EL gobernante Partido Popular español es sacudido por un gran escándalo de corrupción. Mariano Rajoy intenta desvincularse del caso, mientras debe lidiar con la crisis y definir si pide el recate financiero o no.
El Partido Popular de Mariano Rajoy se enfrenta hoy a la primer reunión partidaria en la que el mandatario español deberá trazar una estrategia para lidiar con el caso de corrupción que amenaza su conducción. La semana pasada, se reveló nueva información en torno al caso Gürtel, investigado por el suspendido juez Baltazar Garzón.
Según se publicó en la mayoría de los diarios españoles, el ex tesorero y senador del PP, Luis Bárcenas, habría distribuido durante años sobresueldos provenientes de aportes de constructoras, empresas de seguridad y el pago de comisiones por contratos públicos, entre las cúpulas del partido. Los sobres contenían entre 5 mil y 15 mil euros, mientras Bárcenas fue procesado por evasión fiscal a causa de una cuenta en Suiza de 22 millones de euros, una suma que no agradó a los millones de desocupados, en medio de la crisis económica más profunda que vive España desde la Segunda Guerra Mundial.
“Ayer tres secretarios generales del PP han dicho claramente que las cuentas del partido se han ajustado a la legalidad y no se ha producido irregularidad alguna”, se defendió Rajoy en su primer aparición pública desde el comienzo de caso, que ha reavivado las protestas callejeras especialmente en Génova, la sede del PP apuntada como el principal lugar de distribución del dinero. “El partido actuó y se adoptaron las responsabilidades políticas. Ahora hay asuntos en los tribunales y quienes están actuando son los tribunales”, aseguró el mandatario durante una reunión partidaria en Almería.
Hoy, el Comité Ejecutivo Nacional del PP se reúne para hacer frente a las acusaciones y avanzar en una revisión de cuentas de la tesorería del partido. Expulsado Bárcenas, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aseguró que promoverá una investigación sobre el estado de las finanzas del PP para “enseñarla con las manos limpias a todos los españoles”.
Este escándalo llega en un momento de enorme tensión en Madrid. La situación económica es estable pero mala, y los principales indicadores ponen luz de alerta sobre el futuro de España.
El informe semestral dado a conocer este fin de año por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre España no deja mucho lugar a la esperanza. La desocupación ya afecta a más de 6 millones de habitantes y se prevé que aumente hasta llegar al 26,9% de la población económicamente activa en 2013. Según el informe, España deberá pagar el “peaje del ajuste fiscal, una demanda más débil por parte de sus socios y las difíciles condiciones financieras”. Esto significa una reducción importante de su PBI cercana al 1,4% -mientras Rajoy sólo admite una baja del 0,5- y un aumento de la deuda que superará el 96% del PBI a finales del año recién empezado.
Es decir que no sólo España no cumplirá con el objetivo de reducir su déficit al 6,3% como había pactado con la Unión Europea -los cálculos prevén que para 2014 el país tendrá un déficit superior al 8%- sino que al mal pasar económico se le suma ahora cierta inestabilidad política, que reduce aún más los márgenes de acceso al rescate europeo y dispara las tasas de interés sobre la deuda española.
El caso Bárcenas provocó un terremoto en las filas del PP y tiró al piso la confianza hacia el ejecutivo de Madrid. Si bien no se han presentado pruebas aún acerca del conocimiento que tenía Rajoy de la corrupción interna al PP, el mandatario ya prepara la estrategia para salir del apriete y demostrar solidez en el mando. Sin poder establecer una agenda política que trascienda el caso, con una aceptación que cayó muy por debajo del 30% y una serie de reclamos populares en pleno auge en medio de la crisis, Rajoy se enfrenta hoy al Comité del PP fuertemente debilitado, con funcionarios y altos cargos del partido sospechados de corrupción y una condena social ya librada.