Por Noelia Leiva / Foto: Lara Fleites Fink.
Luego de “Antiprincesas”, Chirimbote lanza la colección “Antihéroes”, que rescata la obra y las enseñanzas de personajes nuestroamericanos que se corren de los estereotipos del macho que combate y vence por la fuerza bruta. Cortázar es el “Gran Cronopio” que abre la puerta de la saga, e invita a conocer “a saltitos” los pasajes de su literatura.
Entre los suburbios parisinos y los chicos y chicas de gran parte de Nuestra América hay una conexión: el espíritu de Julio Cortázar, con su ‘erre’ resbaladiza en las tardes ‘café con leche’, que es recuperado por la escritora Nadia Fink y el ilustrador Pitu Saá en el primer capítulo de la colección “Antihéroes”, que sigue a las “Antiprincesas”. Es literatura que recupera a personajes que se destacaron en sus artes y sus luchas, y dejaron un legado porque dieron algo más que su trabajo. ¿Cómo lo lograron? Con “poderes” que obtuvieron al descubrir que se puede crear en colectivo y por fuera de los estereotipos.
La salida a la cancha del sello editorial Chiribote fue todo un éxito en el país y en otros hermanos, con textos sobre Frida Khalo, Violeta Parra y Juana Azurduy; luchadoras contra el deber ser mujer-madre-sumisa. Hacer volar por los aires, como cristales que estallan, los límites del mandato tradicional es lo que también harán los nuevos personajes, cuya obra se contará en tono infantil. Ellos no necesitan antifaces ni megavelocidad para ser invencibles. Marcha conversó con Fink sobre las razones de que un Super Cronopio lidere la saga y sobre las entregas que vendrán.
–¿Por qué ser un “antihéroe” es una característica común de estos personajes?
-El antihéroe surge en oposición al superhéroe, que vemos que se coloca como meta en la infancia masculina. Son seres con superpoderes que están signados por la fuerza, que son triunfadores. Esa estructura exige a los niños estar a la altura de esa masculinidad que se pregona. Entonces, estos antihéroes tienen algunos poderes que no son precisamente tirar rayos láser o atravesar la pared con el puño, sino el poder de la palabra puesta en juego, en el caso de Cortázar.
-En la ficción argentina de los últimos años el antihéroe fue rescatado como nuevo tipo de protagonista. ¿Tienen algo en común con ellos los personajes de la colección?
-Pienso en los policiales; esa gente oscura, medio lumpen, machista y misógina, encerrada en su mundillo, que después termina por ser héroe al descubrir algo importante o trascendente. No van en esa línea, porque son gente que se destacó en la disciplina a la que se dedicó, lo que viene un poco en la línea de las Antiprincesas. Llegan a una realización también porque en el camino construyen de otra manera. No los comparamos tanto con los antihéroes de la ficción sino con héroes de carne y hueso que tienen poderes mucho más cercanos.
-En “Antiprincesas” relatan la vida de sus protagonistas con un tono novelado y dirigido a niños y niñas. ¿La dinámica de Antihéroes es la misma?
-La estética sigue siendo la misma, con el dibujante Pitu Saá, su calidez, su calidad permanente, su forma de abordar el texto con su lenguaje no verbal. El diseñador es Martín Azcurra, que también tiene ese lenguaje que adquirió al acercar a los pibes a las nuevas tecnologías. Hay ventanitas, un personaje preguntón. La diferencia es que no nos acercamos tanto a lo biográfico sino a la obra. Nos permite a aproximar a los pibes y las pibas más chiquitos ese Cortázar que siempre nos llega un poco después.
-¿Por qué decidieron que sobre él tratara el libro lanzamiento?
-Porque nos parece que a todos los de cierta generación nos atravesó la infancia, la adolescencia. Es alguien presente en nuestra vida cotidiana, en nuestro juego. Que se fue transformando y que le dio espacio a esto de construir no solo una rayuela en el papel sino una tarde de jugar a los saltitos, y es así como proponemos leer este libro. Somos gente que creció con Cortázar y que sabemos de memoria casi párrafos enteros, así que contar sobre él a niños y niñas no fue ningún misterio.
-Si fuera Cortázar quien debiera contestar, ¿serían cronopios los personajes que lo acompañan en la colección?
-Cronopios y Cronopias hubiera sido un hermoso título para la colección. Creemos que sí. De hecho, el libro profundiza bastante qué significa ser un fama, un esperanza y un cronopio. Siempre vamos a rescatar a los cronopios porque son seres que viven la vida pensando en el momento, viajan sin tener sus planes tan definidos, que lloran a mares y ríen a gritos porque piensan que en cada momento se puede descubrir algo nuevo y que la vida es ese juego que propone el Gran Cronopio que es Cortázar. Sí, aunque algunos más sufridos, creo que nuestros Antihéroes lo serían.
-¿Quiénes protagonizarán los próximos libros de Chirimbote?
-Las cuatro próximas Antiprincesas serán Clarice Lispector, Mercedes Sosa, la colombiana Policarpa Salavarrieta y Eva Perón. Nos animamos a meternos en el mito y a desentrañar las facetas de una mujer querida por las clases populares y odiada por la oligarquía. Y los Antihéroes que se vienen son el Che Guevara, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano y el Subcomandante Marcos.
-El trabajo de Chirimbote tuvo repercusión en varios países de Nuestra América. ¿Cómo fue el contacto con lectores y lectoras de allí?
-Tuvo una repercusión muy grande y hermosa. Estamos empezando a editar desde hace un tiempo en países con editoriales compañeras o con gente que trabaja en la educación. En Costa Rica editamos junto al Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (Ceaal). En Colombia, con el flamante sello La Fogata, que es una editorial autogestiva de alcance nacional, lo cual allá es complejo porque se maneja por regiones. Fue una experiencia maravillosa la de llevar nuestros libros del barrio a la universidad y de los medios a los cerros.
En exclusiva para Marcha, Fink adelantó que las futuras ediciones del libro sobre Cortázar incluirán a modo de prólogo unas líneas que la escritora nicaragüense Gioconda Belli elaboró para Chirimbote sobre el autor: “Las palabras de Julio eran como esos juegos de colores que iluminan el cielo. Uno lo lee y ve cosas dentro de la mente que jamás había visto. Por eso y porque es muy ingenioso y poético y el santo de todos los cronopios que bailan tala y bailan catala, hay que leer a Julio. Se lee y luego se le quiere. Es así de inevitable”. Hay que tomar la mano del Antihéroe y animarse al abrazo lúdico.
Para más info: Editorial Chirimbote
Nota relacionada: Juana, la “antiprincesa” que luchó por la liberación