Por Ricardo Frascara
Un importante triunfo por 1 a 0 ante el eterno rival, Uruguay, abre el camino para que el seleccionado del Tata Martino encuentre su nivel potencial. El propio técnico reconoce que el equipo no logró mantener el ritmo en los dos partidos que jugó. Jamaica es el próximo adversario.
¡Ganamos! Punto. El Tata Martino, que saber sabe, lo dijo claramente después de la victoria por 1 a 0 ante Uruguay: “En los dos partidos el equipo perdió el ritmo”. Eso lo preocupa, y con razón. Hubo cambios sí, del empate con Paraguay al triunfo del martes, pero el principal fue el resultado. Yo, por ahora, seguiré hablando del potencial de la Argentina, pero aun no es potencia. Se afirmaron los zagueros Ezequiel Garay y Nicolás Otamendi; Pablo Zabaleta está varios cuerpos delante de Roncaglia, que jugó el sábado; quizá Javier Pastore haya intervenido en el juego con mayor desenfado que ante Paraguay; Lucas Biglia se multiplicó, pero nada más. “Nos faltó profundidad”, también opinó Martino. Otra verdad grande como una casa. Aunque amague, aunque parezca que lo va a hacer y por más que llegue al área, el ataque argentino continúa sin provocar el dolor que se ve venir, pero no se hace sentir.
Ganamos, dirán. Sí, pero Sergio Romero fue figura, con tres atajadas decisivas, y los grandes cabeceadores que tiene Uruguay no acertaron, aunque invadieron el área de fuego. Y ahora llego a un punto crucial del partido con Uruguay. El Kun Agüero, muy importante delantero en la Premier League, veloz, peleador, aguerrido, generalmente certero y, por sobre todo, autor de un golazo de palomita, con asistencia ideal por parte de Zavaleta, en lo que fue la mejor jugada del partido. Erigido así en el héroe, el ex Independiente asumió exageradamente su soledad en el ataque y no fue solidario. Tuvo en sus pies tres pases-gol que no dio. No miró a los compañeros, sobrevaloró su posibilidad frente a dos defensores, se quedó con la pelotita para sí, y perdió tres ocasiones inmejorables para cerrar un marcador glorioso, para él y, fundamental en el fútbol, para el equipo.
La falta de amplitud de visión del Kun y la remarcada disposición general a no patear de media distancia, son factores esenciales que actúan contra el funcionamiento positivo del equipo. En todo el partido hubo un par de disparos claros desde afuera del área: un tirito de Pastore que tomó con facilidad Muslera, y el otro un remate de Messi tras una clásica corrida transversal, pero que salió directo a las manos del arquero. Muy poco para un equipo que aspira a conquistar la Copa América 2015. Y Martino lo sabe. Es imposibleque no lo vea. De lo que vi, escuché y leí, fue el único tipo que no quedó enteramente conforme con la actuación de sus jugadores.
Otra cosa que observé y que creo es de solución más difícil para el director técnico, es que el banco no le funciona. Me parece como si los jugadores que entran como reemplazos no encuentran el tono del partido, no producen ningún fortalecimiento del equipo, no entran en sintonía; los veo deambulando como si buscaran una ubicación que no existe. ¿Es un problema individual? No, porque es de todos. ¿Existe en el team un rechazo natural al cambio? Puede ser. Creo que, parafraseando a Alejandro Dumas, les falta el “todos para todos”. Es decir, por más que se conozcan desde hace tiempo y tras pasar la experiencia del Mundial Brasil 14, los jugadores no demuestran un acople lúdico que influya en el partido. La única vez que el equipo se asomo al fútbol que pretendemos, fue en la segunda mitad del primer tiempo ante Paraguay. La película de ese lapso tendría que exhibirse diariamente en la concentración. Así, si en esos 20 minutos la máquina anduvo a pleno, sigue abierta una esperanza. El juego está, hay que sacarlo a flor de piel. No creo que suceda ante Jamaica (perdió sus dos partidos 0-1), un rival inexperto pero cauteloso y aguerrido y que no tiene libreto para prever sus movimientos. Ante Argentina seguramente va a cerrar sus líneas y en esa situación todo rival complica. Entonces habrá que esperar que en la siguiente rueda salga a relucir lo oculto e intangible: lucidez y ritmo.