Por Noor Jiménez Abraham * / Foto por Los Ojos de Anita
Semanas después de la manifestación #NiUnaMenos que el 3 de junio resonó en todo el país, el actual momento parecería resultar histórico para la defensa de los derechos de las mujeres.
Mientras en la Plaza de los Dos Congresos se manifestaban aproximadamente 200 mil personas para exigir medidas contra la violencia de género, en el acto que dio marco a la movilización se leyó un petitorio de acciones que se consideran indispensables para combatir y prevenir los femicidios en Argentina. Más allá de las propuestas, lo que subyace, son las historias reales, las de todo el país, y las de otros varios en los que se replicó la acción en clara evidencia de que la cultura machista atraviesa universalmente la vida de las mujeres. Días después y aún bajo los efectos de la conmoción, ¿qué se está haciendo realmente desde las distintas esferas de la sociedad?
El 3 de junio, algunas de las voces, desde La Plaza
“Vengo porque mi mamá fue víctima de violencia durante toda su vida, por parte de mi abuelo, de su pareja, de mis hermanos. Intento salir del círculo, quiero generar otra historia. Ayer fue mi mamá, antes de ayer, mi abuela, hoy soy yo y mañana, mi hija”. Daiana Salvatore, 28 años, estudiante de la carrera de comunicación de la Universidad de Buenos Aires.
“Estoy muy conmovida porque mi hija fue protagonista de este horror que vivimos las mujeres, escucho música, me encanta todo esto, pero a la vez tengo un dolor que me atraviesa, no sabía si venir o no, pero estoy acá. Lo que tenemos que hacer es hacernos oír. Estoy conmovida”. Olga, profesora de nivel secundario, provincia de Buenos Aires.
“Mi hermana está pasando una situación de violencia, es muy triste porque volvió con su marido, está amenazada de muerte, estoy muy angustiada, no sé cómo ayudarla; vine por ella, por mí y por todas las mujeres del mundo”. Jerónima González, de Avellaneda.
En el contexto de la movilización, Mirta Tundis, diputada por el Frente Renovador, expresó su satisfacción porque todos los medios estuviesen hablando del tema como una garantía de que algo se va a hacer. Con respecto a la violencia económica enfatizó: “Te hacen dependiente, te dicen que no servís para nada y terminás no trabajando, porque quieren que no te vea nadie, ni tengas amigas, ni veas a tu familia, quieren que sólo los atiendas a ellos y a tus hijos y que sientas que no valés nada”.
Desde la aplicación de la ley
El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género –ELA- , junto a aproximadamente otras 30 entidades, presentó una carta al Consejo Nacional de las Mujeres para solicitar que se difunda el Plan Nacional de Acción para la prevención, asistencia y erradicación de la violencia hacia las mujeres, previsto en la ley 26.485. El pedido se dirigió a Mariana Gras, titular del organismo encargado de elaborar, monitorear e implementar las acciones.
Natalia Gherardi, directora ejecutiva de ELA, expresó que el objeto del pedido es entender cómo se estructuran las acciones que se están llevando a cabo en el contexto de una estrategia más amplia en la que se deben establecer objetivos, plazos, etapas e indicadores en forma sostenida, concreta y a largo plazo.
“Los datos son importantes porque muestran la dimensión de la problemática, se están llevando a cabo acciones que por no coordinarse adecuadamente en el marco de una estrategia más amplia generan problemas de superposiciones y déficits en algunos ámbitos”, afirmó Gherardi. “También eso es parte de la organización federal del país, lo que complejiza y demanda mayor esfuerzo de coordinación y responsabilidad en la articulación”, agregó.
Según la directora ejecutiva de ELA, a pesar de que se ha avanzado en la visibilidad del problema de la violencia de género, las encuestas muestran que todavía el conocimiento es sumamente bajo con respecto a las herramientas. “Puede haber muchas acciones individuales más o menos valiosas pero si no monitoreamos cómo es su uso, su aplicación práctica y qué consecuencias tienen, nos quedamos a mitad de camino”.
Desde la comunicación
Marcelo Pereyra, Magister en Comunicación y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, asegura que la viralización de la problemática y su aparición en los medios masivos, con todos los problemas que esta situación puede acarrear, resulta beneficiosa en tanto que alerta, sensibiliza e informa a mucha gente que no entendía u observaba el tema muy de lejos.
Desde la perspectiva de la comunicación, el problema radica en cómo se explica la violencia: “No hubiéramos soñado hace cuatro años con una marcha como tuvimos el 3 de junio, ahora que la violencia de género está en los medios como nunca antes estuvo me preocupa que desperdiciemos la oportunidad y la tratemos como una violencia más”, sentenció Pereyra.
Según el experto en medios, muchas de las personas que han surgido como especialistas en violencia de género no saben cómo plantear un programa de prevención. “Todos tenemos que saber de qué estamos hablando cuando hablamos de violencia de género, que no es un problema de hombres borrachos o de hombres drogados. Si ponemos como título: “Otro caso de violencia de género: la mató porque le tenía celos”, está mal, porque no se mata por celos, dentro de su estructura, ese hombre entiende que hay un hombre que amenaza su hombría, un tercero, y siente que su objeto, que es la mujer, debe ser castigada, incluso con la muerte”.
En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires se discutió un nuevo plan de estudios sin que se admitiera el ingreso curricular de la materia Género y Comunicación, por lo que se seguirá impartiendo como hasta ahora en seminarios, capítulos o apartados de las materias consideradas más importantes.
“Es algo que no puedo entender, porque algunas de las autoridades han militado en cuestiones de género, pero cuando esas personas están en la gestión dicen: ahora es muy tarde para introducir la materia Género y Comunicación”, pero, en realidad, hace cuatro años que la estamos pidiendo –agregó Pereyra, quien luego enfatizó: “La universidad, parecería ser el lugar donde las cabezas están más abiertas, sin embargo, hay despreocupación e indiferencia con esta problemática”
Pereyra hizo referencia al marco cultural por el que en la sociedad se refuerzan los estereotipos de género que replican los medios: “lo vemos en películas donde un hombre que se está por marchar o morir le dice a un niño de cinco años: Ahora vas a ser el hombre de la casa; con lo que le está indicando que ahora va a ser el patriarca”.
En relación a aquellos varones que hoy desean unirse a la militancia por los derechos de las mujeres pero que no encuentran el modo adecuado de hacerlo, Pereyra subrayó: “Todos los hombres llevamos un enano machista adentro, a veces lo podemos controlar mejor, pero a veces se nos escapa. Yo trato de bajarme del pedestal de macho. Ningún hombre nace violento y ningún hombre nace patriarca, aprendemos a serlo”.
*Doctora en Ciencias de la Comunicación Social