora del estado de este sistema. Teniendo en cuenta tu experiencia de trabajo en un Hospital de Sarandí ¿por dónde pasaba tu interés de contar cómo es una noche de guardia?
Honestamente no me gustaba mucho trabajar allí. Es muy poco común trabajar de lo que a uno le gusta, pero ese lugar a mí me pegaba mal. Ese inquietante malestar sólo podía tener dos caminos: que me explotara la cabeza o descargar ese estallido a través del arte. Más allá de que pueda sonar egoísta, el primer interés fue ese. Tal vez filmando he logrado vengarme de esa sensación. El segundo interés fue intentar plasmar en imágenes y sonido esa dimensión-hospital. Quienes vean la peli dirán si pude adentrarlos en ella o no. Quienes trabajan de noche, en un hospital, en limpieza o en enfermería, merecen todo mi respeto y admiración.
Este es tu tercer trabajo documental, ¿cómo te encuentra esta nueva película desde lo profesional?
Es un gran logro que haya entrado a la competencia internacional de cortomertajes del FIDOCS. Supongo que me acerca un poquito a esa idea de “lo profesional”. En realidad todavía necesito seguirme equipando, ya no filmo con cámaras prestadas, pero todavía falta. Ahora estoy trabajando en mi primer largo, que se va a llamar Las manos recuperadas y trata de fábricas recuperadas, luego de ser recuperadas.
Crónicas emergentes fue seleccionado para competir en el Festival. Más allá de que haya ingresado por cumplir con las características necesarias para su categoría ¿cuál considerás que es el principal atractivo del corto?
Supongo que la temática hospitalaria. Casi siempre se usa el escenario-hospital para el cine de terror o para docus donde el tema de la salud sólo pasa por lo “mental”. Se me viene ahora a la mente Las enfermeras de Evita, de Marcelo Goyeneche, como ejemplo de película que se sale de esa lógica y que es hasta un musical. Además de la temática, empiezo a tomar un poco de confianza en la forma de contar, forma que todavía estoy explorando y arrancó con Los proyectores también sienten.