Las economías europeas siguen en caída. Por primera vez, Alemania comienza a preocupar al resto del continente, mientras España e Italia intentan nuevas maniobras.
La política, la economía y sobre todo la prensa europeas corren hoy detrás de calificaciones y números que deberían atemorizar a toda la población. Se trata de las “primas de riesgo”, el “spread” o las calificaciones de agencias encargadas de establecer la confiabilidad de la economía de un país. El juego es simple. Empresas financieras establecen en base a parámetros dictados por las principales escuelas neoliberales cuáles son las condiciones para que otras empresas, o Estados, inviertan en un país. En base a eso, los precios de los bonos de deuda soberana y las bolsas de esos países sufren variaciones importantes, causando principalmente un aluvión de títulos alarmantes en diarios y televisión, y una serie de declaraciones difícilmente comprensibles por parte de la élite política europea.
La gran novedad de esta mitad de verano europeo parece ser la decisión por parte de una de estas calificadoras, Moody’s Investors Service, de poner en duda la calificación perfecta de Alemania y otros dos países europeos. Bajarle la nota a Angela Merkel -que en este momento está de vacaciones en la playa- no es poca cosa. Para los alemanes significa el primer paso hacia la admisión del fracaso de su receta para salvar Europa y para los europeos, la posible caída de su único aliado firme. Las bolsas europeas reaccionaron inmediatamente. En Madrid y en Roma los primeros signos de colapso llenaron las tapas de diarios y noticieros. Algunos hablan de catástrofe, otros buscan culpables, pero todos entienden que el panorama es malo. Mientras tanto, los gobiernos de España, Italia y Francia enviaron de urgencia una carta a Bruselas para “exigirle” a la Unión Europea “la inmediata aplicación de los acuerdos del Consejo Europeo de junio”.
El “contagio”, como lo definió el primer ministro italiano Mario Monti, parece haber comenzado. El agujero fiscal de España estaría llevando, según esta teoría, a todos los países europeos hacia el déficit. Aunque no tan linealmente, la hipótesis es avalada por la mayoría de los analistas del viejo continente. Si bienel epicentro de la crisis hoy está en Madrid, la situación económica en diferentes puntos de la unión provoca un verdadero contagio en una economía semi-unificada, y las tentativas de Alemania de quedar afuera del vórtice no serían suficientes. La semana pasada, el ministro de economía alemán, Philipp Rösler, había admitido que la salida de Grecia del euro “no es más improbable”. Ayer se dio a conocer un documento del Bundesbank, el Banco Central alemán, que daba a entender que el riesgo de desaparición de la moneda única, en estas condiciones, es alto.
Todos los ojos están puestos sobre Madrid. España cuenta en este momento con una desocupación que trepó al 24 por ciento, una recesión confirmada hasta el 2014 y un ajuste que está llevando a cientos de miles de personas a las calles. En Bruselas y Berlín, en la cocina de la economía continental, ya casi nadie duda de la necesidad de un rescate: las principales discusiones pasan por cuán grande va a ser. Una situación que enfurece al gobierno de Merkel, principal opositor a la idea de los rescates desde los tiempos del colapso griego. Sin embargo, la canciller tenía razón: rescatar a Atenas, aunque costara poco, significaba abrir la puerta para nuevos pedidos de rescate, y de llegar colapsos más poderosos, el deber de pagar sumas más ingentes. Dicho y hecho. Según los principales diarios económicos europeos, el monto del primer paquete de rescate directo a la economía española rondaría los 300.000 euros, cuya única garantía hoy son las prósperas industrias electrónicas y químicas alemanas.
Además del contagio por crisis, llegó el contagio por rescate. Y la próxima en caer podría ser la economía italiana, que hoy llegó a tocar un récord historico en el diferencial entre el valor de sus títulos y los alemanes, referencia para toda Europa. Estos valores -el spread-, que los medios italianos siguen minuto a minuto, volvieron a ser los del final del gobierno Berlusconi. Justo cuando el parlamento dio el primer paso para la salida de Monti: en Roma, los diputados acordaron presentar un proyecto para llegar a elecciones anticipadas en noviembre, deshechando al gobierno técnico para “volver a la política”. Silvio Berlusconi, el cuanto menos polémico ex premier, volvió en los últimos días con proclamas anti-euro, vaticinando la vuelta a la Lira, apoyado por un sector de la derecha populista.