Por Pedro Medved y Vivian Palmbaum Foto: Silvia Bignami
El próximo 30 de diciembre se cumple un nuevo aniversario de la Masacre de Cromañon que costó la vida de 194 personas, y las marcas físicas y psíquicas de miles de sobrevivientes, quienes junto a familiares, amigos y amigas, tuvieron que aprender a vivir con esas pérdidas.
Pasaron 14 años de la Masacre que puso en evidencia la cadena de complicidades, negligencia y negociados que desde la función de gobierno provocó tanta muerte joven evitable.
El 30 de diciembre de 2004 desde las pantallas nos llegaba la peor de todas las noticias: pibas y pibes que habían ido al boliche República de Cromañon a disfrutar de un recital, murieron como consecuencia de un incendio tóxico que se producía mientras actuaba el grupo Callejeros.
Como cantan quienes luchan por las y los pibes, “no fue una bengala, no fue un rock and roll”. Fue la suma de codicia empresaria, ganancia a toda costa, con la complicidad corrupta del estado, la que provocó tanto dolor. Un boliche habilitado para 1000 personas, pero donde había triplicado la cantidad de asistentes por la sobreventa de entradas; habilitaciones truchas; inspectores que no clausuraron cuando debían por un pacto con empresarios, matafuegos inexistentes, la mediasombra tóxica, salidas de emergencia con candados y luego el desastroso operativo durante la emergencia, con hospitales colapsados, ausencia de un plan de rescate, y las y los propios pibes entrando a rescatar a quienes habían quedado atrapados, no importaba si eran amigas, amigos o no.
A pocas horas de la celebración del nuevo año una masacre que se llevaba 194 jóvenes vidas, por la responsabilidad de un Estado que miraba para otro lado mientras sus funcionarios hacían negociados espurios con empresarios codiciosos.
En primera persona
Para familiares, sobrevivientes, amigas y amigos, la masacre significó un vuelco en sus vidas, aún a 14 años, expresan que sienten también que hubiera sido ayer, porque es imposible no recordar a los pibes y pibas, con sus sueños y proyectos.
A través de años de lucha, ciertos logros fueron asomando, como la destitución de Aníbal Ibarra principal responsable político de la masacre, a través de un Juicio Político que establece la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires; y también la condena en el juicio penal, a algunos de los responsables (funcionarios, empresarios, policías). Sin duda las condenas fueron siempre insuficientes.
Las condiciones que dieron origen a la masacre siguen intactas, y de hecho cada año toca denunciar más hechos vinculados a la lógica Cromañon: la muerte joven, la ganancia a toda costa, la desidia como una de las caras del Estado: presencia para reprimir a las y los jóvenes a la vez que ausencia para cuidarles.
“Cada año se trata de indignarse nuevamente, y este año en particular se renueva la indignación por los nuevos femicidios, el aumento del gatillo fácil y recientemente, el asesinato estatal de lxs jóvenes detenidxs ilegalmente en la comisaría de Trans Radio: otras 10 muertes jóvenes evitables”, expresa Silvia Bignami[i].
La situación, continúa Silvia Bignami, “nos obliga a pensar Cromañon nuevamente todo el tiempo. Pero no sólo como homenaje, sino por la repetición. Pensar Cromañon que fue un libro armado x familiares, a partir de un ciclo de charlas debate. En ese momento los medios habían instalado que lxs familiares éramos violentxs, que estábamos cegadxs por el dolor, que no podíamos pensar. El asociar la lucha a la locura no es nuevo en este país, es una forma de invalidar a quienes luchan. Pero sí: podemos pensar a partir del dolor. Senti-pensar Cromañon. Pensar desde Cromañon, pensar desde las y los que ya no pueden pensar porque no están ya físicamente, pero además pensar qué significa en cada momento, lo que Alfredo Grande llamó la “lógica Cromañon”, es decir todo lo que funciona mal, lo que está atado con alambre, lo que muestra que la vida no vale nada, que la plata vale más que la vida. Yo lo llamo la lógica capitalista, pero podemos decirle del Mal vivir, o cualquier otro nombre, pero es una lógica de muerte”[ii].
Para ayudar a romper esa lógica de muerte, están la lucha y la memoria. Que se ejerce cotidianamente, pero en especial cada 30 de diciembre, ahora ya a 14 años de la masacre, en el recuerdo de las y los pibes que ya no están, pero también en el acompañamiento a otros y otras familiares, amigas y amigos en lucha, y muchas y muchos que se rebelan contra la injusticia y la impunidad.
Este domingo 30 de diciembre se convoca a Plaza de Mayo, la plaza de las Madres y de la resistencia del pueblo, ante los distintos crímenes del Estado de ayer y de hoy, se convoca a concentrar a partir de las 17.30, para “Sembrar la memoria para que no crezca el olvido”. Una actividad en donde habrá música, lectura de un documento consensuado y se gritará PRESENTE ante cada nombre de las y los chicos. Como otros años, se dará espacio para visibilizar otras situaciones vinculadas a la responsabilidad del Estado. Luego, se marchará hacia el Santuario ubicado en Plaza Once.
Luchar y a la vez abrazarnos, dicen familiares: porque NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS Y NO NOS RECONCILIAMOS. El Estado es responsable.
“Las y los pibes de Cromañon Presentes Ahora y Siempre”
[i] Silvia Bignami, madre de Julián Rozengart víctima de Cromañon, es integrante de Sobrevivientes, familiares, amigos y amigas de víctimas de Cromañon e integrante de Pañuelos en Rebeldía.
[ii] Entrevista realizada en Charco de Arena, Fm La Tribu L a V 9 a 10 hs.