Por Marcelo Otero
El enfrentamiento con las corporaciones multinacionales sumó un nuevo capítulo en la lucha de las organizaciones.
El 16 de octubre fue señalado por la Vía Campesina como un día de lucha activa y difusión del enfrentamiento con las corporaciones multinacionales. Al respecto charlamos con Diego Montón, integrante del MNCI y representante de la CLOC a nivel latinoamericano.
-¿Cuál es la historia del 16 de octubre? ¿Por qué se elige ese día para destacar la lucha contra las trasnacionales?
-En 1979 se proclamó, en el marco de la conferencia internacional de la FAO, el Dia Mundial de la Alimentación, el objetivo es plantear el problema del hambre, pero en el marco de la llamada “Revolución Verde”. Así, desde FAO se incentivaron y promovieron políticas públicas que, con el supuesto fin de terminar con el hambre, intensificaron la ofensiva de las corporaciones transnacionales en la agricultura, la privatización y concentración de la tierra.
Con el surgimiento de La Vía Campesina Internacional se definió disputar esos sentidos, pues claramente la FAO influye significativamente en las propuestas de políticas agrícolas en todo el mundo. Así, en la cumbre mundial de la alimentación de 1996, donde FAO insiste con la propuesta de Seguridad Alimentaria, Vía Campesina contrapone con la propuesta de Soberanía Alimentaria. En ese marco se establece una campaña internacional para denunciar el rol de las transnacionales en la agricultura y como principal causa de la crisis alimentaria y establecer nuestro horizonte ético: el derecho de los pueblos a definir sus sistemas agroalimentarios, y la Agricultura Campesina como verdadera respuesta al hambre. Esto solo es posible mediante la Reforma Agraria Integral y popular, que vuelva a colocar a la tierra en función social de los pueblos.
Hoy hemos dado pasos importantes en FAO, que ya reconoce el rol estratégico de la agricultura campesina y la agroecología en la lucha contra la crisis alimentaria. Además de la necesidad de la democratización de la tierra, que fue plasmada en las Directrices Voluntarias de la Tierra, el Agua y los Bosques. Eso genera amplios márgenes para las luchas nacionales en cuanto a política pública agraria.
-Las corporaciones transnacionales han tenido un rol significativo en la expansión del capitalismo en América Latina, como lo podemos ver retomando la historia de control estatal de la United Fruit Company a principios de siglo en Centroamérica, con los territorios liberados para la Forestal Inglesa en el noroeste argentino o, más acá, con la injerencia de la ITT en el golpe de estado a Salvador Allende. ¿Cuál es el lugar de las corporaciones hoy en la política latinoamericana?
Son, en parte, la materialidad del capital financiero, en la agricultura reflejan la perspectiva del desarrollo más avanzado del capitalismo en el campo. Avanzan con el objetivo de subordinar la agricultura y los bienes naturales a las lógicas especulativas de la banca internacional. Privatizando y mercantilizando los alimentos, Imponiendo ( por la violencia, pero también en una batalla cultural e ideológica) un paquete tecnológico basado en monocultivos, transgénicos y agrotóxicos. Por lo que es un modelo altamente dependiente del mercado externo y sus fluctuaciones, para nada sustentable, que va destruyendo mercados locales, afectando la salud ( de campesinos y consumidores urbanos) y atentando contra la biodiversidad biológica, es decir condicionando el desarollo de las generaciones futuras.
– A nivel ambiental puede observarse que las corporaciones han construido una fuerte capacidad para evadir o manipular el control estatal, como lo demuestra la resistencia de Chevron a las sanciones ecuatorianas o la reciente noticia de evasión de controles de la alemana Volkswagen. De que herramientas dispone el campo popular para señalar este rol y cuáles son las implicancias ambientales del desarrollo corporativo en nuestra región.
Hay toda una arquitectura jurídica internacional, instaurada durante el Neoliberalismo a través de la OMC y los TLC, que permiten a las corporaciones blindarse frente a las legislaciones nacionales. Es decir, construyen una forma de proteger al capital del accionar de los pueblos. Las corporaciones lograron tejer esa jurisprudencia global que les genera ventajas importantes, por eso es fundamental la lucha por la soberanía de los pueblos y el fortalecimiento de los estados nacionales en esta etapa. Porque muchas demandas ambientales de los estados han sido abortadas por contrademandas de estas ante el CIADI.
Es por ello también estratégico el frente abierto contra los fondos buitres en ONU y el proceso del tratado sobre transnacionales y derechos humanos en el seno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU
-¿Cuál es la posición del MNCI respecto de la instalación de Monsanto en Córdoba y de la Barrik Gold en San Juan?
-Nosotros luchamos contra las corporaciones transnacionales y su intento de subordinar y condicionar nuestra economía. Nos solidarizamos con el pueblo de Malvinas Argentinas y hemos acompañado su lucha en cuanto hemos podido. Y hemos celebrado todas las victorias que esa heroica lucha ha dado.
Lo mismo frente a la Barrick Gold, el MNCI ha acompañado la lucha del pueblo sanjuanino. No se generó el empleo prometido, apenas el Estado se quedó con menos del 3% de las regalías (de lo que la transnacional declara) y se contaminó el agua… Evidentemente ese modelo hay que replantearlo completamente.
Es urgente debatir la nacionalización de los recursos minerales y una política basada en la soberanía nacional y las necesidades de nuestro pueblo
-El gobierno nacional ha mantenido en los últimos años una política de apertura hacia Monsanto y, desde el Ministerio de Ciencia y Técnica, hacia el desarrollo de investigación transgénica, que han tenido un reciente anuncio presidencial de dos eventos transgénicos, para soja y papa genéticamente modificada. Como impactan estas políticas en el desarrollo de una economía popular?
-Es una batalla cultural e ideológica que hay que dar en todos los escenarios. Frente a los desafíos de nuestras economías altamente dependientes, y con los pies y el corazón al lado de los más humildes, para comprender las prioridades y necesidades y desde allí proponer políticas de transición coherentes y éticas en cuanto a esa perspectiva, de eso se trata la economía popular, pues tiene la potencialidad de producir y generar trabajo, bajo lógicas diferentes a las del capital.
Nosotros venimos haciendo grandes esfuerzos en esto, de allí nuestras escuelas de Agroecología en varias provincias y el desarrollo de territorios agroecológicos en todo el país, La apuesta en la UNICAM SURI, a la multiplicación y desarrollo de la agroecología, que es un componente esencial en cuanto a filosofía y tecnología en la construcción de la Soberanía Alimentaria. La lucha por la tierra campesina indígena, la vuelta al campo desde las ciudades, son todas luchas, batallas en ese sentido. El desarrollo de políticas públicas y nueva institucionalidad, abocada al fortalecimiento de la agricultura familiar campesina indígena y la consolidación de la voz campesina en los ámbitos de debate de la política publica. Es decir, llevar las contradicciones al seno del Estado, fortaleciendo también las luchas en los territorios. El debate sobre la Ley de Semillas es un ejemplo claro, lo damos en las comunidades, en los pueblos y en las instituciones. Y eso es posible en la actual coyuntura, que si bien se abrió gracias a la resistencia y lucha popular, fue el kirchnerismo el que amplió la democracia y los escenarios de la lucha popular en el Estado. Por esa contradicción marchamos. Pues para nosotros el mejor escenario en esta coyuntura, para la lucha contra Monsanto, es la democracia. Por supuesto, con el desafío de seguir ampliando la participación y avanzando a una democracia participativa y plebeya.
-¿Que incidencia tiene, en el marco de una avanzada imperialista/corporativa una articulación regional como la CLOC? ¿Cuáles son sus herramientas contra esa ofensiva?
En el marco de las múltiples crisis, se agudiza la lucha de clases en todo el mundo, así el internacionalismo adquiere un enorme valor moral y ético en la lucha de los pueblos. La solidaridad, el humanismo, y la posibilidad de establecer estrategias globales de lucha contra el capital y el imperialismo son la necesaria respuesta a una ofensiva que se torna cada día más agresiva y antihumana.
En América Latina pretenden instalar la idea de un fin de ciclo, y dependerá de nuestra capacidad de articular luchas regionales y latinoamericanas, para que esa lucha de clases nos lleve hacia adelante, a mas integración, a profundizar las políticas de transformación, y a construir las condiciones culturales, económicas y políticas para poder avanzar en soberanía, independencia y justicia social de nuestra América Latina. Todas las articulaciones y redes continentales tenemos un importante desafío en ese sentido. Desarmar dogmatismos y personalismos, construir unidad a partir de movilizaciones y campañas continentales, por la integración, contra los TLC y las corporaciones, por la liberación de los presos políticos, por el cierre de Guantánamo, contra los agrotoxicos, en defensa de las semillas criollas, etc.
En ese contexto la lucha por la Soberanía Alimentaria y la Reforma Agraria Integral y Popular urge en todo el continente, y desde alli la CLOC Vía Campesina aporta la fuerza y la voz de campesinos, indígenas, negros y asalariados del campo, con la perspectiva de la unidad del campo y la ciudad con el Socialismo como Horizonte.