Por Ana Goldberg y Lucas Gorodneff*. Comienza otro año escolar y el vaciamiento de la educación pública y la precarización de los docentes en la Ciudad porteña ponen en alerta a toda la comunidad.
El año de ciclo escolar en la Ciudad de Buenos Aires comienza en medio de la resistencia a una estocada profunda del gobierno macrista hacia la relación entre la escuela pública y la sociedad. Las hipótesis que muchos maestros y familias sostenían sobre las consecuencias que tendría la inscripción online comienzan a confirmarse: estamos en retroceso de la educación pública.
A partir de esto, diferentes comunidades educativas se organizaron y pusieron de manifiesto la falta de voluntad política del macrismo para dar respuestas dignas ante la vulneración del derecho a la educación.
La excusa del gobierno ha sido una supuesta eficacia del avance tecnológico para la inscripción. Sin embargo el efecto logrado fue socavar la imagen e institucionalidad de la escuela pública mediante un sistema de inscripción no sólo cuestionable sino además considerado como anti democrático.
Las grandes fallas en el sistema; la quita de vacantes ya otorgadas y la falta de las mismas; los grados hiper poblados frente a los grados con menos de 10 niños en escuelas vecinas; y la precarizada respuesta de emergencia de los containers en reemplazo de una necesaria y urgente proyección de construcción de escuelas, no han sido un error de gestión, sino parte de una planificación sistemática de pauperización de las condiciones del sistema público y reposicionamiento del sector privado.
Ante la elaboración de un ambiente de confusión, ausencia de respuestas acordes a la situación de emergencia educativa y aislamiento por parte del gobierno porteño, las familias y docentes buscaron oponer un fortalecimiento de la organización común creando lazos con nuevas familias afectadas y escuelas en conflicto, confluyendo en movilizaciones, volanteadas de información en los barrios así como festivales.
El protagonismo de las comunidades
Un caso que refleja la autorganización social de las comunidades afectadas ante la retirada del Estado, fueron las medidas de la asamblea del Distrito Escolar 5° y las familias de Parque Patricios que recuperaron en manos de la comunidad, un edificio escolar abandonado en la calle Manuel García 370. La medida consistió en la exigencia al gobierno de la reapertura de dicho edificio como un jardín. Esta iniciativa no sólo recupera un espacio educativo donde se podrían cubrir 200 vacantes para niños de 45 días a 5 años –recordemos que el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri insistió en las últimas semanas con la ausencia de edificios públicos destinados a este fin-. Sino que además hoy cuenta con actividades culturales, y el gobierno porteño se ha visto obligado a comprometerse en una mesa de diálogo por la puesta en condiciones del edificio.
En una Ciudad donde las comunidades de familias y docentes se encuentran exigidos a enfrentarse con estas políticas, la creatividad y la osadía que nacen de la indignación ante semejante avasallamiento parecen ser las herramientas fundamentales para enfrentar una privatización a la que año a año el Ministerio de Educación le prepara el camino.
La estrategia del macrismo apunta al sueño neoliberal de una educación privada que se traduzca en la instalación de ciudades excluyentes, segregadas y con mayores índices de alfabetización de las clases populares ante la acumulación de riqueza material y simbólica de las clases altas.
Los sindicatos docentes, las asambleas y los vecinos de los barrios de la ciudad porteña plantean como respuesta la resistencia y oposición al modelo, en defensa de lo público, el sueño de una escuela a la medida de las necesidades, las decisiones y el protagonismo del pueblo.
* docentes de la Ciudad de Buenos Aires.